Para fines de mayo, la Juventud de Izquierda Revolucionaria - Fracción Trotskista (JIR-FT) realiza su 1ª Conferencia Nacional. Tras los últimos años en la batalla por desarrollar un corriente revolucionaria obrera y socialista, la Juventud de Izquierda Revolucionaria entra en una nueva fase de construcción. Junto a trabajadores de diversas fábricas del país como Sidor, Sanitarios Maracay, Pdvsa, trabajadores de la Universidad y de dependencias públicas, y jóvenes estudiantes, realiza esta 1ª Conferencia Nacional con el objetivo de lanzar una nueva liga obrera revolucionaria en el camino de la construcción de un potente partido obrero revolucionario en el país. Trabajadores de diversas tradiciones y experiencias políticas se unen a una camada de jóvenes que en los últimos años han venido levantando y peleando a brazo partido por una política independiente de la clase obrera y todos los sectores explotados y oprimidos.
Chávez habla en nombre de una “revolución”, pero no hay tal. A pesar de sus denuncias contra la oligarquía y el tono “antiimperialista” en sus discursos, en todos estos años de gobierno y pese a la enorme movilización obrera y popular que derrotó todas las ofensivas de la reacción proimperialista, no tocó la propiedad y el poder de la burguesía, ni siquiera de los sectores más ferozmente golpistas. La tierra sigue en manos de los latifundistas y el país, a pesar de sus ingentes riquezas petroleras, no ha superado la pobreza, el desempleo, los bajos salarios y la gran carencia de viviendas. No ha tocado las posiciones fundamentales de los terratenientes y capitalistas venezolanos, y ha constituido en socias a las transnacionales vía las empresas mixtas como en el sector del petrolero y otras ramas de la economía. Lo que estamos presenciando, en el caso de las transnacionales, y las llamadas nacionalizaciones, más que un “avance al socialismo”, es una recuperación parcial para la órbita estatal de sectores de la economía que fueron rematados durante la ola privatizadora de los años ’90, aprovechando los altísimos ingresos petroleros de hoy. En eso se parece al plan implementando en los setenta, pero con la salvedad de que no se trata de una reversión total, ya que las transnacionales se quedan con sus lucrativos negocios, manteniendo importantes paquetes accionarios, que llegan en algunos casos al 40%. Por este contenido y porque no se trata de expropiaciones sin indemnizaciones ni pago, es que llamamos a estas medidas del gobierno “seudonacionalizaciones”. Más aún, estas medidas en nada implican liberación social alguna de los trabajadores, que siguen subordinados y explotados, en el marco del “desarrollo nacional” que pregona Chávez.
El programa que se necesita para derrotar a la burguesía y el imperialismo es opuesto al que levanta Chávez. Sin afectar la propiedad de la burguesía y romper con el imperialismo no hay posibilidad de garantizar siquiera una ampliación genuina de los derechos y libertades democráticas de las masas. El fin de la sangría nacional provocada por la explotación imperialista y de la desigualdad social existente no puede darse sin la expropiación de los grandes grupos económicos -y de los grandes propietarios agrícolas-, al revés de lo que pretenden los llamados a lograr una “distribución más equitativa de la riqueza”.
Los socialistas revolucionarios, que llamamos a enfrentar junto a las masas todo ataque de la reacción y el imperialismo, sostenemos que no se puede dar apoyo político a Chávez, y que la clase obrera debe intervenir con una política de clase, independiente. Es necesario levantar una política revolucionaria para movilizarse y organizarse en forma independiente de la tutela del chavismo. Para soldar la unidad obrera y popular y luchar por una salida que enfrente al viejo régimen y el proyecto de Chávez, la clase obrera tiene que levantar un programa que incluya las demandas democráticas radicales, que contemple la ruptura de todos los pactos políticos que atan a Venezuela al imperialismo. Que barra con las fuerzas represoras como las FAN y la policía, que apunte a la disolución de los organismos de seguridad del Estado, así como también la odiada Guardia Nacional y las reemplace por verdaderas milicias obreras y populares, una profunda reforma urbana y una revolución agraria.
Por eso, la clase obrera, hoy más que nunca, necesita intervenir en forma independiente con sus métodos levantando un programa antiimperialista y anticapitalista para acaudillar al pueblo pobre y la base del ejército para preparar el seguro enfrentamiento entre las ilusiones de las masas y las pretensiones bonapartistas del gobierno de Chávez. Esta política debe estar ligada a la estrategia de impulsar la autoorganización de los trabajadores, y el desarrollo de los organismos de democracia directa para la lucha por consejos obreros y de los pobres de la ciudad y el campo, apoyados en milicias obreras y populares. El desarrollo de esta estrategia de autoorganización de los trabajadores y de milicias obreras y populares, les permitirá a los trabajadores y el pueblo ligar crecientemente la resolución de sus demandas democráticas a la lucha por el poder, y será un instrumento para separar a los trabajadores y el pueblo de la influencia del chavismo y los reformistas. La clase trabajadora debe levantar un programa que dé salida a las necesidades más agobiantes de las masas populares.
Sólo un proyecto liderado por la clase trabajadora, rompiendo todas las cadenas que nos atan al imperialismo, podrá dar pasos adelante hacia una verdadera independencia nacional desarrollando una economía en beneficio de los productores directos. Sólo los trabajadores, que no tienen nada que perder, serán capaces de llevar al país a la verdadera liberación nacional, y no caudillos burgueses nacionalistas por muy de izquierda que se pinten o por mucha retórica petardista que declamen contra los males a que nos condena el sistema capitalista. Por eso afirmamos que ante la grave situación en la que se juega el destino de la clase obrera y del país, los trabajadores necesitan forjar su propia salida. Sólo un gobierno de los trabajadores y del pueblo pobre, basado en las organizaciones de las masas y defendido por las milicias de los trabajadores, irá hasta el final en la resolución de los graves problemas que aquejan a los trabajadores y el pueblo pobre de Venezuela.
Por eso afirmamos que el punto de partida de toda lucha consecuente es plantear abiertamente una posición política de principios, obrera y socialista, que no puede ser otra que la independencia política de los trabajadores frente al gobierno de Chávez. Unidad de acción contra los ataques de la reacción no puede significar darle apoyo político, incluso al hacer unidad de acción en casos de ataques de la reacción, se trata de luchar contra esta con los métodos propios de la clase trabajadora. Desgraciadamente la mayor parte de la izquierda, incluyendo algunos que se dicen del movimiento trotskista como Marea Socialista, la CMR, le dan su apoyo, alimentando ilusiones en la posibilidad de "presionar" para hacerlo “avanzar” hacia el “socialismo", u otros sectores como la recién constituida Unidad Socialista de Izquierda (USI) que ha venido teniendo una política zigzagueante, sumándose a la campaña de los “10 millones de votos” de Chávez en las presidenciales de 2006, o el pequeño grupo ligado al PSTU que se sumó en las presidenciales al voto por Chávez y luego llamó a votar por el NO como toda la oposición burguesa en el referendo de la Reforma Constitucional propuesta por este en 2007. Con esto sólo contribuyen a dificultar la experiencia de los trabajadores con el chavismo y la diferenciación política de la vanguardia obrera y popular, y de los trabajadores en general.
Por eso es necesario poner en pie un partido obrero revolucionario, independiente del chavismo, pues sólo la clase obrera, bajo su propio programa y encabezando a la nación oprimida, puede llevar hasta el final la lucha contra la burguesía y el imperialismo, la liberación nacional y el socialismo. La lucha por un reagrupamiento obrero revolucionario, es esencial para ir hasta el final en la lucha contra la reacción burguesa e imperialista y superar las limitaciones de la dirección chavista, absolutamente incapaz de avanzar hacia la liberación social y nacional. En esta 1ª Conferencia Nacional, en donde fundaremos una nueva liga obrera revolucionaria, estaremos discutiendo que el partido revolucionario que es necesario construir tiene que buscar expresar en cada momento las tendencias más avanzadas de la clase trabajadora, tratando de superar las divisiones que son alentadas por la clase dominante y las burocracias sindicales. Puede realizar esto porque su programa parte de una comprensión lo más acabada posible de las tendencias generales del desarrollo capitalista y sus contradicciones y de que intenta condensar lo mejor de las experiencias realizadas internacionalmente por la clase obrera en la lucha por su emancipación social, de forma tal de no tener que empezar de cero ante cada nueva lucha.
Son este conjunto de cuestiones estratégicas de primer orden que abordaremos en esta 1ª Conferencia Nacional.
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