Datos recientes han generado optimismo sobre la crisis mundial. Primero, se conoció que la economía norteamericana muestra una caída cada vez más débil, con lo cual podría estar alcanzandose un piso. Sobre esta base, algunos pronostican una débil recuperación en la segunda mitad de 2009, más firme en 2010. Obama anunció que espera que la economía de EE.UU. crezca para el último trimestre de 2009 a un 3,5% anual. Incluso uno de los más pesimistas, Nouriel Roubini, planteó que el escenario de depresión mundial se habría evitado por la intervención estatal de varios países.
Pero lo más relevante son los resultados del “test de resistencia” que se hizo a 19 grandes bancos de EE.UU.. En opinión del presidente de la Reserva Federal (Fed, Banco Central de EE.UU.) “los auditores llegaron a la conclusión que casi todos los bancos evaluados tienen bastante capital propio para absorber un aumento de las pérdidas en un eventual escenario adverso” (Reuters, 07/05/09). Conclusión: no habrá más Lehman Brothers, y el nuevo capital que deberían obtener los bancos, calculado en u$s 74.600 millones es bajo, en relación con lo ya perdido y lo que les prestó la Fed.
La economía mundial sin motores
Sin embargo, en ambos casos podría tratarse más de una expresión de deseos que definiciones con alguna base sólida. En el caso de EE.UU. la tasa de crecimiento del producto, el nivel de desempleo y los precios inmobiliarios, “ya están peor que el escenario pronosticado como más probable para 2009, e incluso peor que los guarismos del escenario considerado más adverso para 2009” (Roubini, en www.rgemonitor.com, 13/04/09). La caída puede haberse desacelerado, pero luego de superar las expectativas más pesimistas del gobierno; la tasa de desempleo se acerca al 10%, y si se mantiene la destrucción de empleos a 400-500 mil por mes, podría llegar a 11%. Persiste el problema de quién motorizará la demanda mundial. Ni Alemania ni China parecen dispuestos a jugar ese rol (ni es claro en qué medida podrían), y privilegian el crecimiento apoyado en las exportaciones. Paul Krugman planteó que “es muy difícil ver cómo el mundo puede tener una recuperación completa si China sigue con superávit en cuenta corriente del 10 por ciento del PIB” (Reuters, 11/05/09), que hasta ahora se sostuvo con el enorme déficit comercial de EE.UU., insostenible con la crisis. Para Krugman los desequilibrios globales (superávit externo chino, alto desempleo en EE.UU. y el bajo crecimiento de Europa) ya están conduciendo a la crispación social en todo el globo, y esto se agravará con los nuevos ajustes: “Algo deberá ceder, y no será nada lindo”, concluye.
Los bancos, ¿a salvo de nuevas turbulencias?
Las conclusiones del test a los bancos, se apoyan en suponer que éstos podrán ampliar su capital en u$s 110 mil millones. Si tienen éxito, necesitarían “sólo” u$s 74.600 millones, pero si fracasan el monto podría llegar hasta u$s 185 mil millones. El optimismo se basa entonces en una contabilidad creativa. Este artilugio también se utilizó para mejorar los resultados de los bancos, computando no el valor de mercado de sus activos (hoy bajísimo) sino el valor de libro.
Además, se estiman ganancias netas no distribuidas en u$s 362 mil millones para los 19 bancos en 2009-2010. Este pronóstico es sumamente optimista; el FMI prevé para el mismo período que todo el sector bancario norteamericano tendrá u$s 300 mil millones, y los 19 bancos apenas u$s 150 mil. Esto significaría que los bancos tendrán que endeudarse (lo que hoy casi sólo pueden hacer con la Fed) o capitalizarse por montos muy superiores a los estimados.
Por otro lado, las ganancias fueron estimuladas por los generosos subsidios provistos por el gobierno con: tasas de interés de casi 0% en créditos garantizados, capitalización con fondos públicos de las instituciones (sin asumir su control), la compra de activos tóxicos por parte de la Fed a precios mayores a los de mercado. Todo esto ya sumó 3 billones de dólares, y la ayuda total prometida alcanzará a 13 billones. Otro factor de precariedad de los bancos es que la estrategia del gobierno de EE.UU. para sanearlos ha sido inducir a que los relativamente débiles tomen el control de otros en peor situación. Como plantea Nouriel Roubini, “fusionar a dos bancos débiles -o casi zombies- es como hacer que dos borrachos se ayuden uno a otro a mantenerse erguidos” (“Diez razones por las que el test está ‘viciado’”, en www.rgemonitor.com, 8/05/09).
El optimismo, entonces, no parece basarse en factores muy duraderos pero todos se aferran a él esperando que la recuperación que evite ajustes más severos. Pero ya hay voces escépticas: por lo restringido de las medidas de Obama, en lo fiscal y frente a los bancos, Krugman sostuvo que “ayudan a que la economía se arrastre sin recuperarse totalmente y a que los bancos sobrevivan sin expandirse realmente”.
Argentina en la coyuntura: un ligero respiro
El gobierno argentino ha logrado un respiro en los frentes que se mostraban más débiles. Gracias a un repunte en la cotización de la soja, y a que éste fue aprovechado por los exportadores, aumentó la oferta de dólares y se redujo la presión a la suba del dólar. Otra ayuda vino de Brasil donde subió fuerte la moneda: en menos de dos meses pasó de 2,60 reales por dólar a 2,05.
Pero de los 1.800 millones de dólares liquidados, el Banco Central apenas pudo hacerse 60 millones para mejorar sus reservas, lo que se vincula a la persistente fuga de capitales, que en lo que va del año se calcula que ya ha llegado a los u$s 5.700 millones. El dólar mantiene una tendencia alcista, con un nuevo piso hoy por arriba $3,70 por dólar (hace un año el dólar se movía entre los $3,30 y $3,40). Mientras tanto, aunque el Central declara reservas por casi u$s 50 mil millones, algunos calculan que las verdaderamente disponibles serían u$s 22.430 millones para respaldar una base monetaria de $ 99.849 millones. Esto daría una relación de 4,44 pesos por dólar (véase “La persistente fuga de capitales”, La Nación, 13/05/09).
Otra mala noticia, es que aunque la soja esté subiendo, la sequía que afecta al país ha disminuido severamente la cantidad exportable. Aunque los precios sean mejores que en los últimos meses, se calcula que las exportaciones de granos caerán en u$s 10 mil millones, y la recaudación por retenciones u$s 3.500 millones.
Deuda y situación fiscal
El gobierno cerró el programa financiero hasta 2010. Ayuda que muchos vencimientos correspondan a deuda que ha pasado a manos del Estado. Por compra de bonos por parte del Tesoro, la nacionalización de las AFJP, y la emisión de deuda tomada por ANSES y otros organismos, el 29% de los vencimientos en 2009 son intra sector público y podrían llegar al 43% en 2010.
El correlato es una formidable creación de deuda interna. Lo que el tesoro refinancie con organismos públicos, no desaparece como deuda, salvo que haya default de deuda interna. Los “grados de libertad” que algunos reivindican que tiene el gobierno gracias a estos manejos (ver por ejemplo Alfredo Zaiat, “¿Y el default?”, Página/12, 9/05/09) son a costa de una espiral de endeudamiento que ya no es con organismos internacionales o con los sectores financieros, pero no por eso desaparece.
Por otra parte, el único motivo por el cual el gobierno incurre en este endeudamiento es para seguir pagando la deuda pública que sí tiene con los bonistas, y para subsidiar a los capitalistas. Salta a la vista que la nacionalización de las AFJP, la única medida del gobierno que implicó la reversión de una de las más nefastas reformas neoliberales, sirvió en gran medida para cumplir puntillosamente con los acreedores. Habrá que ver si esto termina en un default con los organismos que tomaron la deuda, con lo cual, dado que el gran acreedor es la ANSES, los fondos de los jubilados que el gobierno pretendía defender habrán sido dilapidados, o si se mantiene una espiral de deuda creciente intra sector público.
Como sea, este manejo no tiene nada que ver, como pretenden algunos, con un fondo anticíclico que se haya acumulado durante los años de bonanza y pueda durar en el tiempo (Ver Zaiat, “Culposa”, Página/12, 22/04/09). Más prosaicamente, se trata de un manotazo sobre los excedentes de distintos organismos a cambio de papelitos de deuda. Con un superávit fiscal hoy casi nulo, estos recursos apenas alcanzan -aparte de cerrar el programa de la deuda- para mantener algunos de los planes de obras públicas que se anunciaron, aumentar subsidios a los empresarios que amagan con despidos (a lo cual agregarán $ 250 millones para el sector autopartista), o para tomar el control de algunas empresas como la papelera Massuh (a cambio de pagarle canon a los empresarios vaciadores en vez de expropiarlas). Pero con una economía en caída (imposible decir de cuánto, tanto el Indec como los privados dibujan números según sus intereses) la recaudación de Anses disminuirá también.
Por eso, aunque la coyuntura hacia las elecciones parece más controlada, no hay margen para posponer una severa reestructuración después de las elecciones. Las fracciones capitalistas se están acomodando para ver cuánto de ajuste y liberalización (como quieren algunos grandes empresarios como Ratazzi de Fiat y la Sociedad Rural), y cuánto de devaluación (como impulsa el grueso de la UIA) habrá en el esquema pos elecciones.
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