“Delitos y faltas“ del gobierno Berlusconi en pleno verano italiano
Duró poco el tiempo de los modales mielosos adoptados por Berlusconi durante la campaña electoral para tratar de aparecer como algo más presentable, abierto al diálogo con todos, inclusive con sus opositores de centro izquierda. A la cabeza de un gobierno en el cual la mayoría de los ministros compiten entre ellos para ver quién se perfila como el más derechista, el “Cavalliere“ no tardó mucho en abandonar sus buenas intenciones.
Es cierto que el actual gobierno de centro derecha italiano retoma a grandes rasgos muchas de las líneas directrices de la política interna y exterior llevada a cabo por Prodi entre 2006 e inicios de 2007. Una de las diferencias entre sendos gobiernos sin embargo es que Berlusconi profundiza con mayor arrogancia, populismo y xenofobia el programa de Prodi, no vascilando inclusive, en el terreno económico, a tender a defender más los intereses de un sector de la pequeña y mediana burguesía (sin olvidarse de los suyos obviamente, como lo atestigua la escandalosa ley que se acaba de votar y que, otorgándole una total impunidad durante su mandato, le permite obviar los numerosos juicios que tiene pendiente) [1]. En el terreno de la política interior, retomando textos y proyectos que el centro izquierda no había tenido el tiempo de hacer votar, el gobierno Berlusconi quiere aparecer como el gobierno que necesitan los italianos para responder a la crisis que asola al país, desviando su atención de los aspectos económicos hacia el problema de la inmigración, de la seguridad, de los funcionarios privilegiados, optando por una política cada vez más populista y xenófoba.
Berlusconi pretende responder a los problemas que enfrenta elpaís mediante el ejército...
Después de haber decretado en mayo los vertideros napolitanos zonas estratégicas y haberlas colocado bajo control militar, luego de haber votado un conjunto de leyes sobre la seguridad de corte netamente xenófobas [2], de haber instaurado en junio la obligación para los menores gitanos (tanto italianos como extranjeros) de registrar sus huellas digitales en las comisarías, el gobierno Berlusconi instauró a fines de julio el estado de emergencia, extendiendo un decreto local de febrero de 2008 adoptado por Prodi para agilizar la actuación de los militares en las zonas de desembarques de inmigrantes ilegales y de encarcelamiento de sin papeles, al conjunto del territorio nacional. Terminó imponiendo a inicios de agosto patrullas mixtas conformadas por el ejército para “dar a los ciudadanos un sentimiento de mayor seguridad“ mientras que el ministro del Interior, Roberto Maroni, de la Liga Norte, autorizó a los alcaldes sacar decretos municipales habilitándolos a “luchar contra los peligros“ que solapadamente amenazarían la buena convivencia entre los italianos : los mendigos, los vendedores ambulantes, los limpiaparabrizas y las prostitutas, en su mayoría inmigrantes.
Profundizando la política llevada adelante por Prodi y generalizando lo que alcaldes de centro izquierda quisieran hacer (o directamente hacen) a nivel local, el centro derecha italiano designa por enésima vez a los trabajadores inmigrantes y sus familias como chivos expiatorios de la difícil situación del país: un crecimiento muy por debajo de la media europea durante el primer trimestre, un agravamiento de las condiciones de vida y un aumento generalizado de los gastos para los hogares de la mayoría trabajadora del país. Se trata obviamente de una situación que no tiene que ver sólo con el alza coyuntural del precio de las materias primas a nivel internacional, argumento manejado por el gobierno para tratar de ocultar los mecanismos de la crisis de crecimiento estructural que enfrenta la península desde hace más de quince años.
... y votando un proyecto de ley presupuestario antiobrero
Paralelamente, aprovechándose de la temperatura que ronda los 40° en Roma, de que la actividad del país entra en una lenta parálisis y de que las playas se llenan de veraneantes, los concienzudos parlamentarios de la mayoría hacen horas extras y después de haber votado un proyecto de ley anti-estatales y otras medidas anti-obreras, en particular en relación al tema de la precariedad laboral, acaban de adoptar el proyecto presupuestario para los proximos tres años. Ideado por el super ministro de Economía Giulio Tremonti, el proyecto de ley presupuestario podría resumirse mediante una sola palabra: recortes.
Mientras Tremonti anunció con bombos y platillos la creación de una “Robin Hood tax“ destinada a recaudar 430 millones de euros a ser repartidos entre los más pobres a razón de unos 40 miserables euros mensuales por hogar, se anunció que el conjunto de los presupuestos ministeriales (y por ende el presupuesto destinado al sector público) bajaría para el 2009 en 13 mil millones de euros.
Golpes de efecto mediáticos que preparan el terreno para un mayor giro a la derecha del gobierno
Muchas de las medidas adoptadas por el gobierno en las últimas semanas son más que nada preocupantes golpes de efecto reaccionarios. Tienen que ver con la feroz disputa interna existente entre los dos troncos que conforman el nuevo partido de Berlusconi, el Pueblo de las Libertades, y con el forcejeo ejercitado por la Liga Norte para negociar su proyecto de federalisno fiscal con una correlación de fuerza mejor en relación a los sectores más centralistas de la derecha gubernamental.
Se trata por otra parte de anuncios de corte chovinista y populista tanto en el terreno de la inmigración como de la economía en los que el mismo Tremonti hace alarde de una gran capacidad demagógica como lo atestigua la “Robin Hood Tax“ que pretende aumentar la presión fiscal sobre las grandes compañías petroleras y luego “redistribuir“ lo recaudado, o por otra parte la política del gobierno en relación al rescate de Alitalia, la compañía aérea nacional, que ya llevó a varios roces con Bruselas.
Por más que tengan un contenido más que nada propagandístico y mediático por ahora, las medidas más liberticidas y racistas adoptadas por Berlsuconi no dejan sin embargo de preparar un terreno ideológico y político que agilizaría una intervención brutal del gobierno gobierno en el caso en que tuviera que encarar en los próximos meses un panorama social difícil, tanto en el caso de estallidos de problemas sociales en el Sur del país o de desencademiento de luchas obreras por ejemplo.
Lo planteó indirectamente el ministro de Defensa La Russa (ex Alianza Nacional, actualmente PdL) : “A parte de los delincuentes, de los violadores, de los que roban y asaltan, los que están en contra de la presencia de los militares en las ciudades son los pos sesentayochistas, los hijos [de quella generación], no desde el punto de vista generacional sino ideológico (....)“. En el caso de la oposición de centro izquierda que atacó la decisión delgobierno de autoriar patrullas mixtas ejército/policía en las ciudades porque la tachan de ineficaz, no tanto por su caracter liberticida, prosigue el ministro : “cuando alguien plantea que esto es una operación mediática (...), [contestó] que aquellos hombres [los militares] tienen como objetivo infundar pavor sólo entre los delicuentes [3]“. Tomando en cuenta que el centro derecha italiano tiene una concepción muy peculiar de quiénes son los delicuentes, la afirmación de La Russa suena como una advertencia para quienes no pretenden agachar la cabeza.
La posición del Partido Demócrata y de la burocracia sindical
La oposicón de centro izquierda, que hasta junio se había caracterizado por su extrema moderación y buena disposición al diálogo con la mayoría gubernamental tuvo que cambiar de posición.
Por más que coincidiera en el fondo con muchas de las decisiones tomadas por Berlusconi en la medida en éstas que se ubican en perfecta continuidad con la política llevada adelante por el gobierno Prodi (ampliación de la base estadounidense de Vicenza, mayor compromiso militar en Afganistán, construcción de nuevos vertideros en Nápoles, etc.), el centro izquierda disentía sobre todo en relación a la forma en la cual Berlusconi venía actuando en las primeras semanas de gobierno. Con la exacerbación del caracter chovinista y reaccionario de las medidas adoptadas por el gobierno, tanto en el terreno judicial como en el de la inmigración, Veltroni, líder del Partido Demócrata (PD), tuvo que adoptar un perfil opositor más abierto.
En efecto, no sólo existe una pugna interna dura dentro del mismo centro izquierda después de la derrota electoral y en relación al proyecto que habría que construir para poner en pie una oposición burguesa coherente y estable para reemplazar a Berlusconi. Sectores de la pequeña burguesía y del establishment, vinculados al Vaticano inclusive en el caso dela revista Famiglia Cristiana, se pasaron abiertamente a la oposición, reaccionando a los decretos más caracterizadamente racistas del gobierno sobre la cuestión Rom. Por estos motivos, Veltroni no se podía permitir perder la iniciativa y quedar demasiado pegado gobierno. En semejante contexto y tomando en cuenta una oposición latente que se manifesta inclusive dentro de la CGIL ante las primeras medidas del gobierno, el sector veltroniano hegemónico por ahora dentro del PD decidió organizar el 25 de octubre una manifestación antigubernamental en Roma.
Por su parte, la CGIL junto con las otras centrales confederales cambiaron de posición y fueron adoptando un perfil más duro que contempla la adopción de una serie de medidas de fuerza para el otoño italiano. En este caso también las direcciones sindicales no podían permitir que alas “de izquierda“ del sindicalismo confederal o sectores del sindicalismo de base se aprovechen de la situación para ubicarse como los únicos opositores al gobierno mientras que la burocracia confederal negocia abiertamente el desmantelamiento del Contrato Nacional de Trabajo.
En todo caso, tanto la oposición burguesa del PD como la burocracia sindical se cuidan bien de construir un frente de oposición global a las medidas adoptadas por el gobierno. En el caso de la CGIL, se focaliza ante todo en la política económica del gobierno, dejando de lado en forma criminal los decretos antiinmigrantes del gobierno que representan un ataque indirecto al conjunto de la clase obrera y forman parte de una misma estrategia de enfrentamiento del gobierno con las clases subalternas.
La necesidad de unificar un amplio frente de clase para contrastar el conjunto de la política berlusconiana: no repetir los erreores del otoño pasado
La avalancha de medidas adoptadas por el gobierno en las últimas semanas que cubren un vasto abanico de la política nacional implican la necesidad de construir una herramienta de oposición articulada contra estas medidas. El mismo calendario con el cual fueron adoptadas demuestra que forman parte de una agenda global del gobierno que consiste en atacar duramente a las clases subalternas, profundizando en forma descaradamente racista y populista lo que ya hacía el precedente gobierno de centro izquierda, dividiéndonos entre italianos y extranjeros, inmigrantes extracomunitarios y comunitarios (provenientes del Este de la UE), precarios y trabajadores estables, estatales y sector privado.
En este sentido las principales organizaciones del sindicalismo de base ya se habían reunido en Milán a mediados de mayo para acordar una agenda común para responder a los ataques del gobierno. Ante la aceleración de la ofensiva, varias organizaciones sindicales y políticas (sindicalismo de base, organizaciones políticas de extrema izquierda, izquierda de la CGIL), retomaron aquel llamado programando un encuentro nacional en Roma para principios de septiembre.
No se puede correr el riesgo de repetir los mismos errores que el año pasado, durante el otoño de luchas contra la reforma del Estado de Bienestar del entonces ministro de centro izquierda Damiano. La huelga general proclamada por el sindicalismo de base del 9 de noviembre, por la forma en la cual había sido construida y llevada adelante, no había logrado generar una relación de fuerzas capaz de sentar las bases de una oposición social al gobierno, empezando por derogación de la Reforma Damiano.
La cuestión de la construcción desde abajo de comités prohuelga en los lugares de trabajo y estudio, la construcción de una coordinación nacional de delegados elegidos democráticamente y revocables, para oponerse a la política antiobrera, racista y reaccionaria del gobierno, capaz de discutir y decidir las medidas de fuerza y del plan de lucha que habría que adoptar para construir una oposición de clase al gobierno, una política audaz de frente único y de denuncia en relación a los sindicatos confederales y de la izquierda radical (PRC y PdCI) que hoy en día, luego de la derrota electoral sufrida, pretenden ubicarse a izquierda del PD [4], éstas son algunas de las líneas directrices que los marxistas revolucionarios deberán de defender en las próximas semanas, en los encuentros que tendrán lugar entre la vanguardiapara preparar las luchas del otoño. Las organizaciones que ya habían formulado críticas semejantes el año pasado frente a la política de las direcciones del sindicalismo de base y de la izquierda de la CGIL tendrían que coordinarse para llevar una batalla en común capaz de presentar una alternativa realmente clasista y combativa a aquellos sectores de vanguardia que se plantean la necesidad de luchar contra la política del actual gobierno, independientemente de la falsa oposición llevada adelante por el centro izquierda y sus ex aliados.
20 de agosto de 2008
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