De un plumazo Chávez sancionó la reforma parcial de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Bolivariana el pasado 21/10. No entraremos en detalle del conjunto de la reforma, pero sí en lo que tiene que ver con las llamadas “Milicias Bolivarianas”, bajo el supuesto de un componente “ligado al pueblo”, pero que en verdad no sería sino una nueva fuerza con implicaciones más profundas sobre el control del pueblo y los trabajadores.
Es de resaltar que entre una de las tantas funciones de la Fuerza Armada Nacional en la nueva Ley Orgánica sobresalen aspectos como que deberá “contribuir en preservar o restituir el orden interno, frente a graves perturbaciones sociales, previa decisión del Presidente o Presidenta de la República Bolivariana de Venezuela y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”; “Organizar, planificar, dirigir y controlar el Sistema de Inteligencia Militar y Contrainteligencia Militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”; “Participar en las operaciones que se originen como consecuencia de los estados de excepción, que sean decretados de conformidad con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la ley”. Es decir, bajo la facultad del Presidente, dicha fuerza puede intervenir en cualquier acción que pueda desarrollar la clase obrera y el pueblo, e incluso ser sometidos a un sistema de espionaje.
En la constitución de las “Milicias Bolivarianas”, decretada bajo ley Habilitante el pasado 28/7/2008, y reformulada el 21/10 del corriente año, se establece que: “La Milicia Bolivariana es un cuerpo especial organizado por el Estado Venezolano (…) destinada a complementar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en la Defensa Integral de la Nación, para contribuir en garantizar su independencia y soberanía (…)”. Pero el plato fuerte referente a las “Milicias”, en la nueva reforma de la Ley del 21/10, es la conformación y organización de los “Cuerpos Combatientes” de interferencia directa en las fábricas, empresas y lugares de trabajo sobre los trabajadores. En el modificado Artículo 50 se establece ahora que: “Los Cuerpos Combatientes son unidades conformadas por ciudadanos y ciudadanas que laboran en las instituciones públicas o privadas, que de manera voluntaria son registrados o registradas, organizados u organizadas y adiestrados o adiestradas por el Comando General de la Milicia Bolivariana en defensa integral de la Nación, asegurando la integridad y operatividad de las instituciones a las que pertenecen”.
Con este Artículo 50 se da un salto en el control sobre el movimiento obrero en general, forzando a sectores de trabajadores a organizarse, bajo el “verde olivo” [color del uniforme militar], como fuerza de choque y esquiroles contra sus propios compañeros. Esto, al márgen de otros tópicos relevantes de la Ley, como los estados de excepción donde la “Milicia” se movilizaría como cualquier otro órgano de represión.
Si bien en diversas empresas como la petrolera estatal PDVSA ya se habían empezado a organizar “Cuerpo Combatientes”, es decir, en los hechos dicha Ley ya se venía poniendo en práctica, lo llamativo es el repudio que ha generado la constitución de estas “milicias” en diversas empresas estatales, como en la recién nacionalizada Sidor, donde la amplia mayoría de los trabajadores se oponen a la organización de las mismas.
Es lamentable cómo, en dirección opuesta a este repudio, la Alianza Sindical –donde Marea Socialista (ligada al MST argentino) tiene importante influencia– y otras corrientes sindicales afines al gobierno y presentes en el sindicato, basándose en los más de 500 obreros reservistas de la empresa que ya habían prestado servicio militar, han convocado a formar estos “cuerpos combatientes”, conformándose ya un escuadrón de casi cien obreros ahora bajo uniforme militar. La repulsa es generalizada en un amplio espectro de los trabajadores que ven en los mismos una futura fuerza de choque en huelgas o conflictos defendiendo sus intereses, que actuarán en el momento preciso “asegurando la integridad y operatividad” de la empresa, es decir, de los intereses patronales, además de su función de esquiroles delatores frente a cualquier movimiento de los trabajadores. De hecho, es sabido que en Sidor ya han empezado las labores de “inteligencia” haciendo lista de los posibles “alteradores” del orden la empresa.
El argumento desde la empresa, y mecanismo de engaño, es que los trabajadores se alistan para defender la empresa de “cualquier sabotaje” cuando sabemos que cualquier huelga o reclamo obrero es catalogado como sabotaje por el gobierno, como lo expresó Chávez recientemente refiriéndose a los trabajadores electricistas que reclaman por su contrato colectivo y amenazaron parar. Los trabajadores organizados ahora como supuestos “Cuerpos Combatientes”, en el caso de Sidor, llegan al trabajo vestidos de su uniforme militar, desfilan en los patios de la empresa, muchos trabajan con su farda militar, y los incluyen en el “personal de confianza” en nómina especial.
El Estado burgués, administrado por el régimen de Chávez, se prepara así para mayores convulsiones obreras en medio de la crisis capitalista mundial. Es necesario rechazar tajantemente esta forma de organización militar en las fábricas, las empresas y lugares de trabajo, que no son más que verdaderos cuerpos de control militar directo sobre el pueblo y los trabajadores.
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