Constatando al mismo tiempo el regreso de la lucha de clases, los buenos resultados electorales de la extrema izquierda desde 1995 y la creciente popularidad de su portavoz, Olivier Besancenot, la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), desde el verano de 2007, había decidido avanzar en la construcción de un Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), de contornos inciertos. Tres organizaciones que se reivindican del trotskismo en Francia habían respondido favorablemente a esta iniciativa: la Fracción L´Etincelle de Lutte Ouvrière (FLO, Fracción La chispa de Lucha Obrera, finalmente excluida de LO en septiembre de 2008), la Gauche Révolutionnaire (GR, Izquierda Revolucionaria, sección francesa del CIO) y el Grupo CRI (Communiste Révolutionnaire Internationaliste), desde 2008 sección simpatizante de la FT (Fracción Trotskista Cuarta Internacional) en Francia. Poco a poco se formaron comités NPA, en total cerca de 500. Se organizaron dos reuniones nacionales, una en junio y otra en noviembre. El 5 de febrero tuvo lugar el XVIII Congreso de la LCR: esta, que tenía 3.200 adherentes, proclamó su disolución denominada “política”, porque mantendría oficialmente una pequeña estructura, que, sobre todo le permitirìa seguir percibiendo las subvenciones del Estado. Bajo su impulso, los días 6, 7 y 8 de febrero se realizó en Saint-Denis el congreso de fundación del NPA, que reivindica más de 9.000 adherentes, que contó con un poco más de 600 delegados. Entre los invitados internacionales, se pueden destacar a Vilma Ripoll (MST, Argentina), Luciana Genro (PSOL, Brasil), Stalin Perez Borges (PSUV, corriente Marea Socialista, Venezuela), Chris Harman (SWP, Inglaterra), un representante del FPLP (Palestina) e incluso el MAS de Evo Morales, partido en el poder en Bolivia. Desde el punto de vista de los revolucionarios ¿Qué balance político podemos hacer?
Potencialidades frenadas
En el contexto de profunda crisis general del movimiento obrero y de la conciencia de clases, la decisión de la dirección de la LCR de lanzar un proceso a favor del NPA era positiva, en la medida en que abría un marco que permitía politizar a miles de trabajadores y jóvenes que habían participado en las luchas de los últimos años. Pero la manera en que llevó adelante el proceso, ha frenado considerablemente sus potencialidades. El objetivo de la LCR era evidente: que el NPA no fuera un partido claramente revolucionario, al mismo tiempo que ella mantuviera el control de ese partido. Para lograr esto, se esforzó entonces por impedir toda confrontación política seria. En particular, en el momento de la preparación del Congreso, el CAN (Comité de Animación Nacional), dirección provisoria del NPA, en la que la dirección de la LCR era hegemónica, hizo de todo para prohibir resoluciones alternativas a las suyas, no autorizando más que enmiendas. Por lo tanto, en lugar de poner en el centro cuestiones políticas importantes, el CAN y la dirección de la LCR organizaron la dispersión de la reflexión política, invitando a comprometerse en la elaboración de una miríada de enmiendas particulares. Así, la discusión estaba partida en todos los sentidos, y la dirección de la LCR, dado su peso, no tuvo dificultades para imponer sus puntos de vista, dando la impresión, sin que le cueste mucho, de llevar adelante una discusión democrática y rica
Principios fundacionales ambiguos
El proyecto de principios fundacionales del CAN denunciaba al capitalismo, oponiéndole la necesidad del socialismo definido como el “poder de los trabajadores en todos los terrenos de la vida política, económica y social” y afirmaba el objetivo de “derrocar al Estado y sus instituciones” que son “una máquina funcionando para la defensa de los intereses de la burguesía”. Pero no definía claramente al NPA como un partido de clase, no formulaba una estrategia revolucionaria para la conquista del poder, no decía nada del estado obrero que surgiera de la revolución, ni de su naturaleza, ni sobre sus tareas, criticaba al PS y al PCF de manera demasiado superficial y seguía siendo muy discreto sobre los métodos de la lucha de clases. El congreso los ha votado en esencia tal cual estaban. Si bien adoptó una enmienda trotskista a favor del apoyo militar a la lucha de los pueblos oprimidos por el imperialismo, presentada por una delegada del comité de Saint-Ouen, reemplazó con una ajustada mayoría la referencia al “socialismo” por la de “socialismo del siglo XXI”, subtítulo del último libro de Besancenot y Bensaïd. Ahora bien, desde el punto de vista de la ex LCR, esto lleva a marcar una ruptura con el combate revolucionario llevado adelante por los marxistas revolucionarios del siglo XX, los bolcheviques, y luego los trotskistas, y a propagar un “socialismo” en el mejor de los casos confuso, o peor aún de tipo “bolivariano” como Chávez, dirigente nacionalista burgués, que fue el primero en emplear esta expresión y que pretende que se podría construir el socialismo con los “patrones patriotas”. En la misma lógica, el Congreso rechazó una enmienda que propone reemplazar las fórmulas confusas sobre un “gobierno de ruptura” por la idea que solamente la movilización de las masas y la autoorganización de los trabajadores pueden destruir el Estado burgués, enmienda que, sin embargo, obtuvo los votos de alrededor del 20% de los delegados (121 a favor, 429 en contra, 82 abstenciones).
Una resolución política combativa, pero insuficiente, para ayudar a la clase obrera a vencer a Sarkozy y a la patronal
El proyecto del CAN se negaba correctamente a separar un capitalismo bancario “malo” y un buen capitalismo empresarial, condenaba las actuales intervenciones estatales, alentaba responder a la crisis con un “tous ensemble” (todos juntos, NdeT) contra la dispersión de las luchas, levantaba una serie de legítimas reivindicaciones inmediatas, condenaba el “diálogo social” defendido por las direcciones sindicales y su política de cogestión y le oponía un sindicalismo de lucha de clases y la convergencia de las luchas. Pero seguía siendo muy insuficiente. Efectivamente, estaba centrado en un “programa de emergencia” que no es revolucionario en la medida en que no está articulado a la perspectiva del gobierno de los trabajadores, sino que deja flotar la ilusión que sería posible satisfacer las reivindicaciones indicadas con una simple movilización poderosa de los trabajadores. Además, mientras reivindicaba la lucha por “la prohibición de los despidos”, sin precisar que únicamente un gobierno de los trabajadores podría tomar semejante medida, no proponía nada preciso sobre la manera de impedirlos aquí y ahora. Allí también, el congreso ha adoptado casi tal cual el proyecto del CNA, después de solamente 45 minutos de discusión en sesión plenaria. Asimismo, la principal enmienda adoptada (236 a favor, 160 en contra) derechiza el texto, al sustituir a la crítica de las direcciones sindicales en general la crítica a “algunas” direcciones sindicales: su sentido es cubrir, evidentemente, a la dirección reformista de Solidaires, en la que los dirigentes de la LCR juegan un rol importante, inclusive la de la FSU, codirigida hasta ahora por la tendencia Ecole émancipée, también animada por la LCR… Y el congreso casi no discutió la orientación concreta a adoptar como continuación a la gran jornada de acción del 29 de enero, frente a la política de colaboración de clases de las direcciones sindicales, que, el 18 de febrero, se aprestan a negociar con Sarkozy la agenda de las contrarreformas.
Elecciones europeas : ninguna alianza con el Partido de la Izquierda y el PCF, pero concesiones programáticas inquietantes
La discusión sobre la actitud del NPA para las próximas elecciones europeas fue la ocasión del debate político más vivo del congreso. Por un lado, Unir, corriente de derecha de la LCR defendió (y éste fue su único combate en el congreso) “la enmienda de Clermont”, es decir, una alianza casi sin condiciones con el Partido de Izquierda (PG por su sigla en francés, ruptura reciente del Partido Socialista encabezada por Jean-Luc Mélechon) y del PCF para reconstruir el heterogéneo frente antiliberal del “No” al TCE: recogió 101 votos, o sea, alrededor del 15% del congreso. Por el otro, la dirección de la ex LCR y del NPA se opuso a esto, pero con argumentos equivocados. Hizo adoptar un texto que subordina las alianzas para las elecciones europeas a condiciones esencialmente maniobreras: exige un acuerdo que englobe las elecciones regionales de 2010 y una total independencia con relación al PS. Esta exigencia parece imposible que sea aceptada por el PCF, que todavía debe muchos de sus elegidos a las alianzas con el PS. Pero la alianza con el PG y el PCF debía ser rechazada por razones políticas de fondo: sólo se puede concluir acuerdos de frente único con partidos políticos reformistas, y no acuerdos programáticos. Ahora bien, concretamente, en la víspera de la movilización del 29 de enero, la dirección de la ex LCR y del NPA firmó un texto programático inaceptable con el PG y el PCF porque se alinea en la posición de estos últimos sobre varios puntos claves. Así, un ilusorio e impotente “derecho de veto suspensivo sobre los despidos” (consigna del PG) reemplaza a la “prohibición de despidos” (consigna del NPA), en un momento en que bloquear los despidos es una cuestión central para toda la clase obrera. Igualmente, este texto dice querer “cuestionar el pacto de estabilidad y las directivas europeas de privatización (…), romper con las lógicas financieras desarrolladas por la Unión Europea y sus instituciones, en particular, el Banco Central Europeo”, pero no cuestiona el marco mismo de la Unión Europea capitalista y sus principales tratados fundadores. En resumen, la elección de la dirección del NPA no está orientada por principios revolucionarios, sino por cálculos de aparato: espera aprovechar la popularidad de Besancenot para fortalecer su peso dominante a la izquierda del PS, en detrimento del PG, del PCF, de LO y del POI (dirigido éste por la corriente lambertista).
La intervención de las corrientes que se reivindican de la revolución
La GR (que tenía 4 o 5 delegados) se limitó a defender en comisión una enmienda a los principios fundadores, explicitando la definición de socialismo. A pesar de su rechazo, aceptó votar a favor los principios fundadores. La dirección de la ex LCR y del NPA ha recompensado su docilidad otorgándole 2 o 3 representantes en el CPN (dirección oficial del NPA, compuesta de 192 miembros) y la autorización para seguir publicando su propio periódico.
La FLO (que tenía 17 delegados) no defendió ninguna enmienda sobre los principios fundadores, presentó una enmienda sobre los estatutos que apuntaba a permitir a una corriente que deseara integrar el NPA que conserve durante un primer tiempo sus propias estructuras, enmienda pensada principalmente para ella misma, rechazada en plenario (97 a favor) y una enmienda correcta, aunque insuficiente, a la resolución política que proponía una orientación hacia la clase obrera, subrayando la necesidad de independencia en relación a las direcciones sindicales y la construcción de estructuras de autoorganización en los movimientos (136 a favor, 284 en contra). En el congreso, los militantes de la FLO se abstuvieron sobre los principios fundadores, mientras que algunos de ellos habían votado a favor en las asambleas generales electivas al Congreso. Por eso la dirección de la ex LCR y del NPA hizo rechazar su enmienda a los estatutos y no le dio más que observadores al CPN.
Solamente los militantes que se reconocían en un proyecto de Tendencia defensor del comunismo, la revolución y la autoorganización, que reagrupaba a los militantes del Grupo CRI, de la LCR y de los jóvenes militantes llegados a la política con el NPA, que le había propuesto en vano a los demás grupos una intervención común, aunque sea parcial, llevaron adelante una lucha política sistemática. No propusieron simplemente un conjunto de enmiendas a los principios fundacionales y a los estatutos, sino que también tuvieron una resolución alternativa sobre la orientación política y sobre las elecciones europeas. Por eso, la dirección de la ex LCR y del NPA primero se esforzó por limitar su presencia en el Congreso, al imponer muy frecuentemente votos por mayoría y no proporcionales para la elección de delegados, permitiendo a la mayoría elegir a qué minoría toleraría. Durante el Congreso, los 3 delegados por la Tendencia llevaron un tenaz combate en condiciones difíciles, que les hizo ganar la simpatía de un cierto número de delegados, molestos por la manera en que la dirección (mal)trataba a nuestros camaradas. La dirección del NPA se negó a que las diez enmiendas a los principios fundacionales, defendidas por la Tendencia, todas votadas al menos en una asamblea general electiva, sean defendidas una a una, como todas las demás enmiendas, con el fin de evitar que un texto defendido por la Tendencia logre muchos votos, por ejemplo la enmienda que proponía volver a agregar a la ONU a la lista de instituciones del imperialismo. Sometidas en bloque a sesión plenaria, estas enmiendas que se pronunciaban claramente por un partido de clase, comunista y revolucionario, a pesar de la muy clara invitación de la LCR a votarlas en contra, recogieron 16 votos, o sea cerca del 3% de los delegados al Congreso manifestaron de esta forma su acuerdo global con la Tendencia sobre los principios fundadores. El proyecto de resolución social y política alternativa a la del CAN ponía el acento en la necesidad de ligar todas las reivindicaciones al combate por el gobierno de los trabajadores y la expropiación del capital, sobre la necesidad de un programa concreto para las luchas inmediatas, sobre el combate por la autoorganización y contra las direcciones sindicales. Este texto bastante largo, que el CAN se negó a publicar en los boletines preparatorios, era desconocido para los delegados antes que recibieran el folleto distribuido por la Tendencia al comienzo del Congreso: por eso no obtuvo más que 7 votos.
Finalmente, la resolución de la Tendencia sobre las elecciones europeas, alternativa a la del CAN, denunciaba la ilusión en una supuesta “Europa social”, afirmaba claramente la imposibilidad de reformar a la Unión Europea capitalista, la necesidad de oponerle la perspectiva de Estados Unidos socialistas de Europa, y la imposibilidad de lograrlo por otra vía que no sea la revolución, contrariamente a lo que la resolución del CAN sugería, hablando de defender tal orientación en el seno de una Asamblea Constituyente Europea. Finalmente, destacaba que la intervención en las elecciones no era más que una táctica subordinada a la intervención en la lucha de clases, para hacer conocer el programa del partido. Por eso excluía toda alianza electoral con el PCF y el PG, pero dejaba la puerta abierta a un acuerdo con un partido que reivindique la revolución, como LO. Esta resolución tuvo 13 votos, o sea más del 2% de los delegados al congreso. La dirección de la ex LCR y del NPA no vaciló en violar los estatutos del partido adoptados en la víspera para disminuir la representación de Unir y sus simpatizantes en el CPN e impedir pura y simplemente a la Tendencia estar aquí representada. En efecto, si existen sensibilidades diferentes, el CPN debe ser elegido proporcionalmente, lo que le habría permitido a la Tendencia obtener entre 1 y 4 representantes al CPN. Los delegados de Unir pudieron tomar la palabra en la sesión para protestar y obtuvieron finalmente 13 representantes en lugar de los 5 previstos, pero menos que el 15% recibido por su texto y ninguno de los dirigentes históricos de esta corriente figura entre ellos. En cambio, dos delegados de la Tendencia, que simplemente reivindicaron la aplicación de los estatutos fueron impedidos de hablar e incluso retirados de la sala por el servicio de orden.
Balance provisorio
Si, por un lado, el NPA contribuye a politizar a muchos trabajadores y jóvenes, por el otro, su fundación se acompaña con una ruptura neta, oficial y publicitada de la LCR con la corriente política de la que proviene, el trotskismo. Cuando ya desde hace décadas su dirección lleva adelante una política centrista, a menudo derechista, regularmente oportunista, su decisión de renunciar a reivindicarse abiertamente del comunismo y de la revolución, e incluso a defender esa herencia dentro del NPA constituye un salto cualitativo. Es muy significativo que haya sido trivial durante el congreso, para rechazar una enmienda, escuchar levantar un “argumento” como: ¡pero esa es una posición leninista-trotskista…! Contradictoriamente, aunque la mayoría de la dirección de la ex LCR haya usado todo su peso para hacer adoptar el nombre “NPA”, el nombre “PAR” (Partido Anticapitalista Revolucionario) recogió sin embargo el 45% de los votos, marcando la fidelidad de muchos al proyecto revolucionario.
El congreso puso en evidencia que el NPA está lejos de ser homogéneo. Si bien hoy está dominado por un poderoso centro, él mismo heterogéneo, sostenido por el éxito electoral de Besancenot que pesa en el 60% a 80% del congreso, existe allí un ala derecha relativamente organizada que representa aproximadamente el 20% de los delegados, y un ala izquierda atomizada, que agrupó en algunas cuestiones parciales hasta el 20% de los votos. En el seno de la izquierda, los revolucionarios consecuentes, que se reivindican del programa histórico de la IV Internacional y que llevan una lucha para que el partido adopte una política comunista revolucionaria, no constituyen, por el momento, más que una pequeña minoría. Pero el desarrollo de la crisis económica del capitalismo y de la lucha de clases contribuirá a atraer a miles de nuevos trabajadores y jóvenes hacia el NPA y a radicalizar a la izquierda del partido, todavía confundida y atomizada, abriendo a los revolucionarios la posibilidad de convencer a una mayoría de sus militantes.
* Firmante del proyecto de una tendencia del NPA que defiende el comunismo, la revolución y la autoorganización; delegada del congreso de fundación del NPA.
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