Los escándalos de corrupción que subsumen a Brasil desde mediados de 2005 aún no salieron de escena. Sin embargo, el punto más álgido de la “crisis del mensalào”(pago de coimas mensuales, NdT) quedó atrás. Hoy, el escenario político es dominado por la anticipación de las disputas hacia las elecciones presidenciales, marcadas para octubre del 2006. Palocci, el ministro de economía que fue uno de los principales pilares del gobierno Lula, cayó recientemente por estar involucrado en actos de corrupción. Al mismo tiempo, el actual ciclo de recuperación económica se mantiene estable, y Lula se recupera de los golpes sufridos durante la crisis, proyectándose como favorito en las encuestas. Por otro lado, se desarrolla un proceso importante para la vanguardia de la clase trabajadora. Los sindicatos, oposiciones sindicales y entidades populares que rompieron con el gobierno Lula y el PT se preparan para realizar un Congreso Nacional en el mes de mayo. Este Congreso ofrece la posibilidad de unificar a la vanguardia con una política independiente del gobierno y de los patrones para fortalecer un polo alternativo de dirección independiente capaz de disputar la influencia de Lula, el PT y de los dirigentes sindicales traidores de la CUT sobre el movimiento de masas.
Los ritmos del proceso de experiencia de las masas con Lula y el PT
Muchos pensaron que la “crisis del mensalào” iba a dar un “golpe de muerte” a Lula y al PT. De hecho, esa crisis asestó un golpe importante en el “aura ética y moral” de este partido, que venía siendo uno de sus principales pilares de sustentación. Sin embargo, el otro pilar estructural del PT, que es su influencia sobre el movimiento de masas por la vía del control de las direcciones de las principales organizaciones sindicales y populares del país, se mantuvo fuerte, aunque haya sufrido desgastes.
Fueron las direcciones oficialistas de la Central Única de Trabajadores (CUT), del Movimiento de Sin-Tierras (MST), de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y de la Central de los Movimientos Populares (CMP) las que garantizaron la contención del descontento de las masas en relación a los escándalos de corrupción, e impidieron que este descontento se transforme en acciones directas e independientes en las calles. Los trabajadores fueron engañados con el discurso de que había un “golpe de derecha” siendo preparado para derribar al gobierno Lula (ver balance más completo de la “crisis del mensalào) en el sitio www.ler-qi.org).
Actualmente, es una combinación de tres elementos lo que garantiza la recuperación del prestigio de Lula. En primer lugar, se mantiene - por lo menos en el 2006 - el ciclo precario de recuperación de la economía que se desarrolla desde el 2004. Aunque Brasil esté en la retaguardia del ciclo de crecimiento que abarca a la mayoría de los países latinoamericanos, los actuales índices de crecimiento le han otorgado autoridad a Lula y le permite algunos márgenes de maniobra. Obviamente, estas perspectivas están subordinadas a posibles cambios en el escenario económico mundial. En segundo lugar, las crisis internas del PSDB, partido de Fernando Henrique Cardoso que reúne a los principales competidores de Lula-PT, al dificultar la definición de un candidato que combine la aceptación interna del partido y el prestigio entre las masas para competir con Lula, abre espacios para el fortalecimiento de este último. En la disputa interna entre Serra y Alckmin, los principales candidatos del PSDB, Alckmin salió victorioso, pero no consigue despegar en las encuestas, dejando margen para que Lula gane en el primer turno. En tercer lugar, y como elemento determinante, se encuentran las direcciones de las principales organizaciones del movimiento de masas, que aunque criticando el “neoliberalismo exacerbado” de Lula, ya declararon el apoyo a su reelección y ya iniciaron un abierto período de campaña. Fue eso lo que quedó evidenciado en la asamblea que en abril reunió más de 2 mil obreros metalúrgicos en el ABC paulista, en la cual fue aprobado por unanimidad el apoyo a la reelección de Lula.
Pero si bien el gobierno consiguió hacer refluir la “crisis del mensalào”, eso no significa la salida de escena de las contradicciones estructurales que dieron fundamento a esa crisis; ni tampoco significa la inexistencia de consecuencias para el régimen de dominio; sin mencionar que no podemos excluir la posibilidad de que salga a la superficie algun escándalo de corrupción que alcance más directamente a Lula.
Las contradicciones más estructurales en la economía y en el régimen se expresaron centralmente en el hecho de que Brasil, entre los países de América Latina, a pesar de ser junto con Méjico el económicamente más poderoso, está entre los que menos aprovecharon el actual ciclo de crecimiento de la región, asemejándose en este aspecto nada más ni nada menos que a Haití. Eso acentúa las contradicciones al interior de la burguesía, pues a los empresarios brasileños les gustaría lucrar como los argentinos actualmente. Fortalece la visión burguesa de que sería necesario articular un nuevo pacto con el imperialismo, en el cual los sectores más directamente ligados a los bancos y a las finanzas internacionales cederían un poco a los sectores más directamente ligados a la industria y al mercado interno en las decisiones sobre la política económica. Entretanto, lo que unifica a todos los sectores de la burguesía y los principales partidos políticos del país (PT, PSDB, PFL y PMDB) es que, sea con más neoliberalismo lulista o con algun cambio en el sentido de un pretendido “neodesarrollismo tipo Kirchner”, tendrán que ser realizados algunos ataques fundamentales a la clase trabajadora brasileña que ya fueron realizados en otros países y en Brasil no fueron hasta el final; so pena de que Brasil pierda espacios en la competencia en el mercado internacional. Un importante ejemplo de esto que la burguesía insiste en recordar es que tanto FHC como Lula no consiguieron implementar las reformas laborales y previsionales que Menem y De la Rua lograron en Argentina.
La burguesía en su conjunto insiste en la necesidad de una reforma política que recupere el prestigio de las instituciones del régimen, en gran medida desgastadas por los escándalos de corrupción, y que difícilmente podrán ser recompuestas solo con las elecciones, principalmente si tenemos en cuenta que serán elecciones llenas de denuncias de corrupción.
Aunque amplios sectores de las clases medias que migraron del PSDB hacia el PT en el 2002 vuelvan a apoyar el PSDB en función de los escándalos del “mensalào”, la mayoría de la clase trabajadora y del pueblo pobre organizado alrededor de los sindicatos y de los movimientos sociales aún apuesta a Lula; e incluso los sectores de vanguardia más concientes como los que se encontraron en la base de los sindicatos de Conlutas votarán por Lula como mínimo como un “mal menor” frente al PSDB. Los planes asistenciales de Lula como la “bolsa familiar” (que alcanza a cerca de 11 millones de familias), el aumento del salario mínimo a R$ 350,00 y la creación de puestos de trabajo precarios en los últimos años son migajas miserables completamente insignificantes frente a las gigantescas ganancias que tuvieron los bancos y los grandes empresarios en el gobierno Lula; sin mencionar la continuidad del desempleo estructural de millones de trabajadores y del hambre en el campo. Sin embargo, con la ayuda de las direcciones del movimiento de masas, Lula ha logrado transformar estas migajas en puntos a su favor. Esa situación pone al par PSDB-PFL en una ofensiva para intentar desgastar a Lula con nuevos escándalos de corrupción. La caída de Palocci demuestra la posibilidad real de que la crisis vuelva o gane nuevos contornos. Como mínimo, debemos prever elecciones turbulentas, que podrán dejar las entrañas podridas del régimen democrático burgués aún más expuestas.
Es en este marco que se inscribe la importancia del Congreso Nacional de Trabajadores (CONAT) que se realizará en mayo en una ciudad cercana a São Paulo. Este encuentro es organizado por Conlutas, una organización que reune la mayor parte de los sindicatos, oposiciones sindicales y entidades populares que rompieron con el gobierno Lula y el PT.
El CONAT y el proceso de reorganización de la vanguardia
El CONAT puede transformarse en un importante marco en el proceso de reorganización de la clase trabajadora brasileña. Son centenares de sindicatos, oposiciones sindicales y entidades estudiantiles y populares que en los últimos dos años han estado en la primera línea de la campaña de resistencia a las reformas neoliberales del gobierno Lula. Son parte de Conlutas importantes sindicatos del país como el de los metalúrgicos de São José dos Campos, que reúne 35 mil obreros en su base; y el de los trabajadores de la Universidad de São Paulo (Sintusp), que representa a 15 mil trabajadores. Conlutas ya realizó tres manifestaciones en Brasilia reuniendo a miles de trabajadores, estudiantes y sin-tierra en protesta contra los ataques del gobierno Lula y los escándalos de corrupción; y recibió cerca de 30 a 40% de los votos en las elecciones para algunos de los principales sindicatos del país en el 2005. CONAT puede, a partir de un balance de lo que significó la experiencia histórica con la CUT, sacar conclusiones que armen a la actual vanguardia antigubernamental para comenzar a presentarse como una nueva alternativa de dirección para la mayoría de la clase trabajadora que aún vive bajo la influencia de los burócratas traidores de la CUT y de las demás organizaciones de masas en el país.
Sin embargo, infelizmente, los partidos y corrientes políticas de la izquierda que hoy dirigen Conlutas - PSTU y algunas corrientes políticas internas del PSOL [1] -se niegan a hacer un balance consecuente de la CUT; y buscan refrendar en el CONAT una política que en poco se diferencia de la actuación histórica de la izquierda de capitulación a la burocracia sindical y al reformismo dentro de esa central.
Conlutas ha tenido como uno de sus ejes políticos centrales, aprobado como consigna máxima en los encuentros que realizó, la “derrota de la política económica neoliberal”. Esa es una política que coloca a los trabajadores como “ala izquierda” en el proyecto neodesarrollista que pretende cambiar la política económica neoliberal de Lula hacia una cercana a la que aplica Kirchner en la Argentina. No es muy distinto a lo que proponen los mismos burócratas dirigentes de la CUT, que defendieron la reducción de las tasas de interés, la reducción del superavit primario y la devaluación del real ante el dolar para estimular el crecimiento de la economía nacional y favorecer a los patrones, como si eso fuese a resolver el problema de la desocupación y de los salarios miserables.
Conlutas ha impulsado tres campañas centrales. La “campaña por la revaluación del sueldo mínimo a R$ 550,00 y un plan para llegar al sueldo del Dieese [2] en 4 años”, que no contempla las necesidades inmediatas más sentidas por los trabajadores. La “campaña por la auditoría de la deuda externa e interna”, que abandona la reivindicación del “no pago” y abre la posibilidad de que alguna parte de ella pueda ser pagada o negociada. Y la “campaña por la anulación de la reforma previsional”, que teniendo como centro un petitorio dirigido a la Procuraduría General de la República no le dice a los trabajadores que esa reivindicación solo podrá ser conquistada a través de huelgas, piquetes y manifestaciones de calle, alimentando la ilusión de los trabajadores en el “Congreso del mensalào” y en la justicia de los patrones.
Para culminar, el PSTU, a través de su influencia sobre el sindicato de metalúrgicos de São José dos Campos, hace la vergonzosa propuesta de que Conlutas tenga como “modelo” a la CTA argentina, que no solo se puso al lado de De la Rua en las jornadas revolucionarias de diciembre de 2001, sino que hoy es una de las importantes bases de sustentación de Kirchner. Según las resoluciones del 8° Congreso de los Metalúrgicos de São José dos Campos que trata el tema de Conlutas, “(...) la “Central” que queremos construir guarda similitudes con la CTA (Central de Trabajadores Argentinos) construida a mediados de la década pasada”.
O sea, el PSTU y el PSOL, a pesar de defender en los discursos y en el papel la independencia en relación a los patrones y el socialismo, en las mociones de orden y en las campañas que proponen para Conlutas, llevan adelante una política adaptada al reformismo y a la burocracia sindical, hecha a medida para ser asimilada por gobiernos reformistas de conciliación de clases. Infelizmente, el PSTU hoy pone a Conlutas a participar de la campaña de Jubileo junto con la iglesia y los oficialistas sin hacer ninguna crítica a la defensa de una “auditoria de la deuda pública”. En el balance de la “Asamblea Popular”, organizada por la iglesia y oficialistas de todo tipo, que definió la orientación para la campaña del Jubileo en el 2006, Zé Maria, Presidente del PSTU, llegó a defender la campaña por la auditoría de la deuda pública: “Valoro particularmente la Jornada de Lucha por la Soberanía y Contra el Pago de las Deudas Externa e Interna propuestas para la semana de la patria de 2006. Esa cuestión tiene gran relevancia para el país y para la clase trabajadora” [3].
De esa forma, el PSTU y el PSOL reproducen la misma estrategia que pautó la trayectoria de toda la CUT. Proponen para Conlutas un “programa máximo” con independencia de clase para los discursos inflamados y un “programa mínimo” reformista para las alianzas con los sindicalistas y pequeñoburgueses de todo tipo; poniendo a Conlutas a la cola de distintos proyectos de conciliación de clase.
La actuación de LER-QI ante el CONAT
Desde la Liga Estrategia Revolucionaria - Quarta Internacional, hemos criticado a la dirección del PSTU en Conlutas, constituyéndonos como una fracción que busca contribuir para que ésta adquiera un curso revolucionario (ver en www.ler-qi.org). En el 4° Congreso de trabajadores de la Universidad de São Paulo, concluido en marzo, los militantes de LER-QI que son trabajadores de esta categoría convencieron al congreso de que el Sintusp debería hacer una crítica al carácter reformista de la orientación política actualmente implementada por Conlutas y proponer una nueva orientación independiente de los patrones, sus gobiernos y de los sindicalistas traidores.
Los militantes de LER-QI, junto con una bancada de 36 delegados de base del Sintusp mandatados por su Congreso, lucharemos en el CONAT para que Conlutas abandone la separación entre un “programa máximo” independiente de los patrones y un “programa mínimo” conciliador y pase a luchar:
“(...) por el salario mínimo del Dieese (alrededor de R$ 1.551,00); luchar por reajuste mensual automático de salarios de acuerdo con el aumento del costo de vida; (...) luchar por el seguro desempleo sin cualquier restricción y hasta conseguir nuevo empleo; luchar por la reducción de la jornada laboral para garantizar empleo para todos; luchar para ocupar y poner a producir bajo control obrero las fábricas y empresas que quiebren o amenacen quiebra; luchar por la expropiación de los grandes latifundios y división de las tierras entre los campesinos pobres con crédito barato para que puedan plantar; luchar por la reestatización de las empresas privatizadas; luchar por un plan de obras públicas; luchar contra las reformas neoliberales; luchar para esas reivindicaciones sean viabilizadas a través del ataque a las ganancias de los patrones, del no pago de las deudas interna y externa y de impuestos progresivos a las grandes fortunas; luchar por la unificación de las campañas salariales de distintas categorías para luchar por esas reivindicaciones; luchar para que esas reivindicaciones sean impuestas por la fuerza de nuestra movilización a través de huelgas, piquetes y ocupaciones de fábrica (...)” [4].
Esta resolución del IV Congreso de la USP es un paso extremadamente importante, pues arma a los 36 delegados del Sintusp para luchar en el CONAT por un conjunto de reivindicaciones que parten de las reivindicaciones más urgentes de la clase trabajadora y ponen en el temario la necesidad de la confrontación con la burguesía. Pero para nosotros, militantes de LER-QI, esas reivindicaciones no podrán ser satisfechas con la simple “derrota de la política económica neoliberal”. No podemos tener como estrategia “(...) crear masa crítica, opinión pública favorable, que viabilice este proyecto de movilización que obligue a los gobernantes a cambiar su postura (...)” [5], como ha defendido la Coordinación Nacional de Conlutas. Necesitamos luchar por el desarrollo de organizaciones de democracia directa de las masas que sean capaces de constituirse como una alternativa de poder a las instituciones de la podrida “democracia del mensalào”. Y necesitamos luchar por un gobierno de los trabajadores, de los campesinos y del pueblo pobre basado en esas organizaciones, opuesto por el vértice a los gobiernos de conciliación de clases como el de Lula y de Luis Marinho (ex presidente de la CUT y actual ministro del Trabajo) junto con burgueses como José Sarney, Alencar y Furlan.
Para luchar en defensa de este programa y de esta estrategia, no será suficiente transformar Conlutas en una organización de masas que sea una referencia para la mayoría de los principales sindicatos del país. Como en todas las organizaciones de frente único de masas, los agentes de los patrones dentro del movimiento obrero estarán presentes para defender la conciliación de clases con la burguesía, como hicieron históricamente las direcciones traidoras del PT y de la CUT. Por eso necesitamos construir un partido de la vanguardia de la clase obrera que sea capaz de influenciar a la mayoría de los trabajadores con un programa y una estrategia revolucionarios, que lleve la lucha contra la burguesía hasta el final.
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