Los días 16 y 17 de julio 650 mil trabajadores del sector estatal y de los municipios de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte salieron a la huelga contra el congelamiento salarial impuesto por el gobierno laborista de Gordon Brown. El paro tuvo un alto acatamiento y paralizó la actividad de escuelas, oficinas del estado, bibliotecas públicas, centros de arte y deportivos. Además, se vio afectado el servicio de recolección de basura, y se cancelaron vuelos en el aeropuerto irlandés de Derry y los ferries en algunos puertos que se encuentran bajo administración municipal, afectando sectores que cumplen una función vital en la comunicación y comercio con el resto de la isla.
La gota que rebalsó el vaso fue la oferta del gobierno de Brown que establecía un tope de aumento salarial del 2.45% cuando el índice de precios al consumidor según datos oficiales es del 3.8% y la inflación se estima en el 4.8%, amenazando con llegar al 5% para fin de año. Las cuotas de las hipotecas aumentaron un 8%, los productos básicos como leche, pan, petróleo, gas y electricidad se han ido por las nubes, sufriendo el alza más grande en los últimos 25 años. Por eso la oferta salarial del gobierno es denunciada por los trabajadores como un “recorte salarial” a sus ya magros sueldos que hace 10 años que vienen rezagados por debajo del nivel de inflación.
A la lucha se han plegado empleados de oficina, bibliotecarios, asistentes docentes y auxiliares de escuelas (personal de limpieza y cocina), y recolectores de basura, los sectores más rezagados y donde la mayoría de la fuerza laboral está compuesta por mujeres e inmigrantes. Cubrir las necesidades alimenticias de una familia ha aumentado considerablemente, el precio de la manteca se ha triplicado, el precio de la leche, el pan y queso han aumentado un 20%, y la canasta familiar típica cuesta 10% más que hace un año atrás.
Se estima que durante los dos días de paro sólo en Inglaterra y Gales cerraron 11.000 escuelas y el 70% de las principales escuelas en las afueras de Londres se vieron obligadas a permanecer cerradas por falta de personal que se había adherido al paro. Se montaron piquetes espontáneos en muchas escuelas y se organizaron marchas en las ciudades más importantes del país. En varios casos los maestros primarios -agrupados en el sindicato NUT que se negó a llamar a la huelga para plegarse a los reclamos- acudieron a las escuelas aunque estas estaban cerradas (por el paro del personal no docente y ayudantes docentes) a expresar solidaridad con sus compañeros en lucha, demostrando la potencialidad que hubiera tenido una huelga conjunta contra el gobierno.
Algunos medios de comunicación se han animado a decir que se trataría de una de las acciones de lucha más grande desde la huelga general de 1926, mientras que otros la han apodado el “verano del descontento”, en referencia a la oleada huelguística de diciembre 1978 enero 1979 conocida como el “invierno del descontento”, cuando los trabajadores británicos salieron a enfrentar el tope salarial de la administración laborista de turno.
Los sindicatos y el laborismo
Las organizaciones sindicales detrás de la medida, UNISON y UNITE, se encuentran entre las más poderosas del país. UNISON es el sindicato del sector público más grande de Gran Bretaña y de Europa y cuenta con más de 1.3 millones de miembros. De acuerdo con sus líderes se trata del inicio de una campaña en la cual se decidirá esta semana los pasos a seguir, en Escocia ya están realizando votaciones para decidir si van a la huelga o no. Por otra parte, UNITE, con 2 millones de miembros es el sindicato más grande del Reino Unido y agrupa a todas las industrias, profesionales y también a los trabajadores de los gobiernos municipales, entre otros.
El argumento del gobierno y de las autoridades locales es que un aumento salarial mayor sería una medida inflacionaria y les piden a los trabajadores que se ajusten los cinturones para poder capear la crisis de la cual son víctimas, mientras que sus verdaderos responsables se encuentran sentados en cómodos sillones con cómodos “premios” o “bonos” salariales.
Pero los trabajadores del sector estatal no han sido los únicos en salir a pelear, ya que en una acción separada el sindicato de los trabajadores de servicios públicos y comerciales saldrán a la huelga dentro de pocos días.
El pasado 24 de abril presenciamos una gran jornada de lucha de los docentes primarios, secundarios, universitarios y empleados de los servicios públicos en protesta contra esta misma política (La Verdad Obrera N° 275). Dicha acción, sumada al paro de 48 horas de la semana pasada y las acciones ya anunciadas por otros sectores podrían anticipar una oleada de luchas. Este es un signo alentador en un país donde acciones de este tipo no se veían desde la derrota infligida al movimiento obrero bajo el gobierno conservador de Margaret Thatcher, y podría estar adelantando un proceso de luchas más combativas en un marco económico que ya empieza a mostrar elementos de crisis en uno de los países más estables del continente europeo.
Como resultado de la derrota infringida por el thatcherismo, la clase obrera británica se ha visto fragmentada y sus organizaciones sindicales se han venido debilitando. Por eso la muestra de solidaridad de sectores que no estaban en lucha con sus hermanos de clase es un signo alentador frente al legado conservador mantenido por el gobierno laborista de Tony Blair.
Por otra parte, el Nuevo Laborismo se apoyó durante el mandato de Blair en grandes contribuciones de los hombres de negocios e industriales más influyentes y ricos del Reino Unido, hecho que por otra parte le ha significado grandes escándalos ya que no ha declarado las “contribuciones” de estos poderosos empresarios. En este momento, el laborismo depende más económicamente de los aportes financieros provenientes de los mismos sindicatos, hecho que los ubica en una situación de mayor poder de negociación frente al gobierno. Si bien esto no liquida el rol de los sindicatos, es una debilidad en la cual puede colarse la bronca y enojo de los trabajadores frente a la pérdida de su poder adquisitivo.
Empezar a enfrentar los ataques
Los trabajadores han hecho un llamamiento al conjunto de la población, resaltando la importancia de sus servicios para la comunidad, desde la limpieza de las calles y los parques, el cuidado de los niños en las guarderías, la limpieza y el estado de las comidas en las escuelas y los trámites de partidas de nacimiento, casamientos, etc. Apelan a su rol en la comunidad para pedir el apoyo del resto de los trabajadores y el apoyo a su lucha por un salario digno. Si bien la protesta fue de una gran masividad, los sindicatos han evitado que los trabajadores de la salud, también representados por UNISON, salieran a la lucha.
Para hacer frente a los ataques antiobreros será necesario organizar acciones mayores donde los trabajadores del sector público busquen una alianza con los del sector privado, nativos e inmigrantes luchando por una política independiente que supere el marco de peleas corporativas de presión que imponen las direcciones sindicales. Incluso si los trabajadores conquistan el aumento salarial del 6% sólo estarían compensado parte de la pérdida de su poder adquisitivo en los últimos años, ya que las dirigencias sindicales no plantean aumento salarial de acuerdo al índice de inflación.
En nuestras páginas venimos denunciando la política antiobrera de la Unión Europea: como las directivas xenófobas anti-inmigrantes y el aumento de la jornada laboral. Con este telón de fondo, la “revuelta salarial” representa una contratendencia que apostamos a que se desarrolle, aunque la burocracia sindical ha dividido la lucha de los diferentes sectores. La movilización y las muestras de solidaridad muestran la disposición a la lucha de los trabajadores, en esta perspectiva es necesario unificar los reclamos de todos los sectores que se vienen manifestando para quebrar la política antiobrera del gobierno.
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