En base a un informe enviado por MARCELO TORRES desde Alemania
Las elecciones del 27 de septiembre presentaron un panorama esperado por la burguesía alemana: la victoria de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel y su partido hermano, la Unión Socialdemócrata (CSU), que juntos obtuvieron un 33,88% de votos, permite la formación de una nueva coalición de centro derecha con el Partido Liberal Demócrata (FDP) que obtuvo un 14,6% y pone fin a 4 años de gobierno de la ‘Gran Coalición’ entre la CDU y el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).
Angela Merkel tiene ahora las manos libres para aplicar recetas de corte conservador para salir de la crisis. Así es como ya hoy la patronal y sus voceros exigen la aplicación rápida de medidas como la flexibilización del mercado laboral, recorte de pensiones, rebaja salarial indirecta y rebaja impositiva para los empresarios.
En un marco de baja participación electoral, de un 77,7% en las elecciones de 2005 bajó al 71,2% en 2009, lo más significativo es la debacle electoral del SPD. Este partido representa la dirección histórica del proletariado alemán, que ha perdido alrededor de 10 puntos de apoyo respecto a los comicios de 2005 y ha sufrido su peor resultado desde la posguerra, reduciendo a la mitad sus electores desde 1998 (de 20 millones a 10 millones).
Muchos se preguntan ¿Cómo es posible que haya ganado una coalición de derecha en un país que venía observando un claro giro a la izquierda en los últimos años? ¿Cómo puede ser que la crisis económica que está golpeando fuertemente a Alemania, y la consiguiente crisis del discurso neoliberal no hayan llevado a un ajuste de cuentas con los partidos de la gran colación de gobierno?
Las elecciones se dieron en el marco de la peor recesión económica mundial desde los años ’30. La sociedad alemana, que desde la aplicación de las contrarreformas antiobreras de la coalición rojiverde (Verdes y SPD) liderada por Schröder, con continuidad en la Gran Coalición liderada por Merkel, fue sacudida en sus cimientos. Desde entonces el modelo renano se encuentra en una crisis que viene erosionando el armazón político institucional alemán. Expresión de esto es la decreciente participación electoral, la pérdida de afiliados y militantes en las mediaciones históricas como los sindicatos, la Iglesia católica, los partidos y el surgimiento de fenómenos políticos nuevos, en primer lugar DIE LINKE. También hubo una generalización de la protesta social acompañada de una aún muy incipiente tendencia a la radicalización de los métodos de lucha de los trabajadores en respuesta a los ataques al nivel de vida y las conquistas de las masas. Otro ejemplo fueron las luchas y huelgas salvajes protagonizadas por distintos sectores obreros como los ferroviarios al inicio del 2008, o las luchas defensivas en el sector metalúrgico y las marchas contra los recortes de las libertades democráticas.
La debacle del SPD
El proceso de su decadencia se empezó a acelerar con las medidas antiobreras de la era Schröder. La estocada final fue la continuación de un programa neoliberal bajo la Gran Coalición. Ahí que en la contienda electoral amplios sectores del proletariado le dieron la espalda a la socialdemocracia profundizando su crisis aún más, pues reconocen en ella el garante del proyecto burgués de acabar con el “Estado de Bienestar”. Entre los trabajadores y empleados su votación llegó sólo al 21% y 24% respectivamente. Entre los desocupados obtuvo un 22-23% de voto y entre la juventud que votó por primera vez alcanzó sólo un 18%. Los alcances de la crisis son profundos y podría llegar a provocar una implosión y división de esta nefasta dirección obrera, que se trasladaría también al seno de la direcciones sindicales, históricamente ligadas a la socialdemocracia, y que sufren de la presión patronal por redefinir la relación con el aparato sindical.
El resultado de DIE LINKE
El DIE LINKE, que pasó de obtener un 8,7% en 2005 (presentándose como Die Linkspartei (en la actualidad DIE LINKE) hoy saltó al 11,9. En algunos parlamentos regionales DIE LINKE obtuvo excelentes resultados y en Bramdeburgo es la principal fuerza política con 28,5%. DIE LINKE está presente en la mayoría de los parlamentos regionales, cogobierna en varios de ellos, aplicando planes antiobreros junto al SPD, como en Berlín. DIE LINKE puede imaginarse gobernar incluso con el CDU, como dijera el copresidente de esta agrupación, puede haber “situaciones de emergencia” en las cuales se pueda trabajar en conjunto para “conseguir dos o tres cosas”.
A pesar de su retórica izquierdizante DIE LINKE está deseoso de demostrar que puede ser un muy responsable administrador de la miseria capitalista. Y es que DIE LINKE articula los deseos de parte de sectores de las masas que aún tienen ilusiones en una mejora sustancial de sus condiciones de vida y creen verdaderamente que las propuestas económicas tendientes a reformar el capitalismo, de “imponerle” medidas regulatorias de tipo keynesiano, de mayor participación estatal en las decisiones económicas o reforzamiento del consumo interno, pueden hacer renacer el “Estado de bienestar”.
Sin embargo, esta posibilidad tiene limitaciones objetivas, pues el ascenso de la socialdemocracia en la posguerra ocurrió en el período de crecimiento económico sostenido después de la destrucción generalizada de fuerzas productivas a causa de la guerra, que implicó grandes concesiones al proletariado. Hoy en día, el capitalismo se encuentra en crisis, y los capitalistas tratan de revertir esta situación con la baja directa e indirecta de salarios liberándose de la carga del Estado de bienestar.
Esta situación debe ser aprovechada por los sectores revolucionarios, poniéndose como tarea avanzar hacia una política clasista ganando para esta política aquellos sectores de vanguardia que aún depositan sus esperanzas en proyectos de conciliación de clase. La tarea de hoy es aportar con la teoría y el programa revolucionario uniendo al proletario inmigrante con o sin papeles, la juventud precarizada y extranjera, y la vanguardia obrera juvenil y proletaria para romper las ilusiones en un proyecto de conciliación de clase que DIE LINKE pretende mantener.
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