Preparemos una gran marcha nacional este 20 de diciembre en Plaza de Mayo
“Habrá que intentar contener los costos, buscar un pacto social del que tanto se habla, que es una necesidad empresarial” declaró el directivo de Repsol, empresa que empujó las subas de las naftas y el gas oil más de un 16% desde que ganó Cristina. Repsol es una de las 10 empresas más “prestigiosas” instaladas en Argentina (foto), según acaba de anunciar una encuesta publicada por el diario Clarín. Pero son 500 las grandes empresas que han duplicado sus ganancias desde que asumió Néstor Kirchner. Más del 70% son de capital extranjero mostrando el avance de las multinacionales en el “modelo productivo” de los K. La mayoría están orientadas a la exportación y aprovechan los bajos salarios, los subsidios estatales para extraer los recursos naturales no renovables como el petróleo y minerales. Otras reparten su producción entre la exportación y el “boom” de consumo de las clases altas y medias, como las automotrices que hasta acaban de ubicar a uno de sus hombres en el gobierno, como el nuevo embajador de Cristina en Francia, Luis Ureta Sáenz Peña, máximo directivo de la Peugeot. El Pacto Social es para ellos y, según sus necesidades, quieren imponer las condiciones para acordar topes al salario con la CGT de Moyano y los jerarcas de los sindicatos. A los trabajadores que luchan contra la superexplotación, los bajos salarios y el trabajo en negro los apalean brutalmente como en textil Pagoda en San Luis, los reprimen como a los fileteros de Mar del Plata, o intentan dejarlos en la calle como en el Casino Flotante de la Capital. Hay que rodear de apoyo a todos los que luchan y prepararse para enfrentar el pacto con una primera marcha nacional este 20 de diciembre a Plaza de Mayo.
El jefe de gabinete Alberto Fernández, insistió que el Pacto Social es “una forma de pensar en el largo plazo” y que la discusión de aumentos salariales “se solucionen en las paritarias”. Coincidiendo, Moyano sostiene que “en el Pacto Social los salarios no están en discusión” porque “los trabajadores los discutimos a través de las paritarias”. ¿Esto significa que las paritarias serán libres de todo techo al salario o condicionamiento por el acuerdo “de largo plazo”? Todo lo contrario.
El marxista Antonio Gramsci diría que mientras con el Pacto Social las clases dominantes ensayan una “gran política” de Estado, reservan en él, para los sindicatos, el lugar subordinado de la “pequeña política” (ver destacado).
Así es que, por ejemplo, en el acuerdo de Aerolíneas Argentinas y Austral, que se presentó como “prueba piloto” del Pacto Social, los sindicatos hacen esfuerzos y subordinan la discusión de salarios y condiciones de trabajo, que se harán aparte, al “objetivo superior” de que el Grupo Marsans se convierta “en la principal empresa de Iberoamérica”, según lo que declaran sus dueños por lo que piden “paz social por 5 años”, buscando terminar con los conflictos que interrumpen los vuelos para darle “seguridad” y “previsibilidad” a las inversiones extranjeras.
Otra muestra sobre esto mismo se está aplicando en la llamada Mesa de Competitividad de las Pymes metalúrgicas, integrada por la patronal de ADIMRA, la UOM y el Ministerio de Trabajo. Se reúne desde agosto de este año, abarca 24.000 empresas correspondiente a 36 sectores metalúrgicos, y según el jefe empresario Juan Carlos Lascurain de la UIA: “Es una buena experiencia porque no sólo se debe hablar de salarios y de precios sino también de competitividad en el sentido más amplio. Y esto significa hablar de metas de exportación, de agregar valor a nuestras ventas, de innovar y acercar la investigación y la universidad a las empresas. Para eso se necesita más financiamiento y en definitiva esto se va a traducir en mejores salarios” (2/11).
Es decir, que la gran política de la clase capitalista es que el cuestionamiento de la clase trabajadora se reduzca a “cuestiones parciales y cotidianas” en el marco de las condiciones impuestas por las clases dominantes que se reservan la exclusividad de las cuestiones estratégicas y de fondo. Por ello, lo fundamental del Pacto Social es la imposición de la “paz social”, la suspensión de la lucha según intereses de clase, las movilizaciones y las huelgas, a cambio de un compromiso permanente entre el capital y el trabajo bajo la tutela del Estado, en pos de intereses que se presentan como “colectivos”, pero son los intereses de la clase dominante.
Un pacto para conservar la alta rentabilidad empresaria
Así como en los años ‘90, el discurso “de Estado” era que detrás del capital financiero y la libertad de mercado, Argentina entraría al “primer mundo” y la riqueza de los de arriba se “derramaría” sobre los trabajadores y el pueblo; el nuevo engaño es que esto vuelve a ser posible pero, esta vez, mediante la colaboración permanente con el Estado y los empresarios, para mejorar la inversión capitalista que es como llegarán después, nos dicen, los mejores salarios y condiciones de vida y de trabajo.
“Lo defino como un acuerdo de carácter estructural en el cual se definan metas, objetivos cuantificables y verificables, siempre basado en este modelo. Y luego de ese acuerdo estructural global, ir sectorialmente sobre cada actividad, porque no son las mismas necesidades ni posibilidades las de cada sector (...) En Alemania hay acuerdos entre empresarios, sindicatos y Estado”, dijo Cristina Kirchner a Página/12 (25-11). Omitió el detalle que justamente son los sindicatos alemanes de maquinistas ferroviarios los que están protagonizando duras huelgas hace semanas y declaran: “desde hace casi diez años que para los conductores de tranvías se suceden recortes salariales uno tras otro”, y “para muchos alcanza sólo para el alquiler y lo imprescindible”.
Si así es en un país imperialista como Alemania, aún más en la semicolonia argentina que presenta para los capitales extranjeros que invierten fundamentalmente para la exportación la “ventaja competitiva” de los bajos salarios nacionales. Después que el primer mandato de los Kirchner desvió la situación de crisis nacional abierta con el fracaso del “modelo” de la convertibilidad, la clase dominante pretende ahora embarcar a los trabajadores en una nueva empresa tan ruinosa como la anterior. Lejos de lo que dice Cristina que esto es “la contracara del modelo de transferencia de recursos y riquezas de los ’90”, el Pacto Social pretende conservar, institucionalizar, las conquistas de la clase dominante durante el neoliberalismo, como las privatizaciones y la apertura a la inversión de capitales imperialistas, así como sus logros más recientes de alta rentabilidad a partir de la devaluación, el dólar alto y los bajos salarios.
Independencia de los trabajadores ante el Pacto Social
Los marxistas consideramos las convenciones colectivas de trabajo y las paritarias como un momento de negociación entre el capital y el trabajo, pero dentro de la perspectiva que el capitalismo obligará a una mayor lucha de clases buscando, por todos los medios, avanzar sobre las conquistas de los trabajadores. Desde esta perspectiva buscamos, mediante la lucha, establecer la mejor relación de fuerzas posible para imponer a las patronales el mayor piso de conquistas. Por eso proponemos una “paritaria única nacional”, pero con delegados votados por los trabajadores y un plan de lucha de los sindicatos con el objetivo de establecer como piso un salario equivalente a la canasta familiar y la efectivización de los contratados y trabajadores en negro, y no para discutir un techo ni aumentos condicionados por la productividad.
Si esto es así en negociaciones parciales como las paritarias, de ninguna manera, entonces, los trabajadores pueden aceptar una institución de colaboración permanente con el Estado y los empresarios como es el Pacto Social. Los trabajadores no pueden asumir como propios los problemas de sus respectivas patronales en relación a la tecnificación, organización del proceso productivo y menos comprometerse a superexplotarse con ritmos mayores de trabajo, cuestiones todas que hacen al aumento de la productividad del trabajo. _ El Pacto Social pretende no sólo esto sino que toda la clase trabajadora, “representada” por las cúpulas sindicales, asuman como propios los intereses del conjunto de la clase empresaria en pos del “desarrollo nacional” que es, en realidad el crecimiento de las ganancias capitalista en base a la mayor explotación obrera. Tanto la CGT y aún la dirección de la CTA con su propuesta de “Paritaria Social Permanente”, pretenden que los intereses de la clase trabajadora se diriman con la participación de las organizaciones obreras en organismos de conciliación junto a las patronales y el Estado, y no mediante su acción independiente.
Una gran marcha nacional contra el Pacto Social el 20 de diciembre
Proponemos en todos los sindicatos, empezando por los cuerpos de delegados, comisiones internas y seccionales opositoras, una moción de rechazo al Pacto Social. Esto incluye, en primer lugar, el apoyo a los actuales conflictos y la defensa de los nuevos delegados y dirigentes surgidos desde abajo, que las patronales y el matonaje de las patotas sindicales, con el aval del Ministerio de Trabajo, no dejan de acosar. La consolidación del Pacto Social significará más duras condiciones para los que luchan y un intento de restaurar la autoridad patronal en las empresas donde los trabajadores han conquistado nuevas organizaciones que no obedecen a las direcciones oficiales de la burocracia gremial. Recientemente la justicia falló contra los delegados de la imprenta AGR-Clarín por la ocupación de la planta hace un año atrás, con el argumento de estar en la “ilegalidad” realizando una medida que no sigue las directivas del gremio: “Hubo un cambio de jurisprudencia y sospechas de un anticipo de lo que ocurrirá en 2008 si las bases no acatan el pacto social y van por más salario”, sostiene el diario Cronista Comercial. De la misma manera la patronal del Casino Flotante y el ministerio de Tomada tienen en la negativa del gremio Aleara de llamar a un paro por los despedidos, el mejor argumento contra los delegados de base no alineados con la conducción oficial.
Mientras la CGT juega usualmente el rol de rompehuelgas, Yasky de la CTA ha declarado que “ha perdido las esperanzas” que el gobierno otorgue la personería a la central, pero que no obstante dejará en un segundo plano ese reclamo para “no obstaculizar” el Pacto Social.
Proponemos especialmente a las seccionales del gremio docente opositoras a Yasky, como Aten en Neuquén, Adosac en Santa Cruz y las seccionales del Suteba en Buenos Aires, así como a los sectores que en ATE se oponen al Pacto Social, reclamar que el Congreso nacional de la CTA del 4 y 5 de diciembre vote resueltamente un rechazo explícito de la central. Necesitamos oponer al Pacto Social de los Kirchner una “gran polà¬tica” de los trabajadores. Una oposición que unifique todos los reclamos de las luchas en curso, promueva la renovación de las comisiones internas y cuerpos de delegados y luche por una paritaria nacional única con delegados de base, por un salario igual a la canasta familiar, el pase a convenios de los contratados y el fin del trabajo en negro. Un bloque de independencia de clase que proponga un programa obrero y popular, desde el control de precios por comités de vigilancia de trabajadores y consumidores populares, hasta la anulación de las leyes laborales de los 90 y de las privatizaciones de los recursos claves del país, para imponer su nacionalización bajo administración de los trabajadores.
Este 20 de diciembre, a seis años de las jornadas revolucionarias de 2001, es una buena oportunidad para comenzar a agrupar en la calle a todas las organizaciones y sectores combativos en una primera demostración de fuerzas. Nuestra propuesta es organizar desde ahora, desde los lugares de trabajo y con todas las organizaciones combativas y de lucha, una gran marcha nacional contra el Pacto Social en Plaza de Mayo.
Gran Política y Pequeña Política
“La gran política comprende las cuestiones conexas con la fundación del nuevo Estado, con la lucha por la destrucción, la defensa, la conservación de determinadas estructuras orgánicas económico-sociales. La pequeña política, comprende las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean al interior de una estructura ya establecida para la lucha por la preeminencia entre las distintas fracciones de una misma clase política. Es, por lo tanto, una gran política, la tentativa de excluir a la gran política del ámbito interno de la vida estatal y de reducir todo a política pequeña.”
Antonio Gramsci, en ‘Notas sobre Maquiavello, sobre la política y sobre el Estado moderno’.
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