La huelga ha sido muy fuerte en el transporte terrestre, el eje del ataque (del gobierno) de Sarkozy sobre los “regímenes especiales”, y la columna vertebral del movimiento obrero francés de hoy día, sobre todo los ferroviarios. El éxito de la convocatoria de los sindicatos ha sido particularmente evidente en los trenes, puesto que sólo el 5% de los trayectos programados en el país han circulado, y la dirección de la compañía de ferrocarril SNCF ha reconocido que casi las tres cuartas partes de sus trabajadores (73,5 %) se habían sumado al paro. Este porcentaje es más alto que la huelga de 1995, secundada por un 67% en el momento más duro del conflicto, lo que demuestra la masividad de la actual medida. A su vez, el transporte urbano se ha visto “fuertemente perturbado” en París -con la mayor parte de las líneas del metro paralizadas o casi-, pero también en buena parte de las 28 otras ciudades donde los sindicatos habían lanzado la convocatoria. La única línea que “andaba” bien fue la 14 que está totalmente automatizada.

Sin embargo, lo más significativo es que ha habido numerosas asambleas en ferroviarios en las que se ha votado continuar la huelga, e impulsada en gran medida por SUD-Rail y FO, en contra de la opinión de la dirección mayoritaria de la CGT que proponía sólo un “paro de 24 hs.”. Este es el caso de todos las gares de Paris así como también de Lyon y Marseille. Lo más probable es que muchos trenes (y también se estima la continuidad de problemas en el Metro) sigan en paro mañana. Esto es muy alentador, muestra el ánimo de la base a luchar más en serio pero todavía no es el inicio de una huelga por tiempo indefinido. El lunes se prevén nuevas asambleas.

En la marcha en Paris hubo unas 25.000 personas, fundamentalmente la CGT (ferroviarios, metro, colectivos y electricidad, estos últimos también afectados por las medidas anti-jubilaciones de Sarkozy). En toda Francia se realizaron manifestaciones (130 en total) en varias grandes ciudades -que según la policía reunieron 150.000 personas y 300000 según los sindicatos-. También ha habido huelgas de solidaridad en sectores no directamente afectados por los regímenes especiales, como correos, Telecom, las oficinas del desempleo (los empleados de estas oficinas, Assedic y ANPE, se oponen a un plan de fusión de ambos organismos) o la educación, pero allí el seguimiento ha sido reducido.

El gobierno, aunque mantuvo un perfil conciliador, insistiendo el ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, en que la reforma “será progresiva” en los regímenes especiales y que “la huelga no impide el diálogo”, no está dispuesto a ceder nada esencial. El mismo agregó que sin la reforma, “nadie puede garantizar” que los acogidos a esos regímenes podrán cobrar sus pensiones “en cinco, diez, o quince años”. Por la mañana, el portavoz del Ejecutivo, Laurent Wauquiez, lo había dicho con términos más claros: “no podemos ceder” en el aumento del periodo de cotización que da derecho a una pensión completa de esos trabajadores, que con la reforma debe pasar de 37,5 años a 40 para equipararse con los del régimen general. Por su parte, Bernard Thibault, secretario general de la CGT ha llamado al gobierno a abrir “negociaciones reales”. En la próxima semana seguro habrá reuniones del gobierno con los popes sindicales.

Por último, es significativo que esta huelga en Francia se haya dado con la continuidad de la huelga de maquinistas en Alemania, el primer conflicto que muestra una clara ruptura con la política de moderación salarial de todos estos años. Un verdadero punto de inflexión para el principal país de Europa.