El rescate de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, de tres norteamericanos y 11 policías y militares en un operativo militar, ha puesto nuevamente a Colombia en la primera plana de la prensa internacional. Presentamos a continuación una entrevista a Eduardo Molina, miembro de la Liga Obrera Revolucionaria-Cuarta Internacional (LOR-CI) de Bolivia, que amplía el reportaje realizado en el programa de radio Pateando el Tablero de Argentina.
El rescate de Ingrid Betancourt tuvo un gran impacto en los medios de todo el mundo...
Evidentemente este hecho tiene grandes consecuencias políticas no sólo dentro de Colombia sino en el ámbito internacional. La operación fue un montaje cuidadosamente preparado por el ejército colombiano, con la segura colaboración y orientación de los servicios de inteligencia norteamericanos y posiblemente también israelíes. No parece casual que el candidato republicano McCain estuviera en Bogotá precisamente en ese momento. Habría que aclarar, además, el papel que jugaron el gobierno de Sarkozy y otros actores internacionales en este episodio. Haciendo una primera lectura política, lo primero que muestra este hecho es que significa un importante espaldarazo a Uribe en un momento en que lo necesitaba desesperadamente porque el régimen colombiano venía sufriendo una serie de escándalos relacionados con la “parapolítica” y el “narcotráfico” (hay decenas de parlamentarios presos o enjuiciados), lo que compromete a Uribe mismo y su entorno, y hasta el Congreso norteamericano había postergado indefinidamente el tratamiento del TLC al que estaba jugado Uribe (ver La Verdad Obrera N° 284 y 279). Ahora se ha anotado un triunfo importante y está en mejores condiciones para intentar una nueva reelección.
A nivel regional, el rescate militar de Betancourt beneficia también la estrategia más general del Estado colombiano, que se ubica como agente económico, político y militar de EE.UU. en Sudamérica y a los métodos duros en nombre de una supuesta guerra contra el “narco-terrorismo”, los que podrían ser utilizados para intervenir de la mano del imperialismo contra cualquier levantamiento revolucionario o en crisis políticas en la región.
¿Y qué indicaría este hecho sobre la situación de las FARC?
Después del asesinato de Raúl Reyes en una acción militar en territorio ecuatoriano hace poco, la muerte de Tirofijo y otros golpes asestados a la guerrilla, es un golpe muy duro y parece mostrar un salto en el grado de debilitamiento de las FARC. En una operación de las características de la realizada parecen converger varios factores, entre ellos, el debilitamiento de la cadena de mando de las FARC y quizás la desmoralización de algunos sectores y cuadros dirigentes, sin descartar la posible infliltración o soborno a los encargados del grupo de rehenes que insinúan varias informaciones de prensa.
Sin embargo, el problema de fondo es la situación de “callejón sin salida” a la que ha llevado la estrategia guerrillerista de las FARC, completamente alejada de las necesidades de la movilización de masas y empleando métodos que -como los secuestros-, resultan contraproducentes y le dan pasto a la hipócrita demagogia “humanitaria” del gobierno y el imperialismo. Contra los que ven el conflicto colombiano en términos de la “teoría de los dos demonios”, poniendo al mismo nivel algunas acciones de la guerrilla con el sistemático terror de Estado, hay que recordarles que desde hace años hay una “guerra sucia” mediante el accionar de las fuerzas estatales y de miles de paramilitares que ha causado 4 millones de desplazados, miles de torturados y asesinados, cientos de desaparecidos, y con el récord mundial de asesinatos de sindicalistas. Las FARC surgieron en su momento como una forma distorsionada de autodefensa campesina, con el tiempo se han ido descomponiendo cada vez más como fuerza política y degradando sus métodos militares al extremo, de una manera que sólo puede perjudicar a la lucha del pueblo colombiano.
Sin embargo, los socialistas nunca ponemos en un mismo nivel a la maquinaria militar genocida y a los guerrilleros, ni estamos por que se rindan ni entreguen las armas, sino por que se subordinen a las necesidades de la movilización revolucionaria del movimiento obrero y popular.
¿A qué se debe el giro en la política de Chávez hacia las FARC?
Después del duro incidente diplomático que hubo entre Colombia, Venezuela y Ecuador provocado por el asesinato de Raúl Reyes, la política de Chávez fue cambiando. Primero, restableciendo las relaciones con el gobierno colombiano y avalando que la OEA no condenara la acción de Uribe. Luego, “despegándose” de las FARC con críticas que, en nombre de condenar la guerrilla por “anacrónica”, llevan de hecho a plantear el desarme y la rendición incondicional para reintegrarse a la democracia burguesa. Todo esto es parte de un intento de Chávez por tender puentes hacia una posible futura administración demócrata en EE.UU., mostrándose como un gobierno que más allá de su retórica antinorteamericana y nacionalista, respeta el orden regional y la estabilidad de los regímenes burgueses en América Latina. Quiere mostrar que está dispuesto incluso a convivir con el régimen colombiano, a pesar del apoyo desaforado de éste a EE.UU.
¿Cambia el escenario político continental con el resultado de esta operación?
Es claro que esta acción del ejército colombiano favorece al imperialismo y a las fuerzas más conservadoras de la región. Potencia a Colombia como contrapeso de la Venezuela chavista y de los gobiernos que ejercen algún tipo de regateo con EE.UU., y muestra un “éxito” de los métodos duros contra la guerrilla recomendados por el Pentágono. Por ejemplo, favorece al gobierno de Alan García en Perú, otro gobierno muy proimperialista que en este momento enfrenta un ascenso de la lucha obrera y popular, con una jornada de paro y protesta el 9 de julio llamada por la CGTP y distintas organizaciones de masas.
En varios países parecen estarse fortaleciendo sectores de derecha...
Lo sucedido en Colombia alienta las tendencias reaccionarias en América latina.
Sin olvidar que hay gran diversidad de situaciones nacionales, podemos decir que hay un movimiento a la derecha en el escenario político de varios países ante las “turbulencias” económicas, la agudización de las contradicciones sociales y situaciones de crisis políticas que se advierten en la coyuntura. En aquellos países con gobiernos más conservadores como es el caso de México, Colombia o Perú, las clases dominantes intentan profundizar los planes neoliberales. En aquellos países donde hay gobiernos “posneoliberales” (o “progresistas”) como es el caso de Argentina, pero también en Venezuela o Bolivia, cuyos gobiernos se presentan como nacionalistas y tienen más roces con el imperialismo, se está fortaleciendo una oposición por derecha que se apoya en el giro conservador de sectores de la pequeño burguesía urbana y rural que ven que el crecimiento actual no va a ser eterno, que no quieren una “redistribución” ni siquiera de migajas de la renta que afecte sus intereses. El derrumbe de los viejos partidos neoliberales le da un sesgo particular a los intentos de conformar una “nueva derecha”, es decir, nuevas representaciones políticas para un bloque conservador. En este sentido, se desarrolla un discurso político opositor apoyado en dos ejes. Por un lado, en un “republicanismo liberal”, que reclama “respeto a las instituciones” y a la “democracia” contra los gestos populistas y el estilo de arbitraje social que demanda la conciliación de clases de los gobiernos nacionalistas y populistas. Por otro lado, levanta las banderas de un “regionalismo de los ricos”, de fracciones de la clase dominante más directamente ligadas al mercado mundial y que defienden su parte de la renta contra los intentos regulatorios desde el Estado, apelando a banderas regionales para lograr base social.
Es el caso de Bolivia, donde los Comités Cívicos de los departamentos productores de gas y agropecuarios, como Santa Cruz y Tarija, son la vanguardia de la ofensiva de la derecha.
También en Ecuador, donde Guayaquil es la zona del capital financiero y exportadora de bananas, o el estado Zulia en Venezuela, que es uno de los principales productores de petróleo. El movimiento de las patronales sojeras que estamos viendo en las provincias de la pampa húmeda en Argentina guarda muchas similitudes con los casos anteriores.
¿Cómo se ubican los gobiernos posneoliberales frente a este fenómeno?
El problema es que este giro a la derecha de distintos sectores sociales en el que busca hacer pie la reacción, se apoya en el hecho de que estos gobiernos aseguraron la “contención” de la lucha de masas para preservar la propiedad y las posiciones esenciales de las clases dominantes y el imperialismo. Por ello, a pesar de las promesas y discursos, no se ha tocado ninguna de las bases del atraso, la dependencia y las enormes contradicciones sociales que hay en cada país de nuestro continente. El saqueo por las transnacionales prosigue. La crisis social es enorme, así como el empobrecimiento y el hambre de grandes sectores de la población; como también la concentración de la tierra, los recursos naturales y los medios de producción en manos de los monopolios imperialistas y de algunos grandes grupos capitalistas locales.
La política de los “progresistas” le da aire al nuevo fortalecimiento de la derecha.
¿Qué perspectivas se abren para los trabajadores y los pueblos del continente?
Después de cuatro o cinco años de estabilización relativa y de prosperidad económica, si la crisis económica internacional se profundiza, serán los trabajadores y el pueblo pobre quienes pagarán las consecuencias. Los gobiernos que hemos llamado “posneoliberales”, y que abarcan el arco que va desde los Kirchner hasta el polo de la “izquierda nacional-popular” como Chávez o Morales, no son alternativa y, más bien, deberán atacar al salario y las condiciones de vida de la población para cumplir sus compromisos con los patrones.
Por ello, es más importante que nunca pelear para que los trabajadores del continente se armen de una perspectiva política independiente, levantando su propio programa y uniendo, detrás de la clase obrera, a los sectores populares empobrecidos. Esa es también la única forma de enfrentar consecuentemente a la reacción, pues la política de gobiernos como el de Chávez y Evo Morales ata las manos de los trabajadores y el pueblo en nombre de la conciliación con los empresarios y las transnacionales, imposibilitando una lucha seria contra la reacción y en última instancia preparan el camino para el retorno al gobierno de las fuerzas más reaccionarias y proimperialistas.
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