El domingo 7 de septiembre, como consecuencia de un trágico accidente de auto en la ciudad de La Habana, falleció la intelectual socialista cubana Celia Hart Santamaría junto a su hermano Abel Hart Santamaría. Celia Hart nació en enero de 1962. Sus padres ,Armando Hart y Haydeé Santamaría, fueron dos históricos militantes y figuras del Movimiento 26 de Julio y la revolución cubana. Armando fue dirigente estudiantil contra la dictadura de Batista y ministro de Cultura por más de 20 años. Su madre Haydeé participó junto a Fidel Castro en el asalto al cuartel Moncada y fue fundadora y presidenta de la Casa de las Américas. Haydeé Santamaría se suicidó en 1980. Su padre aún vive.
Graduada en Física, Celia Hart terminó sus estudios en la ex República Democrática de Alemania. Fue allí donde comenzó a criticar al stalinismo. En 1985, bajo la influencia del padre, Celia tomó contacto con la biografía de Isaac Deutscher sobre León Trotsky y con la obra del dirigente bolchevique La Revolución Traicionada. Según su propio relato éste fue un momento de quiebre en su pensamiento y el inicio de su adhesión al trotskismo y a la teoría de la revolución permanente.
Celia Hart criticó el papel del stalinismo, sus traiciones a la revolución socialista internacional y la influencia negativa de la URSS y la burocracia en el Estado cubano. Además rescató el papel en la historia revolucionaria cubana del fundador del trotskismo Sandalio Junco y defendió de la infamia a los trotskistas perseguidos por el régimen castrista a partir de 1963. Esta actitud le valió la censura de hecho y la marginación por parte del aparato del PCC. En los últimos años Celia Hart estableció relaciones con distintos grupos de origen trotskista como la Corriente Marxista Internacional o el MST de la Argentina. Celia Hart se reivindicaba a sí misma como fidelista, guevarista y trotskista. Consideraba a la revolución de Fidel Castro y el Che Guevara como la realización práctica de la revolución permanente.
Respetuosamente consideramos que se equivocaba. Es cierto que la revolución cubana demostró que para lograr la liberación nacional y social era necesario derrotar a la burguesía nacional y comenzar el camino de la construcción socialista. En este sentido fue una derrota para la estrategia de la conciliación de clases -que sostenía el M 26- y la revolución por etapas que proponían los stalinistas. La revolución cubana fue un producto excepcional que se fue radicalizando a raíz del empuje de las masas y la cerrada resistencia del imperialismo. El castrismo fue la dirección política de este fenómeno, pero también significó un bloqueo estratégico al desarrollo de la revolución cubana que estableció el poder de una burocracia y el partido único, impidiendo la constitución del Estado por el poder de los consejos de obreros, campesinos y soldados con libertad de acción para las tendencias y fuerzas revolucionarias; que ató los destinos de la revolución cubana a la alianza con el Kremlin, en lugar de apostar al desarrollo de la revolución latinoamericana e internacional. En este aspecto Celia Hart atacaba los excesos de la burocracia, pero defendía la idea del partido único que es el instrumento de poder de la burocracia. Criticaba la orientación aperturista hacia el capital del gobierno de Raúl Castro, pero sin oponer un programa de democracia obrera y campesina para defender las conquistas de la revolución.
Celia Hart consideraba que los trotskistas tenían que asumir como propia la estrategia guevarista. Hacerlo significa plantear una línea sustitucionista y guerrillera, que separa trágicamente a la vanguardia militante de las masas y de la lucha de clases real. En realidad, muchos trotskistas ya habían tomado este camino, que recomendaba Celia Hart, en la década del ’60 y ’70 anulándose como alternativa revolucionaria, abandonando la estrategia de la autoorganización de la clase obrera y las masas populares y la construcción de un partido revolucionario independiente, en los combates reales entre las clases.
Contradictoriamente con sus planteos teóricos e ideológicos, Celia Hart, que se oponía a la burguesía nacional, tenía sin embargo cifrada sus esperanzas en el desarrollo de la “Revolución bolivariana” de Hugo Chávez en Venezuela, que no se cansa de llamar a construir el socialismo del siglo XXI con los empresarios. En el mismo sentido, reivindicó, durante su última visita a la Argentina, el apoyo político de cierta izquierda a las patronales agrarias.
Los trotskistas del PTS nos hacemos solidarios del dolor y los sentimientos de los compañeros y amigos de Celia Hart. Reconocemos en ella una valiente mujer que defendió a su manera y contra la burocracia de su propio país las ideas de León Trotsky. Nuestra crítica a sus concepciones busca discutir con un pensamiento interesado en la revolución latinoamericana.
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