Los reflejos de la crisis económica mundial en el “socialismo” petrolero
Uno de los elementos que demuestran que el gobierno de Chávez se mueve sin previsión y a la deriva en el marco de la crisis económica internacional, es que en medio de las fuertes tempestades económicas internacionales y de una clara recesión mundial, votara un presupuesto nacional de 167,4 mil millones de bolívares fuertes sobre la base de U$S60 el barril del petróleo, y cuando no habían pasado las semanas se viera obligado a salir corriendo para corregir los números frente a la sorpresiva baja que ya toca el piso de los U$S45 el promedio del crudo en lo que va del mes. En este marco, la situación de crisis económica mundial y las repercusiones de la recesión que ya se registran en las economías de los principales países del mundo y su incidencia sobre los precios del petróleo, repercutirá en la economía nacional transformándose el elemento determinante para las seguras medidas de ajuste que aplicarán y que ya lo avizoran los altos miembros del gobierno.
Para la última semana de noviembre, según cifras del Ministerio de Energía y Petróleo, el barril venezolano se ubicó en 40,68 dólares, siendo el nivel más bajo que se registra desde el primer trimestre de 2007. En julio había llegado al máximo de 129,5 dólares, lo que expresa que no se trata de disminución cualquiera. De mantenerse esta dinámica, la pérdida de ingresos será considerable, lo cual puede agravarse en la medida que la recesión de la economía mundial se profundice. Para algunos analistas, si durante 2009 prevalece un precio promedio de 60 US$/barril, Venezuela experimentaría una reducción de sus ingresos petroleros de casi 40%, alrededor de US$ 25.000 millones, y esto es bastante serio para un país donde el gasto público es el motor que mantiene activa la economía, atados como ningún otro país a lo que suceda en el impredecible casino de los precios petroleros. Tomando en cuenta que el petróleo representa 94% de las exportaciones del país y es lo único que permite cubrir las importaciones, expone a todas luces la gran volatilidad de la economía nacional y la alta dependencia de los vaivenes internacionales.
Durante toda la campaña electoral, el gobierno hizo todo lo posible por no hablar del tema petrolero porque quiere dar la sensación de que las cosas marchan bien y que la economía venezolana está inmunizada frente a lo que ocurre con los precios. Pero el fantasma de la crisis mundial ronda sobre Venezuela, basta recordar que hacia 1998, el precio del petróleo venezolano se llegó a cotizar por debajo de 10 dólares el barril, también por los efectos de una crisis financiera internacional -en ese caso por la asiática de 1997. Hoy, con el barril por debajo de los 45 dólares simbolizan un punto de quiebre en el proyecto de Chávez, marcado por la bonanza del crudo.
A pesar que desde el gobierno se insistió al comienzo de la crisis mundial que el país no estaba en la ruta del huracán, los rostros han comenzado a cambiar, y no es para menos, pues de profundizarse saldrán a flote las grandes contradicciones y desvelará la retórica de su “socialismo del siglo XXI” que no ha pasado de ser otra cosa que de un “socialismo con empresarios”. Y es que Venezuela es un país que está íntimamente relacionado con la economía internacional como todos los países dependientes, pero tiene la particularidad que es un país exportador neto petrolero e importador de todo lo que requiere para el consumo y la producción. Es un país deudor de los mercados financieros internacionales, con una deuda pública de alrededor de 50 mil millones de dólares.
Y para muestra, un botón. Solo en el plano coyuntural, la economía venezolana se desaceleró en el tercer trimestre de 2008, con un índice de 4,6%, reflejando una caída con respecto al segundo trimestre que fue de 7,1%, y para el final de año se pronostica un 2% del PIB cuando venía con una curva creciente. Si bien la actividad petrolera mantuvo un crecimiento de 3,2% a 6%, la no petrolera cayó de 7,8% a 4,5%, entre la cual la actividad de la construcción pasó de 12,8% a 7,2%, la manufactura de 4,4% a 0,3%, transporte y almacenamiento de 6,6% a -0,5%, etc. Al mismo tiempo la inflación sigue sin ser controlada, con un índice acumulado de 24,7% en los primeros diez meses de este año, una cifra muy superior a la meta inicial de 11%, y ya se estima que en 2009 la inflación se ubicará en torno a 39%. De desarrollarse una desaceleración económica más profunda combinada con una inflación alta abriría el panorama nada halagador de una estanflación en el país.
La burbuja petrolera, creó los incentivos sobre los cuales el Gobierno apostó mucho, visto la exuberante expansión del gasto público y de la actividad económica del Estado. El impacto de ese entorno económico recesivo global vendrá de la mano de una fuerte desaceleración del crecimiento económico, de elevados costos fiscales por caída de los ingresos petroleros dado los menos precios de realización del petróleo y de una probable disminución de la oferta petrolera venezolana.
A pesar del colchón de las reservas económicas, ya en el 2009 sufriremos las consecuencias
Es verdad que la cantidad de fondos que tendría el gobierno de Chávez en un cúmulo de uso discrecional, alojados en organismos como el Banco Central, Bandes y el Banco del Tesoro, crean un amortiguador a tomar en cuenta, el punto es qué pasará después de que los recursos excedentarios se acaben. Por el comportamiento registrado por los precios hasta octubre es lo que permite que la media del año ronde los 97 dólares, garantizando un excedente de 62 dólares por barril, dado que para el año en curso se previó un precio de referencia de 35 dólares. Más allá de que en términos inmediatos, la caía abrupta del crudo venezolano no afecte las cuentas fiscales, ya que los ingresos que siguen entrando provienen de facturas suscritas hace tres meses y transadas a precios por encima de 100 dólares por barril, al hacerse sentir el gobierno deberá aplicar medidas de ajuste para compensar esta abrupta caída. Un reporte de la Agencia Internacional de Energía (AIE) destacó que Venezuela para mantener sus cuentas equilibradas en 2009 necesita precios entre 85 y 100 dólares, y para algunos economistas, como Maza Zabala, Venezuela, con las reservas que tiene, podría gozar de una tregua de un año y medio o dos, en verdad un pronóstico excesivamente optimista.
Pero por fuera de los efectos en el gasto ordinario, la caída en los precios está incidiendo en el llamado presupuesto paralelo. Ante el incremento en los precios, el gobierno instrumentó la contribución a la ganancia súbita del crudo, la cual se aplica cuando el Brent supera los 70 dólares y los recursos que se originan por esa vía nutren el Fondo de Desarrollo Nacional. Entre junio y septiembre esa contribución generó 5,8 millardos de dólares, pero ante el comportamiento que ha registrado el Brent en este mes se reduce la posibilidad de que la industria y las empresas mixtas hagan esos aportes adicionales. En consecuencia un escenario internacional con un menor crecimiento o de recesión prolongada, impactaría los niveles de ingresos del país tanto por los ingresos petroleros, como los ingresos fiscales producto de una reducción en la recaudación de impuestos del sector petrolero y no petrolero, debido al menor crecimiento de los precios de exportación y regalías, como de nuestra economía en los diferentes sectores.
Y más allá de toda la retórica anti Bush que ha mantenido el gobierno, la dependencia económica de Estados Unidos, principal epicentro de la crisis económica mundial es grande y significativa: el grueso de las exportaciones petroleras continúan teniendo como destinario la principal potencia de Norteamérica. Para el país esto se agudiza tomando en cuenta que la crisis que hoy estamos presenciando está originada en el corazón del sistema capitalista mundial, Estados Unidos, y desde allí se ha extendido como una mancha venenosa al resto del mundo, golpeando seriamente a la Unión Europea, Japón, Rusia y los países de la periferia capitalista. Desde el gobierno se ha venido hablando de una diversificación del mercado petrolero, tomando como mercado a China, pero este país también está sintiendo la crisis con lo que está cayendo el mito de que la economía china podría “desacoplarse” de la crisis: los números revelan que China sigue siendo un país económicamente dependiente y que no tiene la capacidad de actuar como una gran potencia: ocupa la posición número 100 en términos de ingreso per cápita y representa sólo un 6% de la economía global.
Ante la profundización de la crisis, una salida de los trabajadores
Si en el marco de una alta renta petrolera la distribución del ingreso nacional dejaba más que desear, en el nuevo escenario económico, las contradicciones para el gobierno serán más agudas tomando en cuenta las crecientes demandas pues los límites serán más serios para cualquier política distributiva. En su contracara las demandas obreras se vienen haciendo sentir, donde las luchas por recomposición salarial se extienden por todo el país y por los más diversos sectores de la clase trabajadora, configurando un cuadro de luchas bastante extendido como no se veía desde hace muchos años, producto de la gran polarización política y el inmenso liderazgo de Chávez entre el conjunto del movimiento de masas.
Como afirma James Petras, afín al gobierno, “Venezuela acusará el golpe de la caída de los beneficios provenientes del petróleo y de las recesiones mundiales; la fuga de capitales, a pesar de los controles, está en aumento y el capital privado desinvierte o retiene el crédito a pesar de los cuantiosos incentivos. El gobierno no puede continuar con su financiación a gran escala de proyectos públicos sociales y económicos y, al mismo tiempo, subvencionar a los exportadores privados, a la industria agroalimentaria y, sobre todo, a los importadores de artículos de lujo”. Pero en un sentido más general, las propuestas desde el gobierno y del chavismo local y continental no pasan de utópicas. Desde el Centro Internacional Miranda y del gobierno, se impulsó un encuentro de intelectuales y economistas que promulgaron su “Respuestas del Sur a la Crisis Económica Mundial”, que plantearon como salida el fortalecimiento del ALBA y del Banco del Sur, nuevas instituciones económicas reguladas y un acuerdo monetario latinoamericano para hacerle frente a la crisis, resultan completamente utópicas. Estos proyectos que ni siquiera pudieron ser puestos seriamente en pie durante el periodo anterior de crecimiento económico, ante los primeros síntomas de la crisis en la región quedan directamente sin ningún fundamento sólido.
Frente a esta situación y la crisis que se puede abrir, la clase obrera y el pueblo debe luchar por un programa que golpee las bases materiales de los capitalistas, que el “socialismo con empresarios” de Chávez en vez de tomar medidas serias se ha limitado a emparcharlo. Ante las amenazas de despidos debemos exigir la apertura de los libros de contabilidad y la expropiación sin pago de toda empresa que cierre o despida y su puesta en funcionamiento bajo control obrero. ¡Ni un solo bolívar para salvar los bancos y empresas capitalistas! Para impedir la fuga de capitales y garantizar el crédito barato para las familias trabajadoras, pequeños comerciantes y las clases medias empobrecidas es necesario luchar por el monopolio estatal del comercio exterior y por la expropiación y nacionalización de todos los bancos, en un solo banco estatal bajo control de los trabajadores y comités de usuarios. Se trata de poner en pie la fuerza de la clase trabajadora y de ir mostrando el único camino realista para que la crisis no la descarguen sobre nuestros hombros: la lucha por un gobierno propio de los trabajadores y el pueblo pobre.
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