El jueves 20 de abril, las imágenes de la heroica resistencia de los trabajadores siderúrgicos de Sicartsa - complejo Las Truchas (propiedad del grupo Villacero), en el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, recorrieron el país y fueron difundidas en el continente.
A esta situación se llegó cuando, después de la tragedia de Pasta de Conchos (ver artículo siguiente), el gobierno desconoció a Napoleón Gómez Urrutia como dirigente del sindicato minero-metalúrgico, imponiendo a Elías Morales en ese puesto (quitando así a quien, aunque en los años previos garantizó los planes patronales, había tenido roces con sectores de la patronal minera). Este ataque a la autonomía sindical despertó el repudio obrero y provocó acciones de protesta del sindicato. El 1 y 2 de marzo, los 270,000 trabajadores mineros realizaron un paro nacional; la participación obrera defendía, no tanto a “su” dirigente, sino a su organización, y expresaba el repudio ante las muertes de sus compañeros y ante el ataque a sus condiciones de trabajo. En las siguientes semanas, hubo huelgas en empresas mineras (Nacozari, Sonora), y siderúrgicas (como en Lázaro Cárdenas), rechazando la injerencia de Fox.
En este contexto, desde el 2 de abril, los trabajadores de Sicartsa se fueron a la huelga, y después de 19 días, cerca de 800 policías a las órdenes del gobierno federal panista y del gobierno estatal perredista, quisieron desalojarlos con gases lacrimógenos y balas de plomo, provocando una rebelión obrera que -en una lucha desigual y echando mano de cuanto estuviera a su alcance-, frenó el desalojo y generó un movimiento de solidaridad en esta ciudad (donde hay astilleros, minas y plantas de fertilizantes, que en los años previos protagonizaron varias luchas), con lo cual cientos de trabajadores de otras empresas se sumaron a la lucha. Después de 6 horas de enfrentamientos, y cuando ya habían sido asesinados dos trabajadores (José Luis Castillo Zúñiga, trabajador de Sicartsa, y Héctor álvarez Gómez, representante sindical en Mital Steel) y más de 40 heridos, el gobierno de Fox ordenó el repliegue. Y es que, al no aplastar la resistencia de los huelguistas, la rebelión podía transformarse en una semi-insurrección urbana encabezada por la clase obrera, con impensables consecuencias en la región y el país.
Esta acción mostró que los trabajadores mineros y metalúrgicos ocupan la avanzada de la lucha de clases, y que hay un nuevo estado de ánimo en el movimiento obrero, lo que es parte de un proceso iniciado a fines del 2003 con las marchas de los electricistas, el paro nacional del 31/8/2004 y las luchas de los trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde una vanguardia enfrentó al burócrata Vega Galina (mostrando el incipiente surgimiento de fenómenos por izquierda de los grandes aparatos sindicales), y que continuó en las movilizaciones de febrero y marzo del 2005. Después de años de pasividad y de estar aprisionados por sus direcciones burocráticas, sectores de la clase obrera empiezan a ocupar un destacado lugar en la lucha de clases.
Hoy los trabajadores mantienen la huelga y el control de parte de la planta, en tanto que la Policía Federal Preventiva y la Armada permanecen en puntos “neurálgicos” del puerto y en áreas de la empresa. Mientras tanto, continúan las negociaciones entre la Secretaria de Gobernación (que reemplazó a la desprestigiada Secretaria de Trabajo) y el sindicato para levantar el conflicto.
Más allá de cómo termine, por haberse mantenido en huelga por más de 20 días en una empresa clave (Las Truchas es el principal complejo acerero del continente), por la radicalización de sus métodos (enfrentando una salvaje represión y evitando la derrota y el desalojo), por la solidaridad cosechada entre los trabajadores de la zona y por haber mostrado que se pueden enfrentar los ataques del gobierno, la rebelión de Sicartsa es un verdadero hito en la lucha del movimiento obrero de los últimos años, que puede tener importantes consecuencias en otros sectores del proletariado, y en la misma situación nacional.
Lo que está por verse es si la rebelión obrera de Sicartsa empuja al surgimiento de nuevas luchas obreras y populares que compliquen la situación del gobierno y la propia transición electoral.
VULNERABILIDAD DEL GOBIERNO Y CRISIS POlà TICA
El ataque de Fox contra el sindicato, que dio un salto con el intento de desalojo de Sicartsa, al no haber triunfado, está generando lo contrario al efecto buscado: mayor vulnerabilidad del gobierno en su “recta final” hacia las próximas elecciones presidenciales. Sectores del régimen (como el PRI) cuestionan su “incapacidad política” para resolver el conflicto, en tanto que otros plantean que “después del enfrentamiento las cosas están como en la mañana de jueves, los trabajadores tiene el control de la planta”. En tanto que la patronal lanzó una ofensiva ultrareaccionaria promoviendo actas contra los obreros por despojo y terrorismo. La represión y la muerte de dos trabajadores acrecentó el desprestigio y el descontento en el movimiento de masas; descontento que impulsó a las direcciones sindicales de la Unión Nacional de Trabajadores y las priistas CROC y CROM (integrantes todas del recién formado Frente Nacional por la Unidad y la Autonomía Sindical) a anunciar un paro de 12 horas para el día 28 de abril.
Esta importante polarización política se expresa en un contexto de disputas entre “los de arriba” de cara a las elecciones.
El oficialista Partido Acción Nacional, seguramente saldrá golpeado por los efectos de la represión de Sicartsa y un debilitamiento del gobierno, y su candidato, -quien no apuntaba como ganador de las elecciones- puede caer más.
El PRI, principal pilar del régimen, arrastra una importante crisis, y su candidato, Roberto Madrazo no repunta en las encuestas. En el trasfondo de esto, está el desprestigio entre trabajadores y campesinos, que puede llevar a que sectores de la burocracia abandonen el PRI y se pasen al PRD, o a nuevas rupturas (una primera escisión fue la de su dirigente en el magisterio, Elba Esther Gordillo). Para la clase dominante es alarmante que las luchas obreras ocurran en medio de una crisis de los aparatos sindicales priistas, como el Congreso del Trabajo (CT) y la CTM, cuya base está en el desprestigio del charrismo entre los trabajadores y que es acicateada por la ofensiva del propio gobierno. Y es que los elementos de crisis en las instituciones del régimen pueden ser aprovechados por los trabajadores para salir a luchar contra el ataque del gobierno.
EL ASCENSO ELECTORAL DEL PRD
En este contexto de inestabilidad y desprestigio del régimen, el candidato perredista, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), venia capitalizando el descontento y la crisis del PRI y el PAN, con un discurso antineoliberal que generó simpatías entre los oprimidos y explotados.
Las luchas obreras, las movilizaciones del EZLN en todo el país, junto al movimiento democrático de masas que en marzo del 2005 derrotó la intentona bonapartista de Fox, el PRI y el PAN para proscribir al candidato perredista, expresaron cambios en el estado de ánimo y una evolución a izquierda de grandes sectores de las masas. Este proceso también se expresó, pasiva y distorsionadamente, en el creciente apoyo popular a AMLO. Este crecimiento del PRD, que avanzó hacia un posicionamiento más moderado para tranquilizar a los capitalistas (integrando a ex priístas), se favoreció de la política de las direcciones obreras “opositoras” que llevaron agua al molino del PRD. La última prueba de que el PRD está a favor de los capitalistas fue la represión en Michoacán, gobernado por el perredista Cárdenas Batel.
La posibilidad de un gobierno “progresista” es visto por la burguesía y el imperialismo como una opción para contener el descontento popular, ya que el PRD, más allá de su retórica, continuará lo esencial de una política económica favorable a las transnacionales. De cara al proceso electoral, el PRD se juega a desviar las aspiraciones populares tras la ilusión en un gobierno antineoliberal, que ayudaría a relegitimar al régimen de la alternancia.
Por un 1° de mayo de unidad y lucha obrera
En los últimos meses, el descontento empujó a reacomodamientos entre el sindicalismo opositor (como el surgimiento del Frente Nacional por la Unidad y la Autonomía Sindical) y llamados a acciones de protesta, mientras que las direcciones del SME y la UNT apostaban al triunfo electoral del PRD (integrando a sus listas a algunos de sus dirigentes). El EZLN, que en el 2005 convocó a “la otra campaña”, correctamente criticó al PRD y al charrismo. Sin embargo, se mantuvo por fuera de las movilizaciones del SME y la UNT, cayendo en el sectarismo, en lugar de pelear por una política alternativa al interior de las mismas.
Desde la LTS pensamos que la heroica lucha de Sicartsa y la salvaje represión del gobierno que provocó dos muertes obreras, exige impulsar una movilización de todo el movimiento obrero y popular y un verdadero plan de lucha con independencia de los partidos del régimen (responsables de la represión como el PAN o el PRD en Michoacán y cómplices de la tragedia obrera de Pasta de Conchos, como el PRI). Hay que demostrar la fuerza de la clase trabajadora y salir a la ofensiva contra el ataque del gobierno.
LA PRIMERA E INMEDIATA TAREA es la solidaridad con los compañeros de Lázaro Cárdenas: para frenar la represión y conquistar las demandas obreras, la dirección del Sindicato Minero tiene que convocar al paro nacional; y a la vez, los sindicatos y organizaciones políticas, campesinas y populares, como el SME, la UNT y “La otra campaña” deben llamar a la movilización en todo el país. Hay que preparar un gran paro nacional en solidaridad: el paro del 28 de abril anunciado por la UNT puede ser un primer paso, para lo cual debe garantizarse en todos los centros de trabajo.
Este 1° de mayo debe ser una jornada de lucha unitaria, clasista e internacionalista, con una gran movilización unificada, luchando por el retiro del ejército, el juicio y castigo a los responsables intelectuales y materiales de la represión y el asesinato de los dos compañeros trabajadores y de los 65 mineros sepultados en Pasta de Conchos, contra la injerencia del gobierno en los sindicatos y por su democratización a manos de los trabajadores, y exigiendo el paro nacional de 24 horas para imponer estas demandas. Y para organizar la lucha hay que hacer un Encuentro Nacional de Organizaciones obreras, campesinas y populares, con delegados de base, para resolver un plan de acción.
Convocamos a los sectores obreros que se reclaman combativos (como los trabajadores de “la otra campaña” que impulsan el Encuentro Obrero), a impulsar unitariamente esta política en la movilización que el SME y la UNT realizaran este 1° de mayo, y también en el seno de las organizaciones obreras.
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