(Síntesis y actualización del Informe sobre economía presentado en la V Conferencia de la FT por Juan Chingo)
Previo al inicio de la V Conferencia de la FT-CI vivimos una agudización de la crisis financiera en EE.UU. con la creciente insolvencia de las firmas Fanny Mae y Freddy Mac que afecta ya no sólo al sector subprime, sino al corazón del sistema hipotecario norteamericano. Estas dos firmas tuvieron que ser rescatas por la Reserva Federal (FED por sus siglas en inglés) y el Tesoro norteamericano, plan que posteriormente fue aprobado por el Congreso (ver “Se agudiza la crisis financiera en Estados Unidos”, http://www.ft ci.org/article.php3?id_article=1358). En la misma semana, IndyMac Bank, una importante hipotecaria con base en California, pasó a ser controlada por las autoridades federales. Su debacle, la más importante hipotecaria en colapsar desde el hundimiento de la burbuja inmobiliaria en 2007, es una muestra de la profundidad de la crisis inmobiliaria y financiera, convirtiéndose en el tercer fracaso bancario más importante de la historia de EE.UU. después de la caída del Continental Illinois en 1984 y de la American Saving and Loan Association of Stockton en 1988. La economía, como mostraron las últimas correcciones del Producto Bruto Interno (PBI), ha tenido un crecimiento negativo en el último trimestre de 2007, y se ha recuperado en el segundo trimestre de este año gracias al paquete de estímulo que sostuvo de alguna manera el consumo de los hogares. Pero sin él, es de prever que la economía siga su espiral descendente, como muestran el crecimiento del desempleo, la caída de los ingresos de los trabajadores frente a la disminución de las horas extras y el aumento de los trabajos part time (un prolegómeno del despido) y fundamentalmente las caídas brutales de las ganancias de las empresas como es el caso de Ford o General Motors. Tomando en cuenta estos indicadores, muchos analistas anticipan una curva recesiva de tipo W.
Pero si hasta ahora EE.UU. venía siendo el epicentro de la crisis económica mundial, la misma se ha propagado con fuerza a Europa, comenzando por el Estado Español, donde la cesación de pagos de la inmobiliaria Martinsa-Fadesa ha sido la más grande en la historia de ese Estado. El precio de la tierra se ha desplomado mucho más que la construcción a medida que se detiene la construcción de nuevas viviendas (se espera una caída a más de la mitad este año comparado con el pico de 760.000 en 2007 en el pico de la burbuja inmobiliaria, más que el conjunto de viviendas construidas en Alemania, Francia y Reino Unido juntos). Hay bancos en la picota como la Caja Madrid y el Banco Popular, con una fuerte exposición a la suerte de las constructoras y a las cédulas hipotecarias. Mientras tanto, el desempleo está creciendo en casi 70.000 personas por mes, alcanzando un 10,44 % el más alto de Europa. El superávit fiscal de 2007 ya se ha transformado en un creciente déficit, mientras se dispara el déficit de cuenta corriente. Ya las autoridades españolas no pueden ocultar la crisis como venían haciendo hasta hace poco. Ahora, su ministro de Economía, Pedro Solbes, no sólo habla abiertamente de "crisis", sino que considera que la economía afronta "la crisis más compleja que nunca hemos vivido por la cantidad de factores que están encima de la mesa".
Con epicentro en el Estado Español, la economía europea se está desacelerando de forma peligrosa bajo los efectos del alza del petróleo y el euro fuerte, y corre el riesgo de estancarse e incluso caer en una recesión, en una coyuntura de inflación récord, según los últimos indicadores y la opinión de expertos. Para el economista Stéphane Deo, del banco UBS: "La zona euro está al borde de la recesión", definida por los expertos a través de dos trimestres consecutivos de retroceso del PBI. Si se concreta ese escenario, sería la primera vez que se registra recesión en la zona euro desde su creación en 1999. En el mejor de los casos, Stéphane Deo prevé un crecimiento mínimo del 0,1% del PBI en el segundo y tercer trimestres, muy lejos del 0,8% registrado en los tres primeros meses del año. Lo que sí ya está claro es que la recesión ya comenzó en el sector industrial, una tendencia que no se revertiría, excepto que se confirme el inicio de repliegue de los precios del petróleo observado recientemente.
En otras regiones del mundo el ajuste comienza a hacerse sentir. En Nueva Zelanda alrededor de 23 compañías financieras han ido a la bancarrota en el último año. Y Australia podría sufrir una crisis mayor que la norteamericana una vez que el alza de las materias primas se revierta. Ha alcanzado un déficit de cuenta corriente de 6,2% del PBI a pesar de disfrutar de un boom del carbón, el trigo y los metales, gastándose los recursos de su bonanza por adelantado. La deuda de los hogares ha alcanzado un 177%, un record mundial.
Por su parte, la economía que había resistido bien en el primer trimestre como decimos en las Tesis (documento para la discusión presentado a la Conferencia), podría estar cayendo en una “recesion técnica”, según las palabras del subdirector del Banco de Japón, Kiyohiko Nishimura. El ingreso de los hogares ha caído y las manufacturas están entrando de nuevo en una espiral deflacionaria.
En síntesis, aunque aún no estamos experimentando una recesión global, nos estamos acercando a una situación cercana a ella en tanto y en cuanto EE.UU. va a tener una fuerte recesión como decimos en las Tesis; Japón está entrando en una, un tercio de Europa va a tener otra severa recesión, el resto se está desacelerando rápidamente, el resto de los países avanzados como Canadá o Australia, están en caída y algunos países de la periferia semicolonias o dependientes están entrando en recesión, como es el caso de los países Bálticos o del Este de Europa. En este marco, la idea de que China, la India, los otros BRICs y otros llamados mercados emergentes puedan fácilmente desacoplarse, suena cada vez más surrealista. Los lazos comerciales y de los precios de las commodities, los lazos financieros, los efectos de la sequía crediticia, los bruscos parates o reversión del flujo de capitales, los efectos monetarios y la caída de la confianza de los negocios, van a implicar una fuerte desaceleración en estos países que por ahora están sosteniendo la demanda de la economía mundial.
Es esta presión la que empiezan a sentir, según distintos informes, las firmas manufactureras chinas. En el medio de la sequía crediticia (lo contrario al crédito fácil y barato de todos estos años), el dólar débil y los crecientes costos salariales, las fábricas están comenzando a cerrar en los corazones industriales de Guangdong y Zhejiang, al sur de Shangai, que fueron los creadores el milagro económico chino. Junto al aumento del desempleo, la otra preocupación de las autoridades de Pekín es que tanto en los ‘90, como en los exuberantes años que siguieron a la entrada de China en la OMC en 2001, los bancos han acumulado una pila gigantesca de préstamos -muchos de mala calidad- que en el medio de una reversión de la situación económica global haga relucir la fragilidad de los bancos.
Efectos políticos y sociales
Junto a lo anterior, la Conferencia discutió que aunque aún estamos al comienzo de la crisis económica mundial, el desarrollo de la misma va a testear a muchos de los pilares políticos de estabilidad de importantes países imperialistas. Este es el caso del Estado Español, donde la crisis pondrá a prueba al régimen de la transición y sus dos patas, el PSOE y el PP, ya tensionados en el terreno de la política exterior, reabriendo a la vez nuevas disputas con las nacionalidades autónomas.
En Italia, el recurso al populismo de derecha de Berlusconi y la Liga Nord y sus políticas xenófobas, no puede comprenderse sin tomar en consideración la fuerte pérdida de competitividad de ésta frente a otros socios europeos (un 40% con respecto a Alemania desde 1995) a la vez que este país está fuertemente expuesto al euro fuerte que le hace perder mercado en el terreno de las exportaciones de nivel tecnológico medio (como línea blanca, entre otros), donde compite cabeza a cabeza con las mercancías asiáticas. En el marco de un crecimiento que se aproxima a cero, el recurso a la búsqueda de chivos expiatorios es lo único que puede mantener a las clases medias arruinadas detrás de las políticas patronales.
En EE.UU., es probable que la crisis dé lugar a una polarización social que ya se comienza a apreciar. La base social y cultural de muchos suburbios adonde se desplazaron millones de sectores acomodados luego de la crisis de las ciudades de las décadas de 1970 y 1980, está en crisis. El aumento del precio de los combustibles y de la energía en general y fundamentalmente, la crisis inmobiliaria y la sequía crediticia, está liquidando el irracional y poco productivo desarrollo de grandes casas y mansiones en los suburbios de EE.UU., con un alto consumo de energía para su calefacción y por los excesivos costos de transporte -en ausencia de transporte público- para movilizarse a los lejanos centros de trabajo, de negocios o de producción. Políticamente, esto va a afectar y es un duro golpe a las condiciones de vida exuberantes de las clases medias altas, la base social conservadora y reaccionaria del neoliberalismo y de las políticas militaristas de EE.UU. Por otro lado, las encuestas de opinión muestran una preocupación sin precedentes sobre la distribución del ingreso y la movilidad económica. La firma encuestadora Gallup encuentra que siete de cada diez norteamericanos opinan que la riqueza debería ser distribuida más igualitariamente, el número más alto desde que la pregunta fue realizada por primera vez en 1984. Estos sentimientos, junto a los abusivos rescates con dinero público de los accionistas de Fannie Mae y Freddie Mac, los acreedores de Bear Stearns y más en general del conjunto del sistema financiero, en un llamado socialismo para los ricos y Wall Street, augura una difícil presidencia en el plano interno al futuro presidente de EE.UU. sea quien sea.
Una muestra de los tiempos por venir: la debacle de la ronda comercial de Doha
La ronda de Doha venía herida de muerte desde la reunión de Cancún en 2003 cuando explotaron las divergencias en el terreno agrícola y comercial de EE.UU. y la Unión Europea (UE) por un lado, frente a los países semicoloniales o dependientes, encabezados por India y China y en ese entonces Brasil, por el otro.
Cinco años después en Ginebra se realizaron, podríamos decir, sus exequias oficiales, abriendo la peligrosa perspectiva de una vuelta al neoproteccionismo.
Esta vez, en medio de una grave crisis alimentaria global, la traba provino de la demanda de EE.UU., que exigía a India la apertura total en alimentos, mientras EE.UU. subsidia a su poderoso sector agrícola. Es que en este marco, los países semicoloniales y dependientes no quisieron sacrificar su seguridad alimentaria. Iguales trabas fueron puestas por otros países a los productos manufactureros. Para Edmund Conway, editor de economía del The Daily Telegraph, el colapso de la ronda de Doha constituye “el mayor golpe a la globalización desde el fin de la guerra fría”. Pese a que en esta ocasión Uruguay se alineó con EE.UU., Brasil presionó por un acuerdo y Argentina se vio obligada a ceder a su pedido de mayor protección a sus manufacturas; la India, obtuvo el apoyo significativo de China, quien también, en vísperas de los Juegos Olímpicos, desea proteger a sus agricultores, que suelen rebelarse cíclicamente.
Para el centro europeo De Defensa: “Esta negociación muestra sobre todo el desorden del mundo económico y la afirmación de los factores políticos en el terreno de la decisión económica” (“La globalisation en déroute devant les nécessités politiques”, 30/07/2008). El mismo centro aclara “La India ha mantenido una posición de defensa de sus agricultores por razones políticas -esto es, por razones políticas de protección de un grupo económico vital para su equilibrio político. Esto es lo que describe Carl Mortished el 29 de julio en el Times: En Ginebra, Kamal Nath, el ministro de Comercio de la India...no estaba viendo a sus socios negociadores, los ministros de Brasil, EE.UU., la UE o Argentina. El tenía los ojos fijos en Delhi, donde el jefe de la Reserva Federal de India estaba subiendo las tasas de interés y señalando un enlentecimiento económico. El problema del señor Nath son los desdichados campesinos, no los barones del azúcar de East Anglian o los reyes del algodón norteamericanos...El señor Nath no puede ignorarlos a ellos: La población rural India es de 600 millones, el último gobierno del BJP (partido neoliberal y populista hindú) perdió las elecciones por ignorarlos y el gobierno del Partido del Congreso es improbable que cometa el mismo error. La demanda de los campesinos hindúes de protección contra el aumento de las importaciones fue el principal obstáculo para un acuerdo de rebaja de tarifas en Ginebra”. El mismo argumento ha conducido a China a sostener a la India. La aceptación de las exigencias mercantilistas de Estados Unidos y la UE (quienes subsidian fuertemente su sector agrícola) hubiera “instalado una situación donde la furia del campesinado podría poner en peligro el equilibrio político, y aun la estructura misma” de China, de acuerdo con De Defensa. En el temor a una recesión o una fuerte desaceleración de la economía mundial es lo que está detrás de este endurecimiento chino e hindú frente a la posibilidad de un salto en la crisis y luchas sociales. Como dice el informe ya citado las "exportaciones de China representan 40 % de su PBI y queda claro que los políticos en Pekín y Nueva Delhi temen una desaceleración que cierre las fábricas, reduzca las válvulas de escape de la migración a las ciudades, transformando al migrante rural en un potencial integrante de una turba” (Subrayado nuestro).
Desde el ángulo de la economía mundial en su conjunto y del equilibrio político y geopolítico que gobierna la llamada globalización, las perspectivas pueden ser ominosas. El diario de la City de Londres, el Financial Times, comenta preocupado: “En las pasadas décadas la apertura de los mercados y la creciente interdependencia económica fue una fuerza de estabilidad geopolítica así como de creciente bienestar económico para los más pobres del mundo. Nosotros aprendimos al comienzo del siglo XX que la globalización no ofrece ninguna garantía contra la guerra. Pero la dependencia económica mutua provee un poderoso incentivo para resolver las diferencias políticas. Las presentes tensiones de la economía mundial, notablemente el desequilibrio entre la oferta y la demanda de materias primas y el creciente clamor proteccionista, amenaza este progreso. Y lo amenaza en un momento de un vasto levantamiento geopolítico en la medida en que el orden mundial se ajusta a la emergencia de China e India como grandes potencias. Más temprano, durante el verano yo escuché a un experimentado funcionario norteamericano establecer dos posibles caminos para la próxima década o más. Uno es un mundo fracturado por una competencia maltusiana por recursos y por políticas comerciales mercantilistas; el otro, los mercados internacionales eran apuntalados por el multilateralismo” (“Blindfolds that wrecked a deal to boost global trade”, Philip Stephens, Financial Times, 31/07/2008).
Los antecedentes de las negociaciones sobre el cambio climático, la no proliferación nuclear, la seguridad energética y el reciente fracaso de la agenda de Doha, entre otros, hacen más probable el ominoso primer camino para el capitalismo mundial. Esto es lo que teme Peter Sutherland, jefe de British Petroleum, quien como director del GATT, el organismo que precedió a la OMC, logró salvar las anteriores conversaciones comerciales, la Ronda de Uruguay:”Este es indudablemente el mayor golpe a la globalización desde que se aceleró desde la caída del Muro de Berlín. Es un deliberado y serio golpe contra el multilateralismo, y ha subido más alto el espectro del proteccionismo, el cual es siempre evidente en un momento de débil crecimiento económico y recesión”.
Perspectivas: ¿Hacia una ruptura del equilibrio capitalista?
Por último la Conferencia, en el marco de repasar los momentos de ruptura del equilibrio capitalista como la Primera Guerra Mundial o el crack y la Gran Depresión que abrió el camino frente al fracaso de la revolución proletaria de la Segunda Guerra Mundial o los momentos donde este equilibrio fue cuestionado, aunque no roto, como en la década de 1970, volvió a replantearse la pregunta de si la crisis económica actual que aún está en sus inicios o primer año, puede desembocar en una ruptura del equilibrio capitalista.
La respuesta que se dio a este interrogante es que junto a la variante de mínima planteada en las Tesis (una crisis más prolongada y profunda que las dos anteriores en EE.UU., esto es 2000/1 o la crisis de 1990-91) existía una hipótesis de máxima que es una crisis catastrófica como la del ‘29, que desarticule el equilibrio capitalista mundial. Que lo que hacia plausible tal perspectiva era el carácter agudo de la crisis financiera, la más importante desde la Segunda Guerra Mundial.
Estudios de algunos expertos en la banca sugieren que al menos un 8% de los bancos norteamericanos están en grandes problemas. Esto significa la friolera de 700 bancos de los 8.500 que la Corporación Federal de Seguros de los Depósitos Bancarios (FDIC, por sus siglas en inglés) asegura. Otro 8 a 16 % está en situación delicada, de los cuales otros 700 potencialmente podrían entrar en bancarrota y los otros 700 podrían eventualmente sufrir el mismo destino. Digamos que estamos hablando de muchos bancos locales que ya están quebrando, de más de una docena de bancos regionales o de tamaño medio como IndyMac e incluso algunos de los grandes pesos pesados de las finanzas, podrían caer en insolvencia técnica, a pesar de que serían considerados demasiado grandes para dejarlos caer.
Este salvataje podría a su vez desencadenar una crisis de financiamiento en EE.UU., ya que los bonos del Tesoro norteamericano, el instrumento financiero considerado más seguro en el mundo inversor, podría ver duramente rebajada su calificación. Japón no tuvo este problema durante su Década Perdida en los ‘90. Como principal acreedor mundial, pudo dejar que el yen (moneda japonesa) cayera. También tenía una tasa de ahorro del 15%. Según algunos analistas esta calló a un 3% en la actualidad. Fue un elemento central para acolchonar la caída. EE.UU., desde este punto de vista, parte de una situación enormemente desfavorable. El salvataje de la crisis financiera puedo no ser gratuito y tener amplios repercusiones políticas y geopolíticas en la escena mundial.
Los próximos acontecimientos económicos y financieros, nuevas quiebras bancarias y/o corporativas, la política dura del Banco Central Europeo frente a los fuertes vientos de la crisis mundial y fundamentalmente si EE.UU. comienza a estabilizarse antes de que Asia se desacelere profundamente, podrían inclina la balanza a uno u otro lado.
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