Entrevistamos a Ángel Arias, miembro del Comité Nacional Impulsor del PRS y dirigente de la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR) de Venezuela y a Andrea D’Atri, invitada al FSM para participar en la Corte Internacional de Mujeres contra la violencia patriarcal del neoliberalismo
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Andrea D’Atri
– ¿Cómo fue el FSM de Caracas?
– Se calcula que participaron cerca de 60.000 personas, un número que sin embargo, no se expresó en la marcha de apertura que tuvo una escasa participación de no más de 10.000. Comparado con los foros de Porto Alegre, la concurrencia disminuyó y también la participación de intelectuales y personalidades. Además, este foro tuvo la impronta del chavismo: por primera vez, las representaciones del gobierno ocuparon un lugar importante con stands y actividades auspiciadas por los ministerios, lo que causó cierto malestar entre muchas ong’s y movimientos autónomos. Con un fuerte respaldo a la “revolución bolivariana”, el FSM pasó más como un acto festivo que como un encuentro crítico o reflexivo de la situación política internacional. Tengamos en cuenta que estos foros se montaron para cooptar y contener al movimiento anticapitalista con figuras que hoy están en el gobierno como Lula y Tabaré aplicando muchas políticas que antes decían cuestionar. En ese sentido, este foro es continuidad de los anteriores, aunque la figura de Lula, esta vez fue reemplazada por Chávez que, mientras hablaba de socialismo, por ejemplo, intentó justificar la gestión del gobierno brasileño y del mismo Kirchner. Esto fue cuestionado por un sector de los participantes del FSM que, con sensatez, no acepta que el pago de la deuda externa o el envío de tropas a Haití puedan ser consideradas medidas “socialistas” de estos gobiernos.
– ¿Cuáles eran las discusiones preponderantes en relación a la situación de Venezuela?
– Un sector importante de los movimientos altermundialistas y la misma participación de delegados venezolanos intentaban mostrar que en Venezuela las transnacionales continúan explotando salvajemente al proletariado y los campesinos, expoliando las riquezas naturales y manteniendo su dominio. Pero al mismo tiempo que se acentuaba la responsabilidad de los funcionarios y la burocracia chavista, se sostenía la “inocencia” de Chávez. Esto me llamó la atención.
– ¿Qué otras impresiones te deja el FSM?
– En general, me parece que el FSM es cada vez más un acontecimiento “folklórico” que poco sirve para avanzar en la coordinación de las luchas del movimiento obrero y los sectores populares: declaraciones abstractas, mucho merchandising altermundialista y, en esta oportunidad, también una vidriera para que Chávez despliegue su verborragia “socialista”, ocultando la verdadera situación de un país donde los capitalistas siguen haciendo sus negocios.
Mirá, mientras se realizaba el FSM, una fábrica textil de Caracas se encontraba tomada por sus obreras en protesta por el cierre y eran amenazadas de desalojo inminente, porque el patrón quería retirar la maquinaria. Yo pensaba, con desazón, qué bueno hubiera sido que Celia Martínez, de Brukman, pudiera estar allí para conversar con sus hermanas de clase. La alianza de la clase trabajadora por encima de las fronteras nacionales es la única fuerza capaz de realizar, alguna vez, el sueño de esa Latinoamérica socialista que estos gobiernos anuncian por la televisión, mientras -entre bambalinas- respaldan los negocios de las multinacionales.
Las mujeres y el Foro
– Conversando con activistas feministas, coincidíamos en que hubo un retroceso en el Foro en la participación de las mujeres y en las actividades relacionadas con la lucha contra la opresión. A excepción de la Corte Internacional de Mujeres contra la violencia patriarcal del neoliberalismo que se realizó en un teatro céntrico ante más de 1000 personas y tuvo amplia cobertura mediática. Es un juicio simbólico en el que mujeres de distintas partes del mundo denunciaron las consecuencias del terrorismo de Estado, la violencia sexista, la explotación capitalista y el femicidio.
Ahí estuve junto a la madre de una de las cientos de jóvenes asesinadas en Ciudad Juárez (México), junto a Cindy Sheenan -la madre de un soldado norteamericano muerto en Irak que se convirtió en un símbolo de la lucha contra la guerra imperialista- y otras mujeres de Perú, Guatemala, Cuba, Palestina. Pude hablar de la participación de las mujeres obreras en las luchas de nuestro país y de la agrupación Pan y Rosas. Antes había participado en un conversatorio sobre el derecho al aborto con mujeres del Movimiento Manuelita Saenz, la revista Matea y activistas de Colombia y Argentina, que fue organizado por el colectivo Género y Lucha de Clases de Caracas.
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Angel Arias (JIR)
– Contanos tu impresión del acto...
– Fue muy importante para quienes trabajamos en la construcción de un “partido revolucionario de los trabajadores que luche por el socialismo”, como define uno de los documentos base para la discusión interna en el PRS. Al inicio saludaron representantes de los diversos agrupamientos [1], alternados con las intervenciones de dirigentes del Comité Nacional impulsor del PRS: Stalin Pérez y Orlando Chirino, dirigentes sindicales de la UNT [2], Miguel A. Hernández, profesor universitario y dirigente nacional del partido, además de nuestra intervención desde la Juventud del PRS.
Stalin Pérez planteó que hay que seguir construyendo la UNT como central clasista pero al mismo tiempo trabajar por la construcción de un “instrumento político” -el PRS. Agregó que aunque hay muchas cosas que corregir, hay profundos cambios que hizo el gobierno y apuntó a la ineficacia y corrupción de los “partidos del cambio” (partidos del chavismo), que la derecha “quiere deslegitimar las instituciones que ha conquistado este nuevo régimen”, y debemos apuntar a “profundizar este proceso porque los trabajadores tienen confianza en Chávez, en la revolución y en el socialismo”. Chirino dijo que pese a que la UNT nació como un “acuerdo burocrático (sic), por arriba, entre tendencias”, es progresivo haber surgido al calor de la pelea contra la burocracia pro patronal de la CTV y contra el paro-saboteo petrolero.
– ¿Cuál fue tu intervención en el acto?
– Centralmente que para avanzar en la construcción de un partido obrero realmente revolucionario, que luche por “un gobierno de los trabajadores” como dice el lema del PRS, hay que levantar un programa obrero independiente del programa de conciliación de clases que representa hoy el gobierno de Chávez. Decíamos que tras el golpe de Estado del 2002 y el paro petrolero (2002-3) fue por la movilización combativa del pueblo trabajador y de la clase obrera petrolera, que se pudo derrotar la arremetida burguesa y del imperialismo. Pero que, tras estas derrotas el gobierno mandaba a sus casas a las masas movilizadas, se hacía cargo él de la situación y negociaba con los derrotados. El referéndum posterior fue una salida negociada para salir de la inmensa confrontación social y política, y evitar el desarrollo más agudo de los acontecimientos.
Frente al panorama de luchas salariales y antiburocráticas de los trabajadores, algunos de los cuales empiezan a ver en el PRS una referencia, sostuve que esta política obrera independiente puede expresarse en oponerse concretamente a la política gubernamental de “cogestión” de empresas con los capitalistas, denunciar ese salvataje y exigir que el gobierno le de a los propios trabajadores las garantías que le da a los empresarios, para llevar a cabo la gestión obrera directa de las empresas. Con políticas como ésta, debemos ir planteando una alternativa marxista revolucionaria al programa de tibias reformas del gobierno así como ir postulando a la clase trabajadora como dirigente del conjunto del pueblo pobre contra el capital.
– ¿Qué plantearon las corrientes internacionales?
Hubo distintas posiciones, muchas de ellas sostuvieron que había que tener la estrategia de la construcción de partidos “amplios”, poniendo incluso como ejemplo al PSOL de Brasil, es decir construir partidos donde convivan reformistas y revolucionarios. Nosotros creemos todo lo contrario, que es clave la construcción de fuertes partidos revolucionarios, enraizados en la clase obrera luchando por la independencia política de los trabajadores. Esto es lo central ante la situación política que atraviesa Venezuela.
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