Tras una década de crecimiento económico altísimo que le ha valido la calificación de “país emergente”, se ha generado la expectativa de que, junto a China, India está llamada a ser un nuevo motor consumidor de la economía mundial tras el retroceso estadounidense. Esta quimera, basada en el surgimiento de una nueva clase media acomodada, encuentra su límite en la misma realidad, donde este fastuoso crecimiento se ha erigido sobre un recurso clave y abundante en los países emergentes: la mano de obra extremadamente barata.
La política de las empresas multinacionales de trasladar sus factorías hacia la India en forma masiva durante los ’90 tras las políticas neoliberales del entonces ministro de Economía y actual primer ministro Manmohan Singh, ha generado pujantes cinturones industriales ligados a la industria automotriz, la textil, la IT (software) entre otros, que contrastan con un atrasado y estancado campo que concentra aún a dos tercios de los trabajadores.
La crisis que pateó el tablero económico mundial comienza a mostrar también aquí su cara más nefasta. Mientras las autoridades buscan contrarrestar el malhumor de los mercados con cifras macroeconómicas favorables, la realidad es que la inflación que saltó del 4 al 11 % se ha comido el ya magro salario obrero, lo que ha generado una creciente reacción de los trabajadores de importantes cinturones industriales a lo largo y a lo ancho del país.
Según el Ministerio de Trabajo indio, las huelgas en la industria y los servicios aumentaron 48 % en 2008 con respecto a 2007. En el último año la tendencia parece mantenerse. Pero el fenómeno no comenzó ahora y los reclamos exceden la cuestión salarial. Como muestran algunos conflictos, la lucha contra la precarización laboral y por el reconocimiento de las organizaciones de los trabajadores parece chocar de frente con las necesidades de la burguesía.
En octubre del año pasado, en Greater Noida, al norte cerca de la capital Nueva Delhi, los trabajadores de una autopartista del grupo suizo Oerlikon, que vienen luchando desde el 2007 por aumento salarial, la sindicalización rechazada ya 3 veces y contra el aumento del trabajo por contrato, han sufrido suspensiones, despidos, provocaciones, persecución, represión y la cárcel, hasta ser acusados del asesinato de un alto ejecutivo de la empresa.
En septiembre de este año, no muy lejos de ahí, en Gurgaon, más de 3 mil trabajadores de Rico, también una importante autopartista proveedora de Ford y GM, sostuvieron una heroica huelga de 50 días en reclamo de aumento salarial y la sindicalización de los trabajadores. Esta vez la brutalidad de la patronal se cobró la vida de un joven trabajador de 26 años, provocando la ira de casi de 100 mil trabajadores de la zona, que se movilizaron en protesta por el asesinato de su compañero. El fin de la huelga, negociado por el sindicato, significó sin duda un respiro para la burguesía india. El ejemplo de los trabajadores de Rico, que despertó la solidaridad de trabajadores de 60 fábricas de la zona y paró la producción en las plantas norteamericanas y canadienses de Ford y GM es de una potencialidad explosiva.
En el centro-oeste, cerca de Bombay, los trabajadores de la autopartista Mahindra & Mahindra, en el estado de Maharashtra declararon una huelga de brazos caídos en mayo de este año por recomposición salarial y la reincorporación de un dirigente suspendido. La planta de M&M es un ejemplo de la precarización laboral impuesta por la patronal: de los 4450 empleados, 2750 son permanentes, 1200 son temporales y 500 son pasantes.
En Coimbatore, al sur, cerca de Chennai, la autopartista Pricol (capitales japoneses), proveedora de Toyota y GM, ha amenazado irse del distrito debido a la combatividad de más de 3 mil trabajadores, la mayoría mujeres, que desde el 2007 vienen luchando contra la precarización laboral, buscando el reconocimiento de su afiliación sindical. Los trabajadores tomaron la fábrica, sufrieron la represión y la cárcel. La dureza de la empresa dejó decenas de despedidos, pero la lucha despertó la solidaridad de otros trabajadores, estudiantes, organismos de derechos humanos y organizaciones populares, incluyendo 65 mil firmas de apoyo. En septiembre de este año los trabajadores continuaban luchando por la reincorporación de despedidos y contra el congelamiento salarial impuesto por la empresa, y en este momento enfrentan una campaña macartista y cargos por la muerte de un directivo.
En este marco, el recientemente anunciado default de Dubai no trae buenas noticias. Esa burguesía de la especulación inmobiliaria buscará descargar su crisis sobre los trabajadores, que son en buena parte indios. Es probable que muchos no tengan sus visas de trabajo renovadas y deban volver a India, donde algunos estados son fuertemente dependientes de las remesas que envían familiares desde los Emiratos Árabes.
El proletariado indio tiene una fuerza enorme y está llamado a cumplir un importante rol en la región. Lo demuestra cuando para una fábrica y deja a 2 multinacionales paradas al otro lado de 2 océanos. Lo demuestra cuando une sus filas divididas por la patronal, se organiza para luchar y enfrenta la prepotencia patronal. Estos son los primeros pasos para que la crisis la paguen los capitalistas.
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