Este fin de semana, el centro de la movida nocturna de los jóvenes romanos se trasladó a la Ciudad Universitaria de La Sapienza. Hasta una hora avanzada de la madrugada se veían en las escalinatas de las facultades ocupadas grupos de estudiantes de todo el país discutiendo animadamente las perspectivas del movimiento estudiantil; otros, hambrientos, buscando algún comedor improvisado en el cual quedara alguna porción de pasta y los más cansados, después de casi doce horas de asamblea, preparando sus sacos de dormir para descansar en uno de los anfiteatros. Los 2000 activistas estudiantiles reunidos este fin de semana en Roma dejaron en claro cuál era su programa: Contra los planes de la ministra Gelmini, levantan la perspectiva de una reforma de la universidad desde abajo, la “autoriforma”, y contra la política del gobierno y de Confindustria, la patronal italiana, están decididos a seguir movilizándose y apoyar con todo la huelga general del 12 de diciembre. El “tsunami”, como se autodenomina el movimiento estudiantil, “onda anomala” en italiano, no es en realidad nada más que, para seguir con una metáfora de los fenómenos climáticos y naturales, la punta de un iceberg más profundo que se llama lucha de clases.
“Tsunami” estudiantil, paros escalonados, huelgas salvajes: una radiografía de la movilización social en Italia
Los últimos 15 días fueron en efecto particularmente agitados. Aunque se haya adoptado definitivamente buena parte de la contrarreforma Gelmini de la educación, los secundarios y los universitarios no bajaron la guardia, todo lo contrario. La movilización más importante fue, sin lugar a dudas, la manifestación nacional de 200.000 personas del viernes 14 que coincidió con la huelga general de la investigación universitaria proclamada por CGIL y UIL a la cual adhirieron los estudiantes movilizados de todo el país y después de la cual se reunió la primera coordinación nacional estudiantil.
En el frente más directamente social la CGIL tuvo que reconsiderar sus posiciones en las últimas semanas. Mientras tanto, las direcciones nacionales más dialoguistas de la CISL y de la UIL intentaban mantener cierto equilibrio entre el sentido de “responsabilidad”, es decir, negociar con el gobierno y la patronal los ataques que se están abatiendo sobre las clases subalternas, y la bronca perceptible entre su base. La dirección de la CGIL y sus distintas federaciones se encuentran presionadas por el descontento existente entre los trabajadores por la situación económica y la avalancha de despidos anunciados, por las provocaciones derechistas del gobierno y, en última instancia, por la movilización estudiantil que sirve de caja de resonancia social y política simbolizada por el famoso “no pagaremos nosotros vuestra crisis” cantado en todas las marchas universitarias.
La dirección de CGIL entre los estatales tuvo que mantener el paro escalonado en la primera quincena de noviembre mientras que CISL y UIL se tiraban atrás y preferían negociar con Berlusconi. En el sector del comercio, uno de los más precarios en Italia, la CGIL, llamó a la movilización el 15. El martes 11, las principales ciudades italianas habían sido paralizadas por un contundente paro general del transporte, el tercero este año. Aquel mismo día, los trabajadores de Alitalia, bajo la amenaza de 2000 despidos, paraban en el aeropuerto de Roma... en forma “salvaje”, es decir, sin autorización legal y oponiéndose inclusive a los sindicatos más combativos que hasta ahora se habían opuesto al plan de desmantelamiento de la compañía acordado entre la patronal, el gobierno y las burocracias confederales.
Mientras a nivel local , sobre todo en el norte del país, circulan llamados a la huelga contra los cierres de fábrica, como en Turín el 20 y en Brescia el 21/11, la Asamblea Nacional de los delegados metalmecánicos FIOM decidió convocar un paro el 12 de diciembre. Esta fecha terminó convirtiéndose, cómo lo habían pedido los estudiantes romanos en lucha a fines de octubre, en una huelga general llamada por la CGIL y a la cual se sumaron en estos días los sindicatos de base.
Hacia la huelga general del 12 de diciembre. Organizarse desde abajo y coordinarse para preparar mejor el enfrentamiento con el “Cavaliere” y la patronal
Como planteaban en las discusiones algunos estudiantes y trabajadores combativos este fin de semana en la Ciudad Universitaria, luego de varias semanas de movilizaciones, se pueden empezar a sacar algunas conclusiones.
Todas estas luchas muestran cómo la burocracia sindical, particularmente la CGIL que “giró a izquierda” en las últimas semanas, está tensionada entre seguir negociando con el gobierno y la patronal y al mismo tiempo ser parte de las luchas e incluso encabezarlas para no perder su control. Esto explica el carácter aparentemente paradójico de la política actual de Epifani (dirigente de la CGIL). Si en Alitalia la CGIL firmó el acuerdo privatizador de la empresa, carnereando las huelgas de los trabajadores, o si en el transporte los tres principales sindicatos llamaron a parar para mejor retomar las discusiones con el gobierno, Epifani se vio obligado, a nivel global, a transformar la convocatoria al paro metalmecánico del 12 de diciembre en un llamado a la huelga general por primera vez desde 2004.
Actuando como caja de resonancia social y política, la vanguardia estudiantil en lucha, en cierto sentido, hizo un salto de calidad en las últimas semanas, como lo indican los principales puntos del llamado de los universitarios romanos adoptado el 31/10, después del masivo paro de docentes y estudiantes. En aquel llamado se hace referencia a la necesidad de coordinar todas las luchas en curso y que el 12 de diciembre sea la ocasión para que todas las direcciones sindicales llamen conjuntamente a parar, más allá de sus diferencias. Se menciona también la necesidad de poner en pie, por primera vez en años, una coordinación nacional estudiantil, que terminó reuniéndose los días 14 y 15/11 en la capital. Si la presión estudiantil logró imponer el frente único entre la CGIL y el sindicalismo de base y articular una coordinación nacional que diera un perfil político de mayor envergadura a la movilización, el camino que tenemos por delante sigue siendo muy complejo para hacer que efectivamente la crisis no la paguemos los obreros y los estudiantes.
Como lo demuestra la orientación ambigua de la burocracia sindical, que sepulta las luchas por una parte y llama a movilizarse por la otra, la cuestión de la construcción de la huelga desde abajo entre obreros y estudiantes, inmigrantes, precarios y desocupados, es más urgente que nunca para que el paro general sea lo más incisivo posible. Por otra parte, la coordinación nacional estudiantil, más allá de todos sus límites, demostró que los estudiantes coordinados desde abajo logran un mayor peso que si están fragmentados los conflictos. Luchar por poner en pie una coordinación nacional obrera y estudiantil de las vanguardias en lucha sería la mejor forma para construir una corriente capaz de oponerse en forma coordinada a la línea vacilante de la burocracia y a la vez la mejor garantía para que la actual oleada de movilización vaya creando las condiciones más favorables posibles para seguir enfrentando a un gobierno descaradamente derechista y reaccionario y a una patronal que anuncia un millón de despidos para los próximos meses.
Roma, 19 de noviembre.
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