El pasado lunes 9 de junio, decenas de miles de trabajadores, juntas de vecinos, sectores populares y campesinos, aproximadamente 100.000, se movilizaron a las puertas de la embajada norteamericana en La Paz, para repudiar la decisión de este país de otorgar asilo político al asesino Sánchez Berzain, quien tiene como defensor al asesor del presidenciable demócrata Barack Obama, y exigir “justicia” a los familiares y a las víctimas de la represión en octubre del 2003. Esta decisión se produjo luego de las manifestaciones de racismo desplegadas en la ciudad de Sucre donde una treintena de campesinos de origen quechua, fueron obligados a marchar desnudos y arrodillados mientras eran insultados por la “blanca” y “culta” Charcas [1].
Con los gritos de “fuera yanquis de Bolivia”, “Estados Unidos, asilo de asesinos” y con la demanda de “Expulsión” de la delegación diplomática, la vanguardia de la marcha fue reprimida ante la exigencia de que la bandera norteamericana fuera arriada o por lo menos que el embajador Goldberg saliera a explicar la decisión de su país de proteger a los imputados de cerca 80 asesinatos y casi 500 heridos durante la “Guerra del Gas”.
El “guiño” del MAS
La movilización, la más importante y radical desde las jornadas de mayo y junio del 2005, es la expresión de las múltiples contradicciones que se vienen desarrollando no sólo entre el movimiento de masas y la imparable ofensiva de la derecha cívica con los referéndum autonomistas y la violencia en Sucre, sino también entre esta ofensiva y el virtual estancamiento de la política de diálogo y negociación del MAS.
El gobierno dejó correr la iniciativa de las organizaciones sociales alteñas, especialmente la COR (Central Obrera Regional) y la FEJUVE (Federación de Juntas Vecinales), de llevar adelante una jornada de movilización y paro cívico contra el racismo, más después de lo acontecido en Sucre y el creciente descontento ante la insatisfacción de las demandas obreras, campesinas y populares de octubre del 2003. Era necesario liberar algo de la presión acumulada luego de dos años y medio de contención y cooptación de las direcciones del movimiento de masas y la pasivización provocada en los trabajadores y el pueblo.
Por otro lado, la destitución de cinco comandantes de la policía luego de la represión desatada en la embajada, es un claro mensaje a las organizaciones patronales, de la derecha política como PODEMOS y de la derecha cívica, intentando presionar con movilizaciones “controladas” para que de una vez se sienten a dialogar y logren alcanzar algún acuerdo que distienda la polarizada situación política. En el mismo sentido van las amenazas de exigir visas a los ciudadanos europeos para ingresar al país y las felicitaciones por parte de Evo a los marchistas del lunes.
¡Hay que retomar la agenda de octubre!
La movilización antiimperialista del lunes 9, es una señal de la impaciencia que empieza a recorrer a los sectores populares ante la recuperación de la “derecha” y sus manifestaciones de violencia racial en Santa Cruz y Sucre, el alza del costo de vida, el virtual congelamiento salarial, la inexistencia de tierra y territorio para los pueblos originarios y las comunidades campesinas. La huelga y movilización convocada por la COB para el próximo 16 de junio es parte del intento de la burocracia sindical de descomprimir la situación mediante medidas no preparadas ni discutidas democráticamente en asambleas de base.
En varias organizaciones obreras y populares se está empezando a discutir la necesidad de recuperar la agenda de octubre, lo que implica la lucha por la nacionalización sin pago de las petroleras y de todos los recursos naturales (minería, madera, etc.), la reversión al Estado de las mal llamadas “capitalizadas”, salario, trabajo, tierra, etc. Desde la LOR-CI, consideramos un primer paso que ya se empiece a discutir este programa, aunque esto no es suficiente. Para lograrlo es necesario recuperar los sindicatos, federaciones y confederaciones, hoy en manos de burócratas colaboracionistas con el gobierno en el occidente y con la burguesía cívica en el oriente, expulsándolos y desarrollando la más plena democracia obrera al interior. Un primer paso debe ser la exigencia de adelantar el congreso de la COB, imponiendo la participación democrática de los nuevos sindicatos y organizaciones surgidas en estos últimos años.
Desde la LOR-CI nos ponemos al servicio de esta urgente tarea que tiene planteada el movimiento de masas.
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