La gesta obrera de Kraft y las acciones solidarias que desencadenó, ha desatado la reacción de las clases dominantes contra ”el clima de violencia social”. La campaña lanzada desde los medios mete todo en la misma bolsa. Ya sea que se trate del grupo de choque afín al kirchnerismo en Jujuy comandado por Milagros Sala contra el diputado radical Morales, los arrebatos verbales de Maradona o el legítimo escrache de los estudiantes de Mendoza a la Embajadora norteamericana, todo les resulta válido. Tanto para dirimir internas entre los de arriba como para, fundamentalmente, crear un sentido común contra la acción de los trabajadores y sectores populares por sus reclamos.
Mientras a los trabajadores se les intenta imponer la paz social, las internas entre los de arriba gana en virulencia y muestra la descomposición del régimen político. La disputa por el control del aparato represivo y de seguridad de la Capital, entre Macri y su nueva policía Metropolitana versus Aníbal Fernández y su policía Federal, abrió el escándalo de las denuncias de espionaje que, unos y otros, utilizan permanentemente contra los trabajadores y el pueblo.
Es que la lucha de Kraft terminó logrando el milagro de revivir a un muerto político: el pacto social que no pudieron institucionalizar por la división intercapitalista en la puja abierta con las patronales del campo, ahora es el mecanismo que utilizan para contener lo que produjo esta gesta del movimiento obrero. La Cámara de Comercio de los EEUU en Argentina (AmCham) que agrupa a 700 multinacionales norteamericanas, reunidas con la Embajadora yanqui y la presidenta Cristina Kirchner, salió a condenar los ”actos ilícitos como herramienta de presión2” en referencia a los métodos de la huelga y los piquetes utilizados durante el conflicto. En el mismo sentido se pronunciaron los industriales de la UIA. Obediente, el ministro de Economía Boudou, dijo que “lo importante es que la empresa siga produciendo en un marco de seguridad jurídica que deben tener las empresas, pero que también debe existir para los trabajadores”.
Los empresarios, el gobierno y la burocracia sindical de la CGT condenan la metodología de la acción directa, buscando bloquear la posibilidad que Terrabusi sea el disparador de una oleada de conflictos que abra una nueva situación que tenga a los trabajadores definitivamente como protagonistas centrales. La batalla de Terrabusi le dio estatura nacional a un nuevo movimiento obrero que veníamos señalando se expresaba desde fines del 2008, con la resistencia en las automotrices contra los despidos y suspensiones, y había dado múltiples muestras de emergencia luego de la derrota electoral del PJ que debilitó los mecanismos de contención del gobierno y la burocracia sindical peronista. Temen que Terrabusi le abra la puerta grande de la política nacional a un ascenso que se viene gestando desde abajo y que quieren impedir.
Relación de fuerzas
El objetivo de Kraft de descabezar la organización de base - lanzado con el envión del triunfo electoral de la derecha el 28 de Junio- se demostró por fuera de la relación de fuerzas. Como hemos venido sosteniendo, las elecciones arrojaron un resultado que combinó el debilitamiento del gobierno, y su agente la burocracia sindical de la CGT, en su principal bastión del conurbano bonaerense, con la fragmentación de la oposición burguesa. Y al mismo tiempo, que la dispersión del voto opositor, mayoritariamente alimentado por un giro a derecha de las clases medias, demostraba que no había surgido un polo fuerte de una “restauración neoliberal” porque no había condiciones para “una vuelta a los 90”, como denunciaba el kirchnerismo para polarizar falsamente la elección. Esta relación de fuerzas, mal leída por la dirección empresaria de Kraft, como muestra el llamado a terminar con “el estado asambleario” y el “poder de los delegados” en las empresas por parte de su abogado asesor, De Diego, el mismo 29J desde el diario de De Narváez, terminó volviéndosele en contra. Dio lugar a la primera gran lucha de fábrica en décadas que se transformó en una demostración política de la clase trabajadora y obligó a un retroceso de uno de los principales monopolios que arrastró a todas las corporaciones patronales y hasta a la propia Embajada norteamericana. El primer resultado de dos meses de lucha, todavía inconclusa, arrojó una derrota política de la multinacional yanqui y un debilitamiento del gobierno y las burocracias de Daer y Moyano, que se jugaron, de entrada, al aislamiento de la huelga y la represión. Si los trabajadores no lograron imponer la totalidad de su reclamo y reincorporar a todos los despedidos, no se debe a una relación de fuerzas desfavorable. Contaban con enorme simpatía popular ante una patronal deslegitimada en la población y un gobierno en crisis. Necesitaron de la colaboración de la CCC, la mayoría de la Comisión Interna de Kraft, que aceptó subordinarse al chantaje del Ministerio de Trabajo y su imposición de la ”paz social”.
Dirección
La lucha de Kraft puso de manifiesto la crisis de la dirección de la CGT ante la primera gran batalla del movimiento obrero industrial. Su resultado potencia los procesos del sindicalismo de base que se vienen desarrollando. El dirigente kirchnerista de La Fraternidad, Maturano, ha dicho que “nada ha reemplazado la representatividad que tiene el sindicalismo peronista”. Pero, por las dudas, mandó una patota a apalear a los ferroviarios que denunciaron a la cúpula del gremio en la película de Pino Solanas. Es de esperar este tipo de ataques del matonaje sindical, para lo que hay que estar preparados. Según algunos medios, el funcionario recientemente renunciado Emilio Pérsico y su Movimiento Evita se sumarían a la corriente político sindical lanzada por el jefe de la CGT Hugo Moyano para anteponer a ”las agrupaciones de izquierda y sectores sociales enfrentados al Gobierno, que fortalecieron a la comisión interna en Kraft en medio del conflicto por los despidos y mostraron los límites de la CGT para contener la protesta social (El Cronista, 21-10)”.
Por su parte, la dirección de la CTA quedó descolocada. Víctor De Genaro empezó desestimando la lucha por estar dirigida por la izquierda. Luego, ante su trascendencia, debió ceder un lugar a Bogado y Hermosilla en el palco de su acto por la libertad sindical, y finalmente, terminó criticando al ministro Tomada por ceder a la multinacional yanqui. En todas las instancias, mientras crecía la simpatía en los afiliados de la CTA por la causa obrera, la dirección de la central alternativa se mantuvo ajena y sin realizar una sola medida de fuerza solidaria.
En este desfasaje en que quedaron las direcciones de la CGT y la CTA ante la incipiente entrada en escena del movimiento obrero, es que puede crecer la iniciativa impulsada desde el Hotel Bauen, en la reunión convocada por el Sindicato Ceramista de Neuquén. La corriente político sindical lanzada por los ceramistas de Zanon junto el ala de la izquierda clasista de Terrabusi y del Cuerpo de Delegados del subte, entre decenas de delegados de importantes fábricas y gremios de todo el país, sale a pelear la vacante de un polo clasista en la clase trabajadora. El PTS considera un importante paso adelante que llamamos a apoyar a todas las organizaciones combativas y de la izquierda. Como informamos en estas páginas, esta nueva corriente se propone, en primer lugar, seguir apoyando los conflictos en curso y la coordinación de todas las organizaciones obreras de base, comisiones internas, cuerpos de delegados y sindicatos antiburocráticos para la lucha. Pero no se limita a un clasismo sindical sino que impulsa la independencia política de todas las fracciones patronales y sus partidos, y la construcción de uno propio, como dice la declaración propuesta por los obreros de Zanon: “un movimiento para construir una herramienta política de los trabajadores”.
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