Aunque al cierre de esta edición los acreedores rechazaron la propuesta de General Motors para canjear la deuda, el 21/5 el sindicato de trabajadores automotrices de Estados Unidos, conocido como UAW (por sus siglas en inglés), cerró por su parte un acuerdo preliminar que le permite a General Motors (GM) bajar costos y sacarse de encima la deuda con el fondo de salud del sindicato. En otras palabras, entregó el salario de los trabajadores e hipotecó el futuro de los obreros jubilados. El acuerdo entre el sindicato y la patronal era uno de los requisitos del plan de reestructuración del gobierno de Obama para evitar la quiebra de GM. UAW aceptó modificar el convenio acordado en 2007 (producto de otra traición): bajó salarios, eliminó bonos, los cheques por despido (en EE.UU. no existe la indemnización, estos cheques son un paliativo otorgado por el sindicato) y aceptó canjear la deuda de la empresa con el fondo sindical VEBA que financia el seguro médico de los trabajadores y sus familias (ver La Verdad Obrera N° 253).
Como parte de la reestructuración, UAW podría recibir hasta un 39% de las acciones de la General Motors reestructurada, el Depto. Del Tesoro se quedará con el 50%, y el resto se repartirá entre 10% para los tenedores de bonos de GM y 1% para los actuales accionistas. El sindicato llegó a un acuerdo similar con Chrysler. A cambio de su apoyo, Obama les garantizó a UAW un puesto en el directorio de cada empresa.
¿Quiere decir esto que ahora estas empresas están controladas por los trabajadores y el Estado? Nada más lejano a la realidad. Por ejemplo, en la nueva Chrysler, UAW (mayor accionista con el 55%) tendrá sólo 1 asiento (¡sin siquiera derecho a voto!), el gobierno tendrá 3 y otros 3 serán de Fiat y 1 más del prestamista. Además, según el acuerdo, las acciones de UAW (representado por VEBA) disminuirán a medida que crezca la participación de Fiat... Es decir, usarán los aportes de los trabajadores para mantener a flote la empresa y cuando empiece a dar ganancias, será Fiat quien saque provecho.
General Motors acaba de ahorrarse con este acuerdo auspiciado por el gobierno, 10.000 millones de dólares en costos de salud, consiguió bajar los salarios para competir con Toyota y seguirá recibiendo dinero público para financiar sus deudas millonarias. Sin embargo, a pesar de casi 19.000 millones de dólares que ya recibió como subsidios públicos –que pagan con sus impuestos el pueblo trabajador-, GM anunció que cerrará 16 plantas y eliminará 21.000 puestos de trabajo.
Más papistas que el Papa
Al anunciar el acuerdo, el burócrata Ron Gettelfinger -muy estimado por sus servicios prestados a la patronal- recordó las palabras de Obama en enero de este año cuando dijo que para lograr la recuperación de la economía sería necesario que “todos, desde el movimiento obrero hasta los gerentes, acreedores y accionistas renuncien a algo”. Si solamente consideramos los vergonzosos acuerdos de UAW en 2007, cuando aceptó eliminar la cláusula anti-despidos, bajar salarios y entregar la conquista del seguro médico, es evidente que Gettelfinger se toma demasiado a pecho esto de ponerle el hombro a la crisis.
Y como no sólo de acuerdos vive el hombre, mediante este arreglo UAW se convirtió en el sindicato más rico de EE.UU. con 1.200 millones de dólares en activos (que la burocracia invierte en diferentes sectores: desde bonos del Tesoro hasta enormes propiedades inmobiliarias). Más de 850 millones son parte del fondo de huelga del sindicato... quién sabe para qué lo usarán si firmaron un acuerdo de “paz sindical” hasta 2015 con Chrysler y General Motors. Mientras UAW acuerda bajas de salarios y despidos, la burocracia mantiene un costoso aparato (llamado staff) que con sus ganancias haría morirse de envidia a cualquiera de los “gordos” de la burocracia sindical argentina.
En un clima signado por la incertidumbre económica y el alto desempleo (casi 9%) la patronal y la burocracia están aprovechando el temor a perder el trabajo y al cierre de empresas para obligar a la clase obrera a que pague por la crisis que han provocado los capitalistas. A contramano de estos burócratas-empresarios existen otras pequeñas luchas que marcan un camino opuesto a aceptar despidos y sacrificios. Así lo mostró la emblemática lucha de los obreros y obreras de Republic en Chicago que a pequeñísima escala dieron un valioso ejemplo de lucha.
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