La hulga de maquinistas organizada por el sindicato GDL representa una novedad para Alemania, uno de los países europeos más estables y con menos horas de huelga en absoluto. Las exigencias de los maquinistas son un aumento salarial de un 31%, disminución del horario de trabajo semanal y un convenio colectivo propio.
Esta huelga se da en un contexto aun de crecimiento económico, donde el costo del trabajo fue reducido radicalmente a través de las leyes de contrarreforma impulsadas por la ex coalición de gobierno rojiverde (SPD y Verdes). Así convirtieron la “plaza Alemania” del enfermo europeo al campeón económico y envidia del resto de las burguesías imperialistas europeas, como Francia o Italia, durante el reciente ciclo de crecimiento de la economía mundial, así como en el marco de la discusión sobre la privatización total de la empresa ferroviaria Deutsche Bahn (DB), aún en manos del Estado. Por otra parte, estas medidas antiobreras y la buena coyuntura económica, que han dado lugar a una recomposición relativa del proletariado alemán, ha dado nuevos bríos a los trabajadores que en lo que va del año (más de 500.000 días perdidos) han parado más que en todo el 2006 -430.000 días- y 2005 -20.000 días- (Netzzeitung: Die Deutschen lernen das Streiken wieder,7/10) exigiendo su parte de las ganancias exuberantes del capital alemán.
La huelga de los maquinistas es ejemplar pues junto a las exigencias que la patronal tilda de inverosímiles y fuera de toda discusión, representa un punto de inflexión en la lucha de clases en Alemania. Primero, porque al contrario de lo que fue la última gran huelga salvaje en el sector automotriz Opel Bochum, se trata de una huelga ofensiva de un sector clave del proletariado que, si bien se enmarca en la tradición de negociaciones entre sindicato y patronal, rompe todos los esquemas debido a sus exigencias. Segundo, por la radicalidad de las exigencias para un proletariado acostumbrado y obligado a negociar a través de las mediaciones obreras, muy preocupadas de preservar el “bienestar social” a través de la cogestión de las medidas antiobreras impulsadas por la patronal. Tercero, porque los maquinistas son un sector clave en la organización de la economía capitalista.
Cabe recordar que en Alemania, como en los demás países imperialistas de primer orden, la producción y la circulación de mercancías, sobre todo en lo que respecta a las pilares de la economía alemana como la producción de coches, la industria química y la construcción de maquinarias, están organizadas cronométricamente (just in time). Esto es, el funcionameinto regular de la economía alemana exige que las mercancías estén a una determinada hora en un determinado lugar para su utilización.
Es por esto que la burguesía alemana está tan preocupada por los alcances de la huelga, o sea las consecuencias económicas que pudiera tener una huelga larga y difícil. Y más aún teme que esta huelga siente un precedente para los demás sectores del proletariado que, por un lado, podrían poner en tela de juicio la abstención salarial voluntaria (recortes salariales) y, por otro, empiecen a organizarse en pequeños sindicatos por fuera de los grandes aparatos.
La burocracia y la bronca obrera
La huelga del viernes 13/10 fue todo un éxito, a pesar de la campaña mediática montada tendiente a criminalizar y deslegitimar las exigencias obreras por parte de la burguesía, con el aval de los tribunales, que abogan por restringir el derecho de huelga y que han prohibido las huelgas en los tramos de larga distancia así como en el transporte de mercancías. Alrededor del 50% de los trenes no salió de los andenes, y un dato importante es que en el este del país hubo zonas en las que no se movía una sola rueda. La radicalidad de las exigencias y la aparente intransigencia con la que las han defendido ha redundado en que muchos maquinistas que estaban afiliados a Transnet se hayan afiliado al GDL, del que son parte en la actualidad cerca del 80% de los maquinistas alemanes.
Y sin embargo y como era de esperar, la burocracia del GDL persiste en mantener la rutinaria estrategia de presionar para sentarse a negociar. Esta política, que en el pasado había demostrado su eficacia, frenando las tendencias a la radicalización que se dan en las bases e impidiendo la cohesión de las filas obreras en la lucha, lo que más temprano que tarde termina por desorganizar y desilusionar a los trabajadores, esta vez pareciera no rendir fácilmente frutos. Y es que las bases están cansadas de ver como sus salarios son carcomidos por la inflación y la moderación salarial que les viene imponiendo la patronal con el beneplácito de las burocracias sindicales. Como dijera el jefe de Transnet, Norbert Hansen, “lo único que puedo notar es que la dirección de la huelga del GDL no es más el amo de la situación”.
Ante la espada patronal y la pared obrera, la dirección del GDL se ha visto obligada a mantener una posición firme, si bien las señales de distensión hacia la patronal no han faltado. Así es como ante la nueva oferta de la patronal, que según los burócratas del GDL es “en todo caso insuficiente”, habrá conversaciones con los directivos de laDB y no habrá más huelgas de maquinistas hasta el próximo jueves. Haciendo coro de los miedos que quieren propagar los medios de comunicación burgueses, para el jefe del sindicato GDL, Manfred Schell, militante democristiano y ex parlamentario del CDU, si las conversaciones no arrojaran resultados “se podría parar nuevamente” pero en ese caso, “el GDL tendría que contar con perder la simpatía de los clientes de las ferrovías”, por esto es que “no queremos parecer huelguistas furiosos que no reflexionan sobre la oferta”.Y es que a pesar de la campaña mediática contra la huelga, que pinta un panorama apocalíptico para la economía alemana con la consiguiente pérdida de muchos puestos de trabajo, la población apoya las exigencias de los maquinistas.
Al cierre de esta edición el resultado de esta lucha aún sigue abierto. Si los trabajadores lograran imponer su voluntad, lo habrán hecho incluso contra la voluntad de sus dirigentes, anunciando vientos nuevos para la lucha de clases en Alemania.
En Alemania existen grandes sindicatos por sector: “ver.di” para los empleados de servicios, “IG Metall” para los metalúrgicos y “IG BCE” para los petroquímicos.
En el caso de los ferrocarriles existen tres sindicatos en los cuales se organizan los trabajadores de la Deutsche Bahn:
– 1)Transnet, que agrupa al grueso de los empleados en estaciones, boletería y trabajadores de vías.
– 2) GDBA, que representa a los empleados estatales que fueron absorbidos antes de la privatización de los Ferrocarriles Federales en 1994.
– 3) GDL, Sindicato de Maquinistas Alemanes, que agrupa a los maquinistas, cobradores y camareros de trenes.
Los dos primeros se agruparon en una “comunidad tarifaria” (convenio salarial) pactando con la patronal un aumento salarial del 4,5%. Es importante destacar que cada sindicato plantea sus exigencias pero sólo para sus representados.
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