Por tercera vez desde 1994 Berlusconi se apresta a asumir como Premier. A la cabeza de una coalición parlamentaria conformada por sus aliados históricos, el “postfacista” Fini, hoy en día integrante del nuevo partido de las derechas italianas, el Pueblo de las Libertades (PdL) y Umberto Bossi, de la ultraracista Liga Norte que obtuvo muy buenos resultados en las regiones septentrionales del país, Berlusconi ganó las elecciones anticipadas que se celebraron el 13 y 14 de abril.
Este nuevo triunfo de Berlusconi y la derecha italiana sólo se puede explicar por la catástrofe que representó para las capas populares el precedente gobierno de centro izquierda liderado por Prodi y porque el Partido Democrático (PD), la formación “moderada” de centroizquierda encabezada por Walter Veltroni, que buscó separarse no sólo de los “comunistas” sino incluso de la tibia socialdemocracia para emular al Partido Demócrata norteamericano, fue prácticamente indistinguible de la derecha.
El resultado de las elecciones también mostró un fortalecimiento de una tendencia al bipartidismo : el 85% de los votos se polarizaron entre el PD que obtuvo el 38% y el PdL que obtuvo el 47%. Esto redujo el número de fuerzas políticas con representación parlamentaria. Si bien este puede ser un elemento de estabilidad en el altamente inestable sistema de gobierno parlamentario italiano, la alianza entre Berlusconi y la Liga Norte puede romperse, si esta última, envalentonada por su importante caudal electoral, insiste en transformar en realidad su programa “federalista” y xenófobo, que busca separar al norte rico del sur pobre del país.
Berlusconi, la gran patronal y la Unión Europea
Aún a sabiendas de que una eventual victoria de Veltroni era una apuesta difícil de ganar, los sectores más concentrados del capital y la gran patronal italiana apoyaron sin embargo indirectamente a la centroizquierda como ya lo habían hecho abiertamente durante las elecciones de 2006 con Prodi. Esta orientación estuvo dictada por la mayor cohesión europeísta y propatronal de conjunto del proyecto veltroniano y sus relaciones privilegiadas con la burocracia sindical. Esto es así porque Berlusconi no es garantía para la gran patronal de que se hagan las “reformas” económicas y sociales que reclaman para recuperar la rentabilidad y solucionar la crisis económica que hoy azota al país. Esta relativa desconfianza en la capacidad de Berlusconi se debe a que en sus dos mandatos anteriores no pudo avanzar con estas medidas. No casualmente Montezemolo, el líder de la central patronal Confindustria, ya está presionando a Berlusconi recalcando que están dadas todas las condiciones de “gobernabilidad” para llevar adelante las políticas de ajuste que requieren los capitalistas italianos.
Para la gran burguesía en efecto, el mayor problema con la coalición berlusconiana es que tanto el mismo Cavalliere como sus aliados de la Liga Norte permiten la defensa de ciertos intereses particulares, regionales e incluso personales de sectores de la burguesía en los cuales no se reconoce el gran capital italiano.
Para la Unión Europea, Berlusconi y Bossi no sólo aparece como una derecha poco seria, xenófoba y homofóbica, sino también como una posible “peligro” por su demagogia electoral para las políticas de disciplina fiscal exigidas por el Banco Central Europeo. En esta política probablemente Berlusconi busque al presidente derechista francés Nicoás Sarkozy como aliado, al igual que en su orientación más pronorteamericana. Aparentemente, Berlusconi intentaría mejorar esta imagen nombrando como Ministro de Relaciones Exteriores a Franco Frattini, hasta ahora comisionado en la Unión Europea pero a la vez con buenas relaciones con Estados Unidos.
Para tranquilizar la gran patronal Berlusconi ya anunció que los italianos tienen que prepararse para soportar medidas impopulares y difíciles.
La debacle de la izquierda reformista
La mayor debacle la sufrió la Izquierda Arcoiris encabezada por Fausto Bertinotti. Esta coalición recientemente formada por Refundación Comunista (PRC), los Comunistas Italianos (PdCI), los Verdes y un sector que de los ex-Demócratas de Izquierdas (DS) obtuvo solamente el 3% lo que la dejó fuera de la cámara de diputados y de senadores al no haber obtenido el piso del 4 y 8% respectivamente.
Para apreciar las dimensiones de la catástrofe que ha sufrido Refundación Comunista, recordemos solamente que Bertinotti era hasta las últimas elecciones el presidente de la Cámara de Diputados, y que los partidos que ahora integran la Izquierda Arcoiris pasarán de tener 38 senadores y 72 diputados a no tener ningún representante en la próxima legislatura.
Esta derrota electoral de Refundación Comunista y sus aliados, demuestra el fracaso de las políticas oportunistas de la izquierda reformista y de aquellos que presentaban a Refundación como el paradigma de los “partidos amplios” y “anticapitalistas”. Refundación pagó muy caro la integración a la coalición de gobierno de la Unión y su participación activa en el gobierno burgués de “centroizquierda” de Prodi, un gobierno profundamente antipopular y guerrerista que no sólo no retiró el contigente italiano de Afganistán sino que fue uno de los artífices de la actual operación de ocupación del Líbano (misión Unifil II). De esta forma, Refundación Comunista dilapidó en pocos meses su capital político acumulado a lo largo de los años en la Italia de las grandes huelgas generales y del imponente movimiento antiguerra de los años 2001-2003.
El desencanto electoral con Refundación dejó un relativo espacio a izquierda y permitió que dos grupos trotskistas -el Partido Comunista de los Trabajadores (PCL) y Sinistra Crítica- que se presentaron a elecciones por primera vez como fuerzas separadas de Refundación Comunista, obtengan respectivamente el 0,5 y 0,4% de los votos. El triunfo de Berlusconi expresa claramente un giro a la derecha en la situación política. Incluso la Liga Norte obtuvo una porción importante de sus votos entre sectores de trabajadores, ex votantes de la centroizquierda del PD y que ahora buscan la solución a la grave situación económica en la derecha y su propaganda populista y demagógica.
Pero pese a la amplia victoria obtenida, esto no significa que le vaya a ser sencillo a Berlusconi gobernar y aplicar sus planes. No sólo pueden estallar nuevamente las diferencias entre los socios de la coalición sino que por abajo, puede resurgir la movilización obrera y popular que ha caracterizado a Italia durante los últimos años.
La clase obrera ha protagonizado acciones muy importantes contra el anterior gobierno de Berlusconi, como las huelgas generales y lucha contra la reforma del artículo 8 del Estatuto de los trabajadores que introducía la precarización laboral. También los jóvenes que participaron masivamente en el multitudinario movimiento antiguerra.
Esas experiencias fueron canalizadas en su momento por las falsas promesas de la centroizquierda de Prodi, apoyada por Refundación Comunista. De lo que se trata ahora es de preparar los futuros combates contra Berlusconi y la derecha, sacando la conclusión de que es necesaria una política obrera independiente y una alternativa de izquierda verdaderamente revolucionaria.
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