El pasado sábado 6 de diciembre unas 70 mil personas se manifestaron en Dublín en protesta contra los recortes educativos anunciados por el gobierno, en lo que fue la marcha más grande en dicha ciudad desde las protestas contra la guerra en Irak cuando 100 mil personas tomaron las calles en febrero de 2003, nada despreciable para un país con una población de 4.3 millones de habitantes.
El gobierno trata de justificar su ataque a la educación y otros servicios públicos con la crisis económica, pero la bronca no es nueva. Desde que el impopular gobierno del primer ministro Brian Cowen, del partido nacionalista de centro Fianna Fail que gobierna con el apoyo del Partido Verde, anunciara en octubre un draconiano recorte presupuestario se vienen organizando una serie de protestas a lo largo de todo el país, y como resultado de las mismas es que salió la convocatoria a la jornada del 6 de diciembre, lo que muestra un creciente espíritu de lucha de las masas. El Tigre Celta, así llamada la República de Irlanda por el sostenido crecimiento económico que se venía dando en los últimos años y basado en la exportación, el ensamblaje y software, ha sido sin embargo el primer país de la zona del euro en entrar en recesión. Hace tan sólo unos meses el gobierno tuvo que salir al rescate de los bancos, a quienes les dio 400 mil millones de euros, y garantizó los depósitos cuando el sistema bancario irlandés estaba al borde el colapso, una medida que generó críticas entre sus contrapartes europeas.
El sistema inmobiliario está en una gran crisis, el desempleo ha subido al 6.7 % en octubre (el nivel más alto desde septiembre de 1998). Sumado a esto, el presupuesto para 2009 anuncia un impuesto del 1% para todos los ingresos, que le permitirá al gobierno recaudar 1.200 millones de euros, afectando de este modo a las familias de más bajos ingresos al tratarse de un impuesto indiscriminado.
Este no es el único ataque que están enfrentando los trabajadores y sectores populares de Irlanda, el gobierno también eliminó la emisión de una tarjeta sanitaria que permitía la atención gratuita para las personas mayores de 70 años y canceló el plan de vacunación para el cáncer cervical.
La marcha del sábado fue convocada conjuntamente por 4 sindicatos docentes (primarios, secundarios y otras áreas educativas) ante el anuncio de la pérdida de 2200 puestos de trabajo en escuelas primarias y secundarias y el aumento de los aranceles universitarios.
Una larga lista de ataques al sector educativo explican la bronca en la marcha y lo masivo de la convocatoria: aumento de la cantidad de alumnos por aulas, reducción de los docentes de apoyo en educación especial, reducción de maestros de idiomas extranjeros, recorte del apoyo escolar a la población ‘traveler’ (la población nómade que vive en caravanas y responde a un fenómeno muy propio de Irlanda, se trata de familias marginadas y de bajos ingresos). Además se prevé un aumento del servicio del transporte escolar, recorte del servicio de las bibliotecas y del esquema de libros gratis paras las escuela, eliminación de los maestros de apoyo escolar, etc.
En estos años de crecimiento del Tigre Celta la educación fue totalmente abandonada y dejada a un lado, y ni bien se anunciaron mayores recortes, docentes, padres y alumnos han salido a enfrentarlos. El 20 de octubre 12.000 docentes marcharon en Dublín, y en noviembre 8.000 lo hicieron en Galway.
Entre las consignas de la marcha podía leerse: “¡No a la pérdida de puestos de trabajo!” “¡No al recorte del presupuesto!”, ¡“No queremos que nuestros hijos paguen [la crisis]!” “¡Debería darles vergüenza: salvan a los banqueros y hunden el futuro de nuestros hijos!”
El cambio en el espíritu también se ha notado en el nivel de organización en las ciudades y pueblos donde docentes, estudiantes, jubilados y desocupados han organizado comités de lucha para organizar la pelea por fuera de las direcciones sindicales, que, como están en un pacto social con el gobierno se niegan a superar las tibias críticas frente a tamaño ataque.
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