Como afirmamos en el artículo central sobre Venezuela en estas mismas páginas, el clima de la política nacional comienza a ser teñido por las próximas elecciones presidenciales del 4 de diciembre, donde desde el gobierno ya se lanzó la campaña “por los 10 millones de votos” para la reelección de Chávez, cuando aún no se sabe a ciencia cierta si la oposición de derecha presentará su propio candidato aunque comienza a postularse algunas posibles figuras políticas. Frente a esto, diversas corrientes que se reclaman del trotskismo como la CMR (El Militante) en nuestro país se han posicionado apoyando la campaña por la reelección de Chávez.Discutimos aquí centralmente con la posición política que han tomado públicamente diversos dirigentes políticos y sindicales miembros del PRS [1] en la recién creada corriente sindical C-CURA [2], por cuenta propia, identificando desde ya, por el peso político de sus figuras públicas, el compromiso del PRS en el voto por Chávez, cuando aún la discusión interna está en sus inicios y no se ha tomado oficialmente una decisión definitiva.
Los trabajadores venezolanos vienen atravesando una importante dinámica, expresada en peleas antiburocráticas, desplazando viejas direcciones propatronales, impulsando nuevos sindicatos, y dando muchas luchas por reivindicaciones salariales, por la defensa de su fuente de trabajo, llegando en varios casos a ocupar las fábricas cerradas por los patrones, exigiendo su expropiación y proponiéndose ponerlas a producir. De hecho hemos visto cómo en los últimos meses son muchos los casos en los que por cualquier conflicto, los trabajadores se proponen como resolución inmediata tomar la empresa. El surgimiento de nuevas corrientes sindicales como C-CURA en las filas de la UNT es expresión de este proceso de reorganización de los trabajadores oponiéndose a sus sectores más burocráticos y de derecha.
Es que ya van siete años de gobierno y de duras confrontaciones, y no es un secreto para los trabajadores, que aún con las políticas sociales del gobierno, siguen sin resolverse sus problemas fundamentales, como el salario, el empleo, la vivienda, la tierra, etc., pero perciben que toda esta situación es culpa de “la burocracia” que rodea a Chávez que lo impide gobernar. Este sentimiento incluso es alimentado por corrientes como la CMR (El Militante) que es un fiel defensor de la “revolución bolivariana” y del propio Chávez. Sabemos que sí hay una burocracia inoperante y corrupta, y un enriquecimiento de los sectores de la burocracia chavista, por demás normal en cualquier Estado burgués, pero también sabemos que es el carácter burgués del proyecto del gobierno lo que marca sus límites e impide dar respuestas a las necesidades más acuciantes del pueblo trabajador.
Los planes sociales vía las Misiones sí se ejecutan, pero el problema es que no dan respuesta a los problemas más acuciantes de las masas trabajadoras. Sabemos que el problema es que Chávez se propone desarrollar el país de la mano de la burguesía nacional y la intervención estatal, vía el ingreso petrolero, aliándose incluso con las grandes empresas transnacionales como lo hace en el sector petrolero y del gas. Por eso después de largos siete años de gobierno sus políticas no logran paliar los sufrimientos y miserias de los trabajadores, los campesinos y los pobres urbanos, mientras sí se garantizan los negocios y ganancias de los grandes sectores económicos del país y las trasnacionales del petróleo, gas, bancarias y de las telecomunicaciones.
La confianza en Chávez de los trabajadores y de las grandes masas populares sin duda es grande. Pero esta confianza es la principal traba que tienen hoy los trabajadores para avanzar en su organización y movilización independiente, sin ataduras al proyecto burgués de gobierno, sin dejarse embaucar por un “antiimperialismo” y “socialismo del siglo XXI”, que sólo funcionan como retórica y como engaño. Como queda de manifiesto, nada puede cuestionársele a los trabajadores, que han dado todo de sí en a batalla contra la clase capitalista venezolana y el imperialismo, aunque no han sido capaces todavía de articular un proyecto político propio, con sus demandas y exigencias de clase bien claras y delimitadas de las del gobierno. De manera que ha sido Chávez quien ha “administrado” cada victoria de las masas, para conciliar y dejar todo sin mayores cambios. La responsabilidad de esto recae claramente en las direcciones políticas que tienen al frente los trabajadores, que llevan todas sus luchas siempre tras la figura de Chávez.
Por eso decimos que la política que se debe tener frente a Chávez debe tener como punto de partida una delimitación de clase, una posición política de principios, obrera y socialista. El papel de los marxistas es explicar pacientemente pero con claridad y contundencia, la falsedad de que el proyecto de Chávez resolverá los problemas de las masas trabajadoras, demostrar que son diametralmente opuestos los intereses que representa el proyecto de Chávez en su impulso a la burguesía nacional y sus negociaciones con los capitales imperialistas y los intereses de los trabajadores. Es necesario impulsar la desconfianza en Chávez y fortalecer la idea de que los trabajadores deben confiar únicamente en sus propias fuerzas y métodos de lucha, en alianza con los demás sectores explotados.
El debate sobre la política electoral
Como afirmamos al principio, diversos miembros públicos del PRS han apoyado en los últimos encuentros sindicales la moción de llamar a votar por Chávez, cuando la discusión interna está en sus inicios pero sin existir aún alguna resolución en ese sentido en el seno del partido recién creado. Incluso en el periódico oficial (del Comité Nacional Impulsor) se defiende esta política, comprometiendo desde ya al conjunto del PRS en el apoyo a Chávez.
En las resoluciones el último Encuentro de la Corriente Clasista dentro de la UNT se llama abiertamente el apoyo a Chávez sosteniendo que: “ratificamos nuestra voluntad política de acompañar en la batalla contra los enemigos internos y externos de al revolución al ciudadano presidente Hugo Chávez Frías, por lo cual respaldamos su nombre como candidato presidencial... por encarnar el sentimiento de lucha y esperanza de un pueblo para cambiar el modelos capitalista, a pesar de no ser un candidato salido de las filas de los trabajadores y del movimiento sindical”. Este posicionamiento es ratificado en el periódico oficial del PRS, donde, en discusión con corrientes del chavismo que no están de acuerdo con hacer las elecciones de la UNT este año, y ponen como excusa las elecciones presidenciales, el Opción Socialista dice: “...a legitimación de la dirección de la UNT...dará más credibilidad y autoridad a los dirigentes de la central para invitar a sus afiliados y al conjunto de los trabajadores a votar por el presidente Chávez” [3]. Así el llamado a votar por Chávez en las próximas elecciones, quien encarna un proyecto nacionalista burgués (como bien se define en la revista política del PRS) ajeno a los intereses de los trabajadores, se opone por el vértice a todas las otras resoluciones que se tomaron en el Encuentro sindical que permanentemente plantea la independencia de la UNT y de sus dirigentes, del estado y el gobierno. De esta manera, al llamar a votar a Chávez, estas afirmaciones de "independencia" caen en el vacío. En lugar de explicar pacientemente porque es necesaria una política independiente de los trabajadores, los dirigentes de la mayoría del PRS le ceden a los sectores de las otras corrientes sindicales que han venido planteando que en lugar de gastar fuerzas en organizar las elecciones de la UNT había que poner esas energías al servicio de la campaña electoral de Chávez. Cediendo a esto, desgraciadamente, toda lucha obrera, toda movilización de los trabajadores, todo surgimiento de corrientes sindicales, es condicionado y ligado a la reelección del presidente Chávez, impidiendo de esta manera cualquier cauce independiente de las luchas de los trabajadores en curso.
Desde la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR) nos oponemos abiertamente a esta política pues en los hechos lleva al conjunto de los trabajadores al callejón sin salida del proyecto nacionalista burgués de Chávez. Sostenemos que la tarea del momento es desenmascarar a los ojos de los trabajadores el contenido real de la política de Chávez, explicando cómo sigue defendiendo los intereses y negocios de los capitalistas venezolanos, incluso parte de los intereses de los terratenientes y de los capitales imperialistas, y cómo eso es la causa central de que continúe la explotación y la pobreza de las grandes mayorías trabajadoras del país. Los diversos compañeros del PRS que han hecho público su apoyo a Chávez afirman ser contra el gobierno, pero como la inmensa mayoría de los trabajadores y el pueblo confían en el Presidente hay que llamar a votarlo, todo bajo consideraciones “tácticas”. Bien hemos de explicar ante los trabajadores, y así lo hemos demostrado en las fábricas y las calles, que se puede estar en la primera línea de batalla contra la reacción pro imperialista sin que eso nos lleve a apoyar al gobierno de Chávez, que es precisamente quien negocia una y otra vez con estos sectores.
La confianza de las masas no puede ser una excusa para no pelear por la estrategia de luchar por la independencia de clase, en cualquier terreno, incluido el electoral. Llamar a votar por Chávez, por más “condicionado” que el voto sea, es seguir sembrando esperanzas en éste y es negarse a ser franco con los trabajadores y a levantar una política de clase independiente. El gran pretexto es que “las masas no comprenderían una política más resuelta”. Lo que se desprende claramente es que se niegan a levantar una alternativa obrera (una “política más resuelta”) frente al programa de colaboración de clases de Chávez. Pero es justamente esa la desgracia del proceso político en el país: la ausencia de una alternativa de clase frente al gobierno, la falta de una oposición obrera y socialista que le dispute la dirección de la clase trabajadora a Chávez.
Consideramos, contrariamente a toda esta política, que es necesario levantar una candidatura obrera independiente, para aprovechar el escenario electoral y explicar todo lo que venimos diciendo, para postularse ante los trabajadores con un programa verdaderamente revolucionario, que recoja las demandas de la clase obrera, los campesinos pobres y los sectores populares, única forma, además, de enfrentar consecuentemente y derrotar a la reacción y al imperialismo. Lo otro es hacer un cómodo seguidismo al chavismo, y es justamente en momentos como los actuales en nuestro país, donde los revolucionarios debemos combatir las ilusiones de los trabajadores en Chávez. No hacer esto es negarse combatir a las direcciones reformistas que embaucan a los trabajadores. Sabemos que actualmente hay algunas trabas legales para poder presentar una candidatura obrera, pero hay tiempo para vencerlas y presentar una alternativa obrera y socialista en las próximas elecciones, pero en caso de no superar estas barreras nuestra política debería ser, partiendo del rechazo y de una denuncia furibunda de los partidos de la oposición pro-imperialista, por el no voto en Chávez desde una posición de clase y revolucionaria, planteando votar en blanco o nulo.
Se podría argumentar que esto nos condenaría a la “marginalidad”. Pero, ¿cuáles son los criterios para definir con respecto a quiénes estaremos o no en esa supuesta “marginalidad”? Este sería un argumento sin fundamento. Es posible desde el proceso de reorganización que se está desarrollando en franjas importantes de los trabajadores, y donde dirigentes sindicales del PRS tienen una influencia considerable, realizar una intervención y un diálogo político desde una posición de clase, planteando la necesidad de confiar sólo en las propias fuerzas de los trabajadores, multiplicar la organización de los trabajadores y prepararnos para la lucha por las grandes demandas fundamentales de los trabajadores, de los campesinos, del pueblo pobre, sin depositar la menor confianza en un gobierno de Chávez y planteando la necesidad de la lucha por un partido independiente de los trabajadores. Es posible dar pasos hacia el reagrupamiento revolucionario de la vanguardia a condición de combatir desde una política de clase, enfrentando políticamente de manera consecuente a Chávez. En realidad, es la única forma de forjar una alternativa obrera, revolucionaria.
Esta es la única manera de avanzar hacia el necesario desarrollo de una alternativa obrera revolucionaria en nuestro país, es por allí por donde pasa la clave de una política marxista, interviniendo en el seno del movimiento obrero desde una clara delimitación de clase, demostrando cómo la independencia política (y no sólo organizativa) frente a la burguesía y cualquier proyecto de colaboración de clases es la primera condición indispensable para defender consecuentemente los intereses inmediatos e históricos de la clase obrera, de los campesinos pobres y demás sectores explotados. Es de esta manera como podremos contribuir además a preparar a los trabajadores para los seguros combates por venir, donde será necesaria no sólo la firmeza contra los patrones, sino la desconfianza en Chávez para no ceder ante sus cantos de sirena. Hacer lo contrario es hacerle un flaco favor a la lucha por que la clase obrera conquiste su independencia programática y política, condición indispensable para que encabece la lucha de las mayorías populares contra el imperialismo y el capitalismo.
* Angel Arias es dirigente de la Juventud de Izquierda Revolucionaria y miembro del Comité Nacional del Impulsor del PRS.
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