En el marco de la crisis económica internacional y la recesión en EE.UU., en México se profundiza la inflación y el desempleo, golpeando duramente el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo. El imperialismo yanqui y el gobierno lacayo de Calderón, recrudecen las medidas de subordinación y colonización del país, a través del ataque a la seguridad social, la reforma laboral y mediante los acuerdos comerciales como el Plan Puebla Panamá, el Plan Mérida y en particular el TLC, que llevó a la miseria a millones de campesinos mexicanos. Hoy la punta de lanza de esta ofensiva es la entrega del petróleo. Este ataque imperialista se aplica también contra los pueblos centroamericanos. Mientras, 25 millones de trabajadores mexicanos y otros más de toda América Latina laboran en Estados Unidos en condiciones de super explotación, hostigados permanentemente por las leyes antiinmigrantes y el racismo.

Frente a la entrega, sectores de trabajadores, campesinos, indígenas y las clases medias arruinadas venimos expresando nuestro descontento con el gobierno, mediante masivas movilizaciones en las calles de la Ciudad de México y el resto del país. Esto es muestra de la tendencia ascendente de la lucha de clases en los últimos años, cuya expresión más aguda se materializó en la heroica Comuna de Oaxaca en el 2006. Recientemente cientos de miles se movilizaron en el Distrito Federal contra la entrega del petróleo a las trasnacionales, que es el principal recurso natural de México y representa un jugoso negocio para los imperialistas y los grandes burgueses nacionales, mientras los explotados y oprimidos no reciben nada de la renta nacional y son obligados a aceptar, con el chantaje del desempleo, los topes salariales impuestos por la patronal.

Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo, impulsamos una política para que estas grandes movilizaciones sean un primer paso en el camino de una gran lucha nacional contra la entrega, preparando un verdadero paro nacional. Nos hemos hecho parte activa de la lucha en defensa del petróleo, planteando una alternativa independiente frente a la dirección burguesa antineoliberal del PRD y López Obrador. Estamos convencidos de que esta lucha antiimperialista debe unificar a los trabajadores centroamericanos y a los trabajadores del otro lado de la frontera norte que, en el seno del imperialismo, padecen las mismas condiciones de explotación a manos de su propia burguesía imperialista.
¡Viva la unidad de los trabajadores centroamericanos, mexicanos y del proletariado norteamericano!

Dentro de este proceso de reanimamiento de la lucha de los explotados y oprimidos, han jugado un rol muy importante las mujeres, como se demostró en la lucha del pueblo de Oaxaca. Y es que a nivel internacional en la última década, 200 millones de mujeres se incorporaron a las filas de la clase obrera confinadas a los trabajos más precarios, arrastrando las dobles cadenas de la explotación y la opresión. La expresión más trágica de de sus padecimientos se encuentra en Ciudad Juárez Chihuahua, donde, desde 1992, más de 500 mujeres, obreras de las maquiladoras, estudiantes pobres y empleadas domésticas han sido ultrajadas, torturadas y asesinadas con la complicidad de los gobiernos patronales. Pero, en momentos álgidos donde las masas trabajadoras se arrojan a la lucha, las mujeres han demostrado una enorme combatividad y voluntad revolucionaria. Las maestras oaxaqueñas fueron un ejemplo para todas las trabajadoras y trabajadores del mundo. Sosteniendo las barricadas de la Comuna de Oaxaca, intentando superar la política del reformismo y la burocracia, y tomando en sus manos los medios de comunicación, han sentado un precedente fundamental que ha quedado como sedimento en la conciencia de la clase obrera mexicana. Fueron voces femeninas, firmes y decididas las que alentaban a defender con lo que se pudiera a la Comuna de Oaxaca frente a las fuerzas represivas. Esto es un ejemplo que debe servir para que los trabajadores tomen como propia la lucha por la emancipación de la mujer; y para que las mujeres que estén dispuestas a luchar hasta el final por su emancipación abracen la lucha del conjunto de la clase obrera y de su tarea histórica: la revolución socialista. Como decían las trabajadoras oaxaqueñas con el puño alzado y detrás de las barricadas: cuando una mujer avanza, no hay hombre que retroceda.

Como dice el lema de la IV Internacional: ¡darle paso a la mujer trabajadora!

¡Viva la revolución socialista!