Desde ayer 28 de noviembre, al cumplirse cinco meses del golpe de Estado, las calles de Tegucigalpa amanecieron patrulladas por el ejército y la policía, mientras distintos allanamientos y detenciones se sucedían en distintos puntos del país. Cuando recorríamos ayer la zona del centro comercial Multiplaza, nuestro taxi se detuvo en un semáforo a la par de una camioneta con policías pertrechados y con sus caras cubiertas por pasamontañas, que exhibían armas de guerra. El taxista, entonces, me dijo: “mañana nadie irá a votar”. Le pregunté por qué. “Porque no podemos votar si el presidente está preso”, aludiendo a la presencia de Zelaya en la embajada brasileña. Para él, todos los candidatos son golpistas. Lo mismo piensa gran parte de la población, especialmente en los barrios populares de Tegucigalpa y en las regiones donde mayor presencia tuvo la lucha magisterial y las manifestaciones obreras, campesinas y populares contra el golpe, como San Pedro Sula, El Progreso y otras localidades. Desde esa misma región llegaban, entre tanto, las noticias de que algunos artefactos explosivos habían sido detonados en un centro comercial y en distintos centros de votación, mientras la resistencia local anunciaba que hoy domingo haría una manifestación de repudio a las elecciones fraudulentas, en horas del mediodía.
Hoy amaneció despejado y, desde bien temprano salimos a recorrer los centros de votación de Colonia Miramontes, Residencial Plaza, La Joya, Colonia Kennedy y El Pedregal, en la ciudad de Tegucigalpa. Observamos poca presencia en las mesas, custodiadas por el ejército y la policía, junto con los “observadores internacionales” de diversas asociaciones jurídicas y organizaciones políticas derechistas que “velaban por la transparencia” de los comicios. Sólo algunas filas un poco más nutridas, en los barrios más acomodados, donde los “camisas blancas” mostraban orgullosos sus dedos manchados a las cámaras de CNN y otros medios de prensa internacionales, después de votar.
En la sede del CODEH, se reunían los observadores de la plataforma de organismos que están monitoreando las violaciones a los derechos humanos que continúan ocurriendo en pleno proceso electoral. Allí se hablaba de los allanamientos a la sede de la Red Comal, en Siguatepeque, del cerco militar que se hizo a la sede del Sindicato de Trabajadores de la Industria de Bebidas y Similares (STIByS) en la misma capital; como también de la bomba que estalló en la sede del Centro de Derechos de Mujeres (CDM) de San Pedro Sula. Líderes de la Resistencia de las colonias Kennedy y el Reparto, de Tegucigalpa, como de otras colonias de Santa Bárbara, San Pedro Sula y Cortés sufrieron allanamientos y detenciones. Pero la mayor preocupación se centraba en el estado crítico de Fabricio Salgado Hernández, que aún sigue en coma, después de haber sido baleado por militares, cuando chocó contra un retén militar que se le cruzó intempestivamente.
Esta mañana, las mesas que iban a estar dispuestas en la UNAH fueron trasladadas hacia otros centros de votación, según las autoridades para “prevenir incidentes”. Pero también es cierto que, de esta manera, los votantes se concentrarán en menos mesas, disimulando la escasa participación en las elecciones. Durante nuestra recorrida no dejábamos de oír el zumbido del helicóptero policial sobre la colonia Kennedy, una de las más fuertemente militarizadas, debido a su reconocida participación en la resistencia al golpe. En otro punto de la ciudad, el local capitalino del STIByS, donde la resistencia tiene previsto realizar una conferencia de prensa esta misma tarde, permanecía vigilado por una camioneta militar con una ametralladora giratoria que apuntaba en dirección a su entrada.
¿Cómo será el día después? Distintas empresas transnacionales, maquilas y distintas dependencias del Estado anunciaron a sus empleados que deberán mostrar su dedo meñique pintado con la tinta indeleble con la que se registra el voto, cuando reinicien sus labores. En caso contrario, serán despedidos. En el diario La Tribuna, llamaba la atención el aviso publicitario de Go Nunu, un comercio de mobiliario infantil, que anunciaba descuentos de hasta un 40% con sólo mostrar el dedo manchado de negro. Otros comercios y supermercados también hacían estas ofertas.
Manos sucias es la exigencia de las patronales golpistas y las autoridades del régimen de Micheletti a las trabajadoras, trabajadores y el pueblo hondureño que, a pesar de la coerción, se abstuvo de votar, en un promedio que, hasta el momento, superaría el 65%.
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