Después de las jornadas de la semana pasada y de la manifestación masiva del 18, los grandes sindicatos se han visto obligados a llamar a una jornada de acción para el 28. A pesar del carácter limitado que las direcciones burocráticas le han impuesto a esta jornada, negándose a efectivizar incluso un paro de 24 horas, la misma puede ser utilizada por los trabajadores para incorporarse con sus métodos en la lucha contra el CPE y el gobierno.
El domingo 19, la coordinadora nacional de estudiantes hizo “un llamado a las direcciones sindicales para que llamen a la huelga general hasta derrotar al CPE”. Por fuera del movimiento contra el CPE, el miércoles 22 habrá una huelga con manifestación de los asistentes sociales contra las medidas de Sarkozy y este jueves 23 hacen huelga y se movilizan los trabajadores de Gaz de France contra la privatización total de su empresa. La bronca contra el gobierno y su política crece, ya que se encuentra en estado de coma un sindicalista de Sud-Correos, producto de haber sido apaleado y pisoteado por la policía. Ya tres jueces pidieron el desalojo de las universidades, con la posibilidad de que se incremente la represión. Desde el inicio del movimiento hay centenares de detenidos, y algunos condenados a meses de prisión firme. En este contexto, el 20 de marzo, todas las organizaciones sindicales, más las federaciones estudiantiles burocráticas decidieron que “El conjunto de las organizaciones sindicales llama el 28 de marzo a una jornada de acción interprofesional con detenciones del trabajo, huelgas y manifestaciones” (Declaración unitaria del 20/3). Queda claro que en medio de una dura situación los sindicatos no llaman a la huelga general, sino a un llamado impreciso a “detenciones del trabajo, huelgas y manifestaciones”, dándole al gobierno ocho días de tiempo para amenazar y reprimir.
Maryse Dumas, secretaria confederal de la CGT, declaró que “cada uno lo llevará adelante de acuerdo a sus modalidades”, lo que significa que no necesariamente se comprometieron a hacer huelga. Cuando el gobierno estaba con el agua al cuello por la movilización de masas, el tiempo que recibe de parte de los sindicatos no es sino una bocanada de oxígeno. Si finalmente se ven obligados a llevar adelante esta “jornada”, intentarán que sea para descomprimir y no perder el control del movimiento obrero. Es vergonzoso ver cómo dejan aislados a los estudiantes en estos días clave, particularmente en la marcha del 23, que se esperaba fuera el inicio de la huelga general. Si hay violencia policial contra los estudiantes movilizados los burócratas sindicales cargarán con la responsabilidad.
Sin embargo, los trabajadores pueden organizar asambleas en cada lugar de trabajo, organizarse por la base regionalmente, para imponerles a los burócratas sindicales el llamado a una verdadera huelga general. La “extrema izquierda” podría y debería jugar un rol de vanguardia en este sentido a través de sus centenares de delegados obreros, al contrario de lo que hizo en la Coordinadora Estudiantil de Dijon.
Parar el CPE y derrotar al gobierno es posible.
20 de marzo de 2006
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