Nuevamente se polariza el escenario nacional de cara a unas elecciones, esta vez por el nuevo intento de Chávez y el gobierno de
hacer aprobar la posibilidad de la reelección indefinida del presidente. La demagogia brota por todos lados, tanto de la oposición
burguesa de derecha pregonando la defensa de una supuesta “alternabilidad democrática”, como del gobierno hablando de la
supuesta “ampliación del poder del pueblo”. Las y los revolucionarios de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS)
fijamos nuestra posición entre el proyecto político de la oposición burguesa de derecha que busca atar de pies y manos el país al
imperialismo, y el de Chávez, que en la búsqueda de una mayor autonomía con respecto al imperialismo propone un proyecto de
desarrollo nacional atado a sectores de una pretendida burguesía “nacionalista”, frente a los cuales llamamos a votar nulo o
abstenerse, desde una perspectiva de irrenunciable independencia de clase de los trabajadores y trabajadoras. Sostenemos
categóricamente que la lucha antimperialista de la que Chávez habla sólo puede ser conducida consecuentemente y hasta el final
por la clase obrera y su organización independiente, que es precisamente lo que Chávez impide, tal como se ha demostrado todos
estos años.
Un intento de evitar un escenario catastrófico para el
chavismo: la posible salida de Chávez
Chávez y el gobierno lograron, a pesar del duro revés de perder
algunas gobernaciones como Miranda y Carabobo, además del
distrito Metropolitano, recuperar parte del porcentaje de votos
perdidos en el referéndum de la Reforma Constitucional del
2007, con lo que lograron una cierta mayoría de votos a nivel
global nacional, en las pasadas elecciones regionales. Esta
circunstancia del momento político es la que aprovechan para
intentar de nuevo el cambio en la constitución que le permita a
Chávez postularse para la presidencia indefinidamente. A esto se
le añade el que las elecciones se tienen previstas justo antes de
que la crisis económica mundial comience a golpear duro en el
país y el gobierno, como todo gobierno burgués, empiece a
“enfrentarla” con medidas económicas antipopulares que
recaerán sobre el pueblo trabajador.
El chavismo, como régimen y como movimiento político, se ha
articulado casi exclusivamente alrededor de la figura de Chávez:
es este el “conductor” directo de las masas, por encima de los
partidos y aparatos que lo respaldan, así como el articulador entre
las distintas fracciones en pugna al interior del chavismo. Si
Chávez no puede volver a postularse en las próximas elecciones
presidenciales (2012), no sólo significaría un cambio brusco en
la articulación del régimen, en caso de mantener el chavismo la
presidencia, sino también implicaría un cambio en cuanto
movimiento político, ya que en lo inmediato sobrevendría el
temido proceso de búsqueda del sucesor, lo que pone en riesgo la
misma continuidad del chavismo en el poder, en tanto no hay
candidato presidenciable con el arrastre de Chávez. Esto, sin
lugar a dudas, será motivo de las más virulentas y encarnadas
disputas internas, de las que seguro saldrá el chavismo
muchísimo más fracturado y debilitado que ahora.
Lo más clave de toda esta situación es que el proyecto político de
Chávez –el desarrollo nacionalista burgués del país
semicolonial– es inseparable de los rasgos bonapartistas del
régimen, es decir, de la necesidad de una figura presidencial
fuerte, tanto política como legalmente, que sea capaz de cumplir
el papel de “árbitro” de la nación, así como ser el “hombre
fuerte” del país frente al imperialismo: ser el garante de la paz
contra una nueva explosión social –lo que implica “mediar” y
“disciplinar” a los bandos en pugna– y del regateo con los
imperialismos para utilizar en el “desarrollo nacional” una mayor
porción de los excedentes sacados del país por estos. Ni más ni
menos que eso es el núcleo duro del proyecto de Chávez,
reconocido por él mismo incontables veces. Eso es lo que
entraría en franca crisis en caso de que Chávez no pueda volver a
postularse a la presidencia de la República en las próximas
elecciones.
La rancia derecha proyanqui y sus cacareada
“alternabilidad”
La oposición burguesa de derecha, que ha podido sobrevivir y
revivir en la vida política nacional gracias a las políticas y pactos
de Chávez, no hace más que repetir sus envejecidas y vacías
frases sobre la “democracia” y la “libertad”, que le fueron
pisoteadas al pueblo trabajador una y otra vez en todos los años
del puntofijismo por ellos mismos, y nuevamente durante el
breve intento de dictadura empresarial proimperialista,
encabezada por el nefasto Carmona Estanga. Nada tiene que
ofrecer a los trabajadores y el pueblo esta oposición burguesa de
derecha, pero aprovecha el servilismo de la gran mayoría de la
izquierda nacional frente a Chávez, así como los rasgos
autoritarios de Chávez, para hacer demagogia con las
necesidades del pueblo y con la “democracia”. Pero no es más
que eso, la más descarada demagogia: es evidente que no les
molesta el desempleo, los bajos salarios, la salud del pueblo, la
falta de viviendas y tierras para los campesinos, ni mucho menos
les preocupa la falta de “democracia” hacia el pueblo, el
asesinato de los luchadores obreros, como el caso de los 3
dirigentes obreros asesinados en Aragua, la represión a los
pescadores en Güiria, o el asesinato de los 200 campesinos que
ha habido hasta ahora a mano de sicarios pagados por
terratenientes, o más recientemente frente al brutal asesinato de
dos obreros automotrices a manos de la policía estadal de
Anzoátegui, del gobernador chavista Tarek Willian Saab. ¡En
ninguno de estos casos cacarean sobra falta de libertad y
democracia! Lo que en realidad les preocupa es que con la
aprobación de la enmienda se le dificulten más las posibilidades
de recuperar el mando político del país.
La oposición de derecha se desgarra hablando de
“alternabilidad”, pero como buenos burgueses, no hacen más que
mostrar, muy convenientemente, la superficialidad del asunto: la
posibilidad de que se turnen los gobernantes. Esto no es de
ninguna manera lo fundamental del debate para la masas
explotadas y empobrecidas en la sociedad burguesa, el problema
no es cuántos distintos gobernantes puedan turnarse, el problema
es que todos gobiernan para sostener la sociedad de clases, todos
son parte de la “democracia para ricos” en contra del pueblo.
Cambian los gobernantes, pero no cambia el sistema social, la
propiedad privada de los medios de producción y de vida en
manos de unos pocos, y la esclavitud asalariada para nosotros,
para la mayoría que todo lo produce: se trata de una
alternabilidad burguesa. Así, la derecha intenta cínicamente
igualar su interés burgués de dirigir el país a las genuinas
aspiraciones democráticas de los trabajadores y el pueblo. El
proyecto burgués abiertamente proimperialista es lo que está tras
el voto por el “No”.
A la búsqueda de recomponerse de la debilidad
estratégica
Ya el gobierno ha entrado en una etapa de debilidad estratégica a
partir de la pérdida del referéndum del 2-D, por la defección de
unos 3 millones de votos. Esa situación no fue revertida por el
reciente triunfo relativo de las regionales, donde a pesar de
conservar mayoría en gobernaciones y alcaldías, sufrió un
retroceso con relación a lo que tenía, pero además en buena parte
de las zonas económica y políticamente más importantes del
país, donde se concentra más del 40% de la población. Chávez
no podrá seguir gobernando como antes, dijimos luego del 2-D, y
es lo que caracteriza el nuevo momento político: el
reposicionamiento institucional (gobernaciones y alcaldías) de la
oposición burguesa, así como las incipientes luchas obreras por
fuera de la dirección oficial del gobierno, confirman esto. Lo
confirma también el mismo hecho reciente de que haya tenido
que plantear la reelección sin límites también para los demás
cargos de elección “popular”, como maniobra de último
momento para intentar asegurar la mayoría de votos, al costo de
tener que, en caso de aprobarse, convalidar la existencia
permanente de caudillos regionales que le disputen, escenario
que había venido rechazando desde siempre.
En este escenario nacional, Chávez y la burguesía venezolana en
su conjunto deberán “ponerse de acuerdo” sobre puntos mínimos
para la conducción del país, como ya lo han hecho antes: los
acuerdos post-golpe de Estado y post-paro-saboteo petrolero, así
como el gran acuerdo del referendo revocatorio de 2004, son
claros ejemplos de cómo concretaron acuerdos mínimos para
encauzar la situación nacional por los “canales institucionales y
regulares”, es decir, para que no se exacerbara la lucha de clases
de entonces. Chávez ya no tiene el liderazgo y arrastre en las
masas de hace pocos años, y tampoco tiene garantizada la
mayoría absoluta de votos, que eran la base de su poder de
“arbitraje”, por eso el régimen no puede ser el mismo, y Chávez
debe negociar algunos acuerdos con la oposición burguesa.
Teniendo ese escenario por delante, y el de una enorme crisis
histórica del capitalismo mundial, que aún no pega en el país
pero que golpeará sin duda con gran turbulencia, a Chávez
ciertamente “se le va la vida” en esta elección, pues quiere evitar
llegar lo menos debilitado posible a una eventual negociación
con la oposición de derecha. Si pierde, será desastroso, y hará lo
que siempre ha hecho, cederle cada vez más a la oposición
burguesa y hacer pagar la cuenta al movimiento de masas
(liberación de golpistas, aumentos y liberación de precios,
represión a las luchas más radicales, ningún aumento
considerable de sueldos, etc.). Si gana, se reposicionará para
negociar en mejores condiciones con la derecha, y para
“disciplinar” a los sectores más audaces y radicales del
movimiento obrero, campesino y popular. Es por eso que Chávez
usará un posible triunfo para reforzar su control sobre el
movimiento de masas (obreros, campesinos, comunidades
pobres) para impedir cualquier cause de radicalidad e
independencia política, verdaderamente antiimperialista y
anticapitalista.
Un largo gobierno de timoratos parches
Lo fundamental en la caída de la fortaleza indiscutida de Chávez
hace unos años, ha sido sin duda la no resolución de los
problemas fundamentales de las masas trabajadoras y pobres del
país. Como queda demostrado, la oposición proimperialista no
avanza considerablemente en votos, sino es el gobierno quien
pierde en tanto su base se abstiene. Es que tras largos 10 años de
gobierno, con enormes niveles de respaldo y disposición a pelear
del movimiento obrero, popular y campesino, con grandes
derrotas propinadas a los intentos más ambiciosos y violentos del
imperialismo y sus lacayos, con altísimos precios petroleros en
los últimos años, Chávez y su gobierno han sido incapaces de
resolver con satisfacción siquiera una sola de las cuestiones
estructurales del pueblo trabajador. La mayoría de los
campesinos pobres siguen sin tierra; los números de la reducción
del desempleo esconden que sigue siendo un azote para los
sectores más pobres de la población, además de mantenerse y
aún aumentarse los niveles de precarización y flexibilización
laboral: el trabajo creado, es por lo general trabajo precario; el
salario sigue siendo algo miserable en comparación con las
necesidades de la inmensa mayoría de las familias trabajadoras,
apenas paliadas parcialmente por los subsidios a la comida que
hace el gobierno y sus “ayudas”; el drama de la falta de
viviendas persiste en más de un cuarto de la población; el acceso
a la salud, el que más “logros” presenta, sigue sin embargo
presentando enormes desigualdades entre las capas ricas y
medias altas de la población y las peripecias que debe hacer el
pueblo pobre para procurarse una salud digna; sin mencionar que
a despecho de todo el alardeo y la demagogia sobre la
reivindicación de la mujer, la emancipación de la mujer –y de las
mujeres trabajadoras y pobres en particular, las más explotadas y
oprimidas del capitalismo– con relación a la esclavitud
doméstica y el poder decidir sobre su propio cuerpo y
reproducción, no ha avanzado ni un milímetro.
La razón de que esto sea así no puede buscarse más que en el
propio proyecto de Chávez: la búsqueda de una mayor autonomía
con respecto al imperialismo proponiendo un proyecto de
desarrollo nacional atado a sectores de la burguesía local, por
medio de una alianza entre el Estado desarrollista y sectores
“nacionalistas” de la burguesía, sin excluir a sectores específicos
del capital transnacional. En esta ecuación el Estado será el
garante del proceso, tanto como poseedor de la renta petrolera,
así como condensador del “interés nacional”, convenciendo a los
trabajadores y arrastrándolos a un proyecto de conciliación de
clases: la convivencia entre explotados y explotadores. Por eso
Chávez ha dejado intacta la estructura económica capitalista del
país y por eso los grandes banqueros, empresarios y
terratenientes parásitos, tanto venezolanos como extranjeros, han
permanecido con sus propiedades, negocios y ganancias
campantes y en aumento, a pesar de tan turbulentos 10 años de
gobierno. Este es el proyecto que encarna Hugo Chávez y sus
burócratas demagogos, y es lo que se nos llama a apoyar con el
“Sí” este 15 de febrero, buscando utilizar los votos para reforzar
su control sobre el movimiento de masas, impidiendo su
manifestación y organización independiente.
Alternabilidad burguesa y poder para el “árbitro” de la
nación
Frente a los argumentos de la oposición burguesa de derecha, el
gobierno responde diciendo que en realidad se garantiza la
“alternabilidad” porque será el pueblo quien decida entre los
distintos candidatos, por supuesto sin hablar del carácter de clase
de la democracia burguesa, de la “alternabilidad”. Es que en lo
sustancial ambos sectores, bajo distintas formas de gobierno y de
régimen, sostienen esta sociedad basada en la explotación. Por
eso, aún cuando sea una persona plebiscitada a cada elección o
diversas las que se alternen en los gobiernos, lo que hay en
realidad es la continuidad de la “dictadura del capital”: la
explotación y opresión sobre las masas trabajadoras y el pueblo.
Pero más aún, el gobierno discursea sobre la “ampliación de los
derechos democráticos del pueblo” y “darle más poder el
pueblo”, cuando en realidad busca dar continuidad a la figura del
“líder fuerte, indiscutible e insustituible”. Fuerte, indiscutible e
insustituible para encauzar las fuerzas e iniciativas de la clase
obrera y el pueblo tras la conciliación con sus enemigos; fuerte,
indiscutible e insustituible para mandar al pueblo a sus casas tras
el golpe y el paro-saboteo, y administrar él las victorias que el
pueblo logró, para negociar con la burguesía opositora, para
marginar y reprimir las iniciativas más audaces del movimiento
obrero y popular.
Es que la demagogia no viene sólo de la derecha, pues después
de una década en el gobierno, los trabajadores, trabajadoras y el
pueblo pobre no tienen poder alguno de decisión en las
cuestiones fundamentales del país, más allá de los mecanismos
del voto y las consultas de la democracia burguesa: el poder real
lo siguen teniendo los capitalistas y los burócratas del Estado,
que controlan la economía del país y las decisiones políticas:
controlan todos los frutos y riquezas de nuestro trabajo, porque
en sus manos están, y no en las nuestras, las tierras, bancos,
fábricas, minas, etc., mientras nosotros solo poseemos nuestro
salario; controlan el poder político, en tanto los diputados,
tribunales y jueces, policías y ejército, garantizan legalmente y
por la fuerza, esta situación de explotación, con la consiguiente
pobreza y precariedad, quedándonos a los trabajadores y
trabajadoras el simple “derecho al voto” para decidir quién
gestiona este sistema. Por eso todas las decisiones cruciales de la
economía del país y de nuestras familias, de la conducción diaria
de “la nación” y de nuestras vidas, se toman en las casas de los
empresarios, en sus reuniones de negocios, en los contubernios
de la Asamblea Nacional y los ministerios, en sus reuniones con
el Presidente, en los almuerzos, encuentros y reuniones de
negocios del gobierno con los empresarios nacionales y
extranjeros, en las oficinas de los jueces, en los cuarteles
policiales y de las Fuerzas Armadas: ¡allí está el poder de esta
sociedad, no en la clase obrera y el conjunto del pueblo pobre!, y
sobradas muestras hay de cómo el gobierno “revolucionario” y
“socialista” desarticula y combate iniciativas tendientes a un
verdadero poder obrero.
Como se ve, el llamado “socialismo” del silgo XXI, “socialismo
con empresarios”, es una gran demagogia pues es un proyecto
completamente en los marcos de la sociedad capitalista por
mucho que Chávez hable todos los días “contra el capitalismo”,
y la continuidad en el poder de una persona para administrar ese
proyecto es lo que el gobierno quiere hacer pasar como si fuera
el “poder del pueblo”.
Basta mencionar el papel que cumple Chávez y su gobierno de
protección de los intereses y negocios de las transnacionales
frente a las luchas y exigencias antiimperialistas de los
trabajadores, como lo demuestra la persecución contra los que
denuncian las empresas mixtas y la represión directa incluso, de
las luchas más radicales contra las transnacionales explotadoras.
No hipotecar la independencia política de la clase,
prepararse para ataques contra los trabajadores y el
pueblo pobre: ¡votar nulo o abstenerse y que la crisis la
paguen los capitalistas!
Por todo esto, es evidente que en la disputa electoral por venir no
hay ninguna opción que represente los intereses de la clase
trabajadora y los pobres del país. Si algo debe haber quedado
como lección en estos 10 años de gobierno, es que la gran
energía y fuerza obrera y popular desplegada, fue limitada y
encauzada en los marcos de un proyecto de reformas burguesas,
a falta de una estrategia y política propias de los explotados, el
único camino que puede conducir a una consecuente liberación
nacional del yugo imperialista, y una verdadera revolución
social. Por eso si algo queda claro al cumplirse dentro de poco 20
años de la rebelión popular del Caracazo, es que este país y
nuestras vidas siguen siendo gobernados por otros, por un
puñado de parásitos que viven del sudor ajeno, de administrar lo
que producimos, es decir, por los empresarios y burócratas del
Estado, por eso las demandas de aquella gran irrupción de masas,
que dio el golpe de muerte al puntofijismo, aún siguen sin
cumplirse y siguen teniendo plena vigencia. La lección de casi
20 años de intensa lucha de clases, es que solo una estrategia
independiente de la clase trabajadora tendiente a instaurar un
gobierno propio, un gobierno de la clase obrera, el campesinado
y el pueblo pobre, sobre las ruinas de todo el actual orden
capitalista, puede llevar a la solución real de nuestra demandas.
De ganar el "Sí", se estaría fortaleciendo el poder de Chávez no
solo ante la oposición de derecha, sino también para controlar y
limitar al movimiento de masas, así como para aplicar con más
autoridad las medidas "anticrisis" que tendrán un corte
antipopular: salen perdiendo los trabajadores al fortalecer a quien
es su camisa de fuerzas. Si gana el "No", se debilita Chávez, pero
sería una victoria para la oposición burguesa y el imperialismo,
que los ubicaría en mejores condiciones para incidir en la
definición del régimen de gobierno del país. Por eso, ninguna es
opción para los trabajadores, y en un escenario tan ultralimitado
y restringido, como un referéndum donde solo se nos permite
elegir entre estas opciones, la única salida progresiva y que
contribuye al camino de la independencia política de la clase
obrera y el pueblo, es el voto nulo (o la abstención consciente),
como parte de la política de confiar solo en las propias fuerzas y
métodos de lucha, como garantía de nuestros intereses, y
prepararse para las duras peleas que seguro vendrán,
independientemente de quién gane.
Se viene un período de mayores acuerdos entre ambos sectores
para “gestionar el país” y para “enfrentar la crisis” mundial en
curso en la economía capitalista, y estos no serán más que
acuerdos para “gestionar” la salud de los negocios y empresas
capitalistas, y para “enfrentar” las exigencias y luchas de la clase
obrera y los pobres de este país. Se pondrán de acuerdo para
aumentar los alimentos, limitar los aumentos de salario,
disminuir los impuestos a los empresarios mientras se los
mantiene a los trabajadores y el pueblo, reprimir y enjuiciar las
luchas obreras, campesinas e indígenas más radicalizadas, es
decir, parte de lo que hemos visto ya desde el año pasado.
De hoy en más, estarán a la orden del día estos entendimientos
que buscarán descargar la crisis sobre nuestros hombros:
despidos, cierre de empresas, freno a los aumentos de sueldo,
más impuestos, recortes del gasto público, devaluación del
bolívar, etcétera, son todas las medidas que estudian para lanzar
contra el pueblo trabajador, y hay que prepararse para
enfrentarlas y derrotarlas, imponiendo una salida obrera y
popular a la crisis.
Por eso llamamos a los trabajadores y trabajadoras, a la juventud
que quiere luchar realmente contra este sistema de explotación, a
no dejarse embaucar por los bandos en disputa y alzar con fuerza
las banderas de una alternativa de clase, una oposición obrera y
socialista para forjar una tercera opción, la de los explotados
contra toda variante burguesa. Ir con el “No”, como
vergonzosamente hicieron en el 2007 sectores que se dicen
obreros y socialistas, como la Unidad Socialista de los
Trabajadores (UST), no es más que perder el horizonte de clase y
quedar tras la política de la oposición burguesa; votar por el “Sí”,
como reprochablemente deja correr en el movimiento sindical la
Unidad Socialista de Izquierda (USI) –como hacen como
CCURA en el sector petrolero [1]–, es seguir retrasando el camino
hacia la independencia política de los trabajadores y trabajadoras,
la única fuerza social capaz de encabezar una verdadera
revolución social anticapitalista, si se libera de la tutela del
chavismo.
¡VOTAR NULO O ABSTENERSE!
¡PREPARARSE PARA QUE LA CRISIS NO LA DESCARGUEN SOBRE NUESTROS HOMBROS!
¡Ningún despido ni congelamiento salarial!
¡Control obrero de las empresas que se declaren en crisis!
¡Reapertura bajo gestión obrera de las empresas que cierren!
¡Ningún impuesto más para el pueblo trabajador!
¡Abajo el IVA!
¡Ningún aumento del costo de los servicios públicos!
¡Por la coordinación por la base para definir un plan nacional de lucha unificado!
¡Por la construcción de una oposición obrera y socialista!
30 de enero de 2009
LTS - Liga de Trabajadores por el Socialismo
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