Coordinación estatal, radicalización y confluencia con secundarios y trabajadores ¿Hacia un 2009 caliente?
El Estado español, poco a poco, va sumándose a la lista de países donde la juventud empieza a aparecer como uno de los primeros sectores en protagonizar procesos de lucha en medio de una crisis que está ya causando estragos entre los trabajadores y el pueblo. Si bien la situación no alcanza la magnitud de los casos griego o italiano, paulatinamente se viene recomponiendo el movimiento estudiantil en la lucha contra el Plan Bolonia, la “receta” europea de privatización de la universidad.
Tras la exitosa jornada de huelga del 13 de noviembre, un proceso de encierros (tomas) en facultades se ha extendido por numerosas universidades. Barcelona, Madrid y Valencia son, sin duda, la vanguardia con casi todos los centros con asambleas y encierros indefinidos o puntuales, así como estructuras de coordinación. Su ejemplo ha cundido y como una mancha de aceite el fantasma anti-Bolonia se extiende ya por Sevilla, Zaragoza, Alicante, Castellón, Girona, Lérida, Murcia, Málaga, Granada, Cádiz, Cuenca, Burgos... Además, el 13 y 14 de diciembre las diferentes asambleas celebraron un Primer Encuentro Estatal (todo el país), que supone un importante avance en la coordinación estatal y cuyas propuestas van en el sentido de extender, masificar y radicalizar la protesta.
El miedo a que Grecia no sea una excepción
A pesar de que el movimiento aún no alcanza un grado de masividad muy alto, el gobierno y los rectores se sienten realmente amenazados. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar, deben pensar. Joseph Ramoneda lo expresaba de la siguiente manera en el diario El País, el pasado 16 de diciembre: “Los disturbios de Grecia, ¿han de pensarse como unos hechos aislados, propios de las peculiares circunstancias de aquel país, o pueden ser una premonición de una conflictividad que puede extenderse por toda Europa? Sin duda, hay un malestar difuso en diversos sectores de la juventud europea que pueden explotar en cualquier lugar y en cualquier momento”.
Y es que el actual movimiento es una verdadera caja de resonancia de las contradicciones sociales. Además de oponerse al Plan Bolonia, muchas otras discusiones atraviesan al activismo, que vive en un clima de politización que llega a cuestionar otros problemas como la precariedad laboral, la desocupación, la falta de perspectivas de futuro para la juventud ante la actual crisis, los vergonzosos planes de salvataje público para la Banca y la patronal... El presidente Rodríguez Zapatero teme a su propia “generación 700” (como se conoce a la juventud griega, en referencia a los míseros 700 euros que componen el salario común de un joven trabajador). No olvidemos que la tasa de desempleo juvenil supera el 20%, y que el calificativo “mileurista” es un horizonte lejano para una gran mayoría que ronda sueldos de 800 euros. La temporalidad entre nosotros está en el 50%, es decir, la mitad somos trabajadores precarios, lo cual ha llevado a acuñar un nuevo término, el “precariado”.
Sin duda, la degradación social de las banlieues parisinas o de los barrios obreros y populares griegos, está extendiéndose por toda Europa. En el Estado Español, en lo que va del año, la solicitud de ayuda benéfica ha aumentado en un 40%, hay más de 600.000 familias con todos sus miembros desempleados y miles de inmigrantes se están quedando literalmente en la calle sin un tejido social o familiar en el que apoyarse. El caldo de cultivo de la rebelión griega no es una particularidad helena, y eso hace temer al gobierno y la patronal cualquier atisbo de movimiento entre la juventud.
Los rectores, conscientes de este peligro y temerosos de que sus facultades se conviertan en el nido de los “revoltosos”, mandaron una carta a mediados de noviembre al gobierno solicitando ayuda. Los encierros, por el momento, no están afectando demasiado al desarrollo de la actividad universitaria, sin embargo, son vistos como un peligroso virus que puede encender la llama de una juventud cada día con menos expectativas de futuro. Algunos de ellos no están dudando en acudir a la mano dura para tratar de atajar la situación. El 17 de diciembre el Rectorado de la Universidad Autónoma de Barcelona aprobó expulsar a 6 activistas anti-Bolonia y sancionar a otros 22, además hay otros 3 estudiantes pendientes de sanción en Valencia, y 3 procesados con cargos en la misma ciudad. Son toda una señal y un intento de amedrentar al joven activismo que está surgiendo.
Sin embargo, Grecia no sólo ha tenido efectos de advertencia para el gobierno. También ha suscitado la simpatía de gran parte del activismo, que se da cuenta de que el camino pasa por el ejemplo heleno. La heroica lucha de los estudiantes griegos, aliados con los trabajadores públicos, en 2006, es contemplada como un ejemplo a seguir. Las jornadas de revuelta social también despiertan simpatía, es común oír en los encierros e incluso entre jóvenes que no participan directamente el “tendremos que hacer como los griegos”. Hubo actos de solidaridad, aunque no muy masivos, en casi todas las ciudades. Algunos de ellos terminaron con duros enfrentamientos con la Policía, que dejaron como resultado 9 detenidos en Madrid y 3 en Barcelona. Muchas asambleas anti-Bolonia se están solidarizando con la juventud griega y los detenidos españoles, exigiendo su libertad sin cargos. Incluso en el Encuentro estatal de asambleas se dedicó un rato de la sesión a escuchar de estudiantes griegos, que están estudiando en nuestro país este período, la versión “no oficial” de los acontecimientos.
El movimiento promueve un 2009 caliente
Los organismos de lucha que están surgiendo en las facultades empiezan a discutir cómo masificar y coordinar el movimiento en todo el Estado. Y se han ido dando pasos importantes en este sentido, como fue la convocatoria del Primer Encuentro de Asambleas Anti-Bolonia, celebrado en uno de los puntos calientes de la protesta, la Universidad de Valencia (con 17 facultades ocupadas). En él se dieron pasos para golpear en fechas comunes, coordinando acciones, la primera el 17 de diciembre, con una jornada de solidaridad y apoyo estatal a los expedientados de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona) y la UV (Universidad de Valencia). Pero además se definieron algunos puntos, que aunque se lo hizo de manera general, de ser desarrollados pueden hacer pegar un salto al movimiento en el año que entra.
El principal punto partió de las asambleas de Barcelona, donde el movimiento está más desarrollado. Se trataba de un llamamiento para radicalizar la lucha en cada universidad en cuanto comiencen las clases del segundo cuatrimestre (en el Estado español se inicia un receso hasta mediados de febrero). Las propuestas eran abiertas, según la correlación de fuerzas en cada lugar; ocupaciones, encierros, bloqueos de puertas, huelga indefinida, manifestaciones..., pero siempre con una tónica in crescendo, a fin de llegar a comienzos de marzo con un movimiento potente y masivo, capaz de paralizar indefinidamente la universidad después de la huelga general de estudiantes del 12 de ese mes, que sería algo así como el “punto de partida” para la ofensiva total. El espíritu entre el activismo era realmente de combatividad, expresión de que la actual situación nacional está cocinando un malestar explosivo entre cada vez más jóvenes. Además, este ánimo es una contratendencia bastante positiva a algunas orientaciones vanguardistas del joven activismo, que muchas veces, por inexperiencia, encuentra dificultades para masificarse y hacer partícipes a muchos más estudiantes del movimiento. El hecho de que se plantearan salir de las tomas para tomar medidas más radicales, puede facilitar tener que asumir la tarea de dialogar con el resto de los estudiantes para poder llevar adelante acciones más contundentes.
Tendencias hacia la unidad obrero-estudiantil
Además de la radicalización se discutió también la necesidad de extender la lucha a los secundarios, que participaron en la huelga del 13 de noviembre y que se están sumando en algunas ciudades a las asambleas universitarias. También se decidió redoblar esfuerzos para lograr la adhesión a la lucha de los profesores y no docentes de universidad y enseñanza primaria y secundaria. Y, por último, tratar de confluir con sectores obreros en lucha, empezando por los trabajadores de los servicios públicos, pero también rodeando de solidaridad las luchas obreras contra la crisis, como las del automóvil. Los compañeros de Clase contra Clase (CcC) tratamos de defender en el movimiento que esta tarea es central, la unidad obrero-estudiantil históricamente ha sido casi una condición indispensable para alcanzar victorias de la juventud. Sólo la intervención de la clase obrera, o la amenaza de ello, puede doblar el brazo del Gobierno. El retroceso parcial de Villepin con el CPE sería una muestra del pánico de la burguesía a que se den experiencias que recuerden al Mayo Francés.
Hay que señalar que el desarrollo de la crisis, y la emergencia de algunos procesos de lucha obrera en resistencia a los planes de la patronal y el Gobierno de cargarla sobre los trabajadores, hacen que cada día más activistas vean clara esta necesidad estratégica del movimiento estudiantil. En Valencia, los estudiantes asistieron a la manifestación de FORD con un comunicado de solidaridad. En Barcelona, algunas asambleas discutieron la idea de solidarizarse con NISSAN y el resto de empresas en lucha contra despidos, hay que tener en cuenta que ya el curso pasado el movimiento anti-Bolonia de esta ciudad marchó junto a los conductores de autobús en lucha por dos días de descanso semanal. Y, en Madrid, los planes privatizadores del Gobierno regional contra la sanidad y otros servicios públicos han permitido que los estudiantes anti-Bolonia marchasen junto a los trabajadores de los mismos.
Por una Coordinadora Estatal de Asambleas
El punto más débil del Encuentro fue quizá lo relativo a fortalecer cualitativamente la coordinación estatal de los luchadores, avanzar hacia una genuina Coordinadora Estatal de Asambleas basada en la democracia directa. Finalmente se decidió convocar un Segundo Encuentro para después de la huelga de marzo. Sin embargo, éste no estaría formado por delegados electos, revocables y con mandato de las distintas asambleas, sino que, estaría abierto a todos los activistas en general, y sólo tendría carácter indicativo. Además, los delegados no podrían votar, las decisiones deberían pues adoptarse por consenso.
Desde CcC saludamos muy positivamente el Primer Encuentro, un gran paso para el movimiento. Sin embargo, creemos que se debe avanzar en construir herramientas de auto-organización y coordinación estatal que expresen lo más fielmente posible la composición real del movimiento estudiantil. Es por ello que no apoyamos el método aprobado para la preparación del encuentro de marzo. Las ideas del autonomismo calan profundamente en sectores de la juventud europea, por lo general entre el activismo más de vanguardia. Así hay planteamientos que no compartimos, y a los que tratamos de dar batalla política, ya que los consideramos un obstáculo para el desarrollo de un movimiento estudiantil democrático y de base, que potencie la participación del mayor número de estudiantes como sujetos con voz y voto. La prohibición a las organizaciones políticas y sindicales a participar en las asambleas, el que se eviten votaciones y se busquen consensos muchas veces poco democráticos, la negativa a elegir delegados para la coordinación estatal e incluso en algunos casos como norma... dificultan la extensión del movimiento. Desde CcC apoyamos las 5 propuestas lanzadas por el Sindicato de Estudiantes de Izquierda, agrupación en la que militamos, para construir un movimiento estudiantil masivo, democrático y de base (ver recuadro).
Sobre la problemática nacional
La pertenencia al Estado Español de nacionalidades oprimidas como la vasca y la catalana introducen una problemática específica a la hora de tratar de establecer un movimiento unitario en todo el territorio. Las organizaciones estudiantiles vascas y las asambleas que dirigen se negaron a participar en el encuentro por considerar que su marco de lucha se restringe a Euskal Herria. También algunas catalanas han expresado posiciones similares, si bien ninguna asamblea las ha adoptado por el momento.
Desde CcC defendemos los derechos democráticos del pueblo vasco, incluido el de autodeterminación y secesión si una mayoría lo decide, sin embargo creemos que la lucha por ellos pasa inexcusablemente por la alianza de los trabajadores y la juventud vasca con los del resto del Estado. Sólo una lucha unitaria de los oprimidos contra el Estado Español podría acabar con la opresión nacional, derribando el régimen Monárquico e instaurando un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Es por eso que negarse a aliarse, incluso para batallas concretas, con el movimiento estudiantil u obrero del resto del Estado es una muestra de sectarismo que aisla la lucha. No sólo debilitan la lucha contra Bolonia, sino que también hacen un flaco favor a la lucha nacional vasca.
Creemos que es necesario que reflexionen y cambien de posición, y asimismo desde el resto del Estado debemos hacerles llamamientos y propuestas que permitan que nos identifiquen como sus aliados. La inclusión de la demanda de libertad para los presos políticos vascos, a los cuales el combativo movimiento juvenil abertxale aporta un buen número de miembros, entre las demandas democráticas del movimiento podría ser un punto desde el que partir.
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