Las presidenciales del 13 de diciembre arrojaron un resultado preocupante para la clase obrera: la derecha –agrupada en la llamada “Coalición por el Cambio”– tiene serias posibilidades de alcanzar la presidencia de la república. Su candidato, el empresario Sebastián Piñera, ha pasado a segunda vuelta, obteniendo un 44,05% de los votos. Su contendiente será el candidato oficialista de la Concertación –coalición conformada por el Partido Socialista, la Democracia Cristiana, el Partido Radical Socialdemócrata y el Partido por la Democracia– Eduardo Frei, que obtuvo un 29,6% de los votos. En el camino han quedado Marco Enríquez-Ominami (ME-O) –“liberal progresista” y ex militante del PS– con un 20,13% de los votos y el candidato de la izquierda reformista – del Partido Comunista, Izquierda Cristiana y otras organizaciones menores – el ex PS y ex ministro de gobiernos concertacionistas, Jorge Arrate, con un 6,21%.
La derecha ha recibido con regocijo los resultados, que han superado sus expectativas. Estos se explican por el voto de las capas medias y de algunos sectores empobrecidos. Por ejemplo, en 7 de las 10 comunas más pobres del país, Piñera obtuvo votaciones superiores al promedio nacional, y el promedio de todas ellas es de 51,02%, es decir, casi 7 puntos sobre aquel. Sin embargo, claramente no ha capitalizado el voto obrero, como se pudo ver en Antofagasta, Calama o Arauco (ciudades con concentraciones obreras) donde obtuvo menos del 38%.
Para captar el “voto popular”, Sebastián Piñera ha utilizado la demagogia y se presenta como continuador de la “protección social” que instaló Bachelet (bonos y subsidios a los sectores más pobres). Por ejemplo, prometió “crear un millón de empleos” durante su gobierno y otorgarle a las familias más pobres un bono de $40.000 (cerca de 80 dólares) en marzo. ¿Qué tipo de empleos creará este experto en las prácticas antisindicales y en la precariedad laboral? Preguntémosle a los trabajadores de LAN. ¿Y ese bono no se asemeja a una “compra” del voto con una limosna? ¿No es actuar utilitariamente con la miseria de los pobres? Además, buscando ganarse a las capas medias y a los sectores empobrecidos más despolitizados, busca crear una “sensación de inseguridad”, haciendo creer que la delincuencia –fruto de la miseria capitalista– está desbordada, y promete 10.000 policías más en las calles. Así preanuncia como gobernará: fortaleciendo el aparato represivo del estado patronal. La derecha, compuesta en buena medida por personas que iniciaron su “carrera política” al amparo de la dictadura pinochetista, es el sector más duro de la política patronal. La posibilidad de que llegue al gobierno, barrunta nuevos padecimientos para la clase obrera, si ésta no se prepara desde ya para enfrentarla, fortaleciendo sus organizaciones.
Durante el período que se abre, previo a la segunda vuelta, podrían producirse ciertos roces al interior de la derecha, producto de las disputas electorales entre sus fuerzas (UDI y RN).
La crisis de la Concertación y la candidatura de ME-O
El resultado de estas elecciones, ha expresado, más que un fortalecimiento absoluto de la derecha –que no ha superado sustantivamente su 43% histórico, ni el 48% que obtuvo Lavín en 1999– un fortalecimiento relativo, producto del debilitamiento de la Concertación, cuyos elementos de crisis en su interior se reavivaron luego de los resultados. La distancia de casi 15 puntos con respecto al derechista es fruto también de una importante “fuga de votos” hacia la candidatura de ME-O, que actuó como polo de atracción de quienes, sin romper con sus coordenadas programáticas, concebían la necesidad de una “renovación” en su interior y secundariamente, de derechistas liberales, que buscaban escapar de la división política entre “demócratas” y “autoritarios” que ha signado el ciclo político posdictatorial. Para la segunda vuelta, la cooptación del caudal electoral de ME-O es un problema crucial para Frei y la Concertación. El hecho de que éste haya declarado en su discurso del 13 pasado, que sus votos no se endosarán a ningún candidato, le acarrea dificultades adicionales a la Concertación a la hora de atraerlos. Esto ha abierto una serie de roces internos, pues diversas figuras concertacionistas han comenzado a realizarle gestos a ME-O, que no son del gusto de todos en el oficialismo, como acceder a la petición de que renuncien varios dirigentes “del pasado”.
De este modo, justo cuando la Concertación necesita realizar los mayores esfuerzos para remontar en segunda vuelta, las tensiones en su interior se multiplican. Simultáneamente, al interior del comando de ME-O se producen tensiones y diferencias, y ya comienzan a “asomarse” posiciones favorables a uno u otro candidato. Esto constituye una tendencia a la disipación del fenómeno ME-O. El hecho de que no hayan obtenido ningún escaño parlamentario dificulta que puedan actuar como una corriente política con peso propio, más aún cuando programáticamente no tienen diferencias sustantivas con la Concertación y favorece esa tendencia.
De ese modo, la fluidez continúa signando el escenario político nacional.
La izquierda de la colaboración de clases
El 6,21% que obtuvo el pacto Juntos Podemos Más–Frente Amplio, para la candidatura de Jorge Arrate, significa un leve incremento con respecto a la votación obtenida el 2005 por la candidatura de Tomás Hirsch, de 5,40% –figura que en esta ocasión apoyó a ME-O– pero está bajo las expectativas del sector, que esperaba un 8%, cuestión que fue reconocida por el propio Arrate. Sin embargo, la novedad es la elección de tres candidatos del PC al parlamento: Guillermo Tellier, Lautaro Carmona y Hugo Gutiérrez. Esta elección ha sido posible gracias al pacto con la Concertación, que permitió que el PC y el oficialismo presentaran listas comunes, a cambio de la abstención del PC en una cantidad importante de distritos, que la Concertación pretendía usar a su favor.
La elección de esos tres diputados, será el argumento del PC, el JPM y el Frente Amplio, para justificar un apoyo a Frei en segunda vuelta. Es como si dijeran: “si la Concertación nos apoyó, nos queda devolverles la mano”.
Con esto, el PC, el JPM y el Frente Amplio, actúan sosteniendo a una Concertación desgastada, y depositando confianza en un candidato que es un agente de la patronal. ¿No votó acaso Frei contra la reivindicación de los profesores de pagar la deuda histórica? ¿No privatizó puertos y sanitarias cuando estaba en el gobierno? ¿No trajo a Pinochet de vuelta desde Londres, para asegurar su completa impunidad en Chile?
Ha sido la Concertación la que le ha allanado el camino a la derecha. Por ello, para enfrentar consecuentemente a la derecha, no hay que votar a Frei. Hay que anular, enfrentar a todas las variantes patronales, incluyendo a la Concertación, y fortalecer las organizaciones de la clase obrera, los pobladores, los mapuches y los estudiantes.
Por una izquierda obrera y socialista
Los resultados electorales, determinarán los ritmos del proceso de fin de ciclo que atravesamos, abriendo nuevos desafíos para la clase obrera y los oprimidos. Es necesario prepararse para enfrentar un eventual gobierno de la derecha, fortaleciendo las organizaciones de los trabajadores, peleando por constituir cuerpos de delegados en cada lugar de trabajo, por el derecho efectivo a huelga y la negociación colectiva por rama. Fortaleciendo las organizaciones del movimiento estudiantil, para luchar contra la educación de mercado, que la derecha profundizará, las de los pobladores y el pueblo mapuche.
También es necesario que las organizaciones de izquierda, incluyendo las que votarán a Frei, impulsen movilizaciones para levantar una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, para acabar con el sistema binominal antidemocrático y la proscripción de los dirigentes sindicales para ocupar cargos parlamentarios y para cuestionar la obra económica y social de la dictadura. Sin embargo, quienes militamos en Clase contra Clase pensamos que la solución íntegra y efectiva de los padecimientos de la clase obrera y los oprimidos será posible si levantamos una República de Trabajadores basada en organismos de autodeterminación de los obreros y pobres. Para pelear por estas perspectivas, es necesario construir una Izquierda Obrera y Socialista. Llamamos a los militantes de izquierda que genuinamente desean hacer la revolución, a dirigentes sindicales, a los obreros y pobres, a discutir como comenzar a poner en pie tal Izquierda. También es necesario construir hoy Clase contra Clase.
Por último, es necesario que las organizaciones que estamos llamando a anular, impulsemos acciones comunes en pos del voto nulo, y por la unidad de obreros, mapuche, pobladores y estudiantes. 16/12/2009.
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