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La derecha gana las elecciones en Chile
por : Juan Valenzuela

21 Jan 2010 | Finalmente, el derechista Sebastián Piñera, se ha impuesto en la segunda vuelta de la elección presidencial, obteniendo un 51,60% de los votos, contra el 48, 39% del oficialista Eduardo Frei. Esto es una refracción del fortalecimiento de la derecha en Latinoamérica. Con, esto concluye el ciclo político iniciado con los gobiernos de la Concertación, (...)

Finalmente, el derechista Sebastián Piñera, se ha impuesto en la segunda vuelta de la elección presidencial, obteniendo un 51,60% de los votos, contra el 48, 39% del oficialista Eduardo Frei. Esto es una refracción del fortalecimiento de la derecha en Latinoamérica.

Con, esto concluye el ciclo político iniciado con los gobiernos de la Concertación, coalición política centroizquierdista de la clase patronal, que se mantuvo en el poder durante dos décadas. Hasta ahora la oposición política entre “demócratas” y “autoritarios”, configurada durante la dictadura pinochetista, le era útil a la Concertación para “vetar” a la derecha del gobierno. El resultado electoral, posterior a una intensa campaña concertacionista que intentó realentar esa oposición, revela que ésta ha dejado de jugar el papel central que jugaba hasta ahora en la política nacional.

La patronal ha recibido con júbilo este triunfo. El comité ejecutivo de la Confederación de la Producción y el Comercio –que agrupa a los grandes patrones de Chile-, ya comienza a instalar discusiones en la “agenda política”, con la pretensión de incrementar aun más sus ganancias en desmedro de los intereses de la clase obrera. Por ejemplo, para Carlos Jorquiera, empresario del comercio, es necesario acabar con la “indemnización por años de servicio”, que hoy reciben los trabajadores al ser despedidos, y reemplazar tal “beneficio” por un seguro de cesantía más holgado. Es decir, se trata de “bajar el costo” de los despidos. Otros sectores han comenzado a plantear que es necesario que el sueldo mínimo sea pagado desde los 25 años, y no desde los 18 como ocurre hoy, es decir, precarizar el trabajo juvenil, para atacar al conjunto de la clase obrera. El gobierno de la “Coalición por el Cambio” –defensora acérrima del neoliberalismo- sin duda estará más asequible aun que la Concertación, a la hora de “oír” las “demandas” de la clase patronal.

“Más asequible”, porque la Concertación, durante las últimas décadas, también se encargó de velar por los intereses de la patronal. Por ejemplo, cuando ésta y la derecha le plantearon al gobierno, durante el primer semestre de 2009, que el salario mínimo debía subir sólo en un 2,5% (de $159.000 a $165.000), éste accedió inmediatamente, con el argumento de que “por la crisis, había que evitar elevar los costos de contratación”. Ahora que los empresarios comienzan a clamar por más flexibilización laboral, la ministra del trabajo, Claudia Serrano (del Partido Socialista) se ha encargado de aclarar que en “en Chile si hay flexibilización laboral” (Diario Financiero, 20 de enero). Dicho de otro modo: la Concertación si ha mantenido y profundizado la precariedad laboral, con contratos precarios, facilidades al despedir, entre otras cuestiones.

Apenas conseguido el triunfo electoral, el derechista ha anunciado un “plan estrella” en relación a Codelco, la principal empresa estatal dedicada a la producción de cobre. A inicios de los 90`, cuando asumió Aylwin, el 70% del cobre era estatal y el 30% privado. Durante el ciclo político concertacionista, esas cifras se invirtieron: el 70% es privado y el 30% estatal. Ahora que asumirá Piñera, la privatización del principal recurso del país, podría profundizarse. Argumentando que es necesario “elevar la productividad” de la minera, anuncia que permitirá el ingreso de capitales privados. Todo sea por favorecer los negocios de su clase.

El triunfo derechista ha acelerado la crisis de la Concertación. Si el 20% de votación que obtuvo Marco Enríquez-Ominami –un diputado del PS que terminó renunciando a esta organización para iniciar una carrera presidencial propia- reveló un deterioro de la relación de la Concertación con sus bases sociales, la derrota ante Sebastián Piñera, ha incrementado sus roces internos. Durante estos días, la juventud de la Democracia Cristiana se tomó el principal local partidario, exigiendo la renuncia del presidente de la colectividad, Juan Carlos Latorre. En el Partido Socialista, comienzan a proliferar cada vez más las voces exigiendo la renuncia del actual presidente Camilo Escalona. Un discurso de “renovación” atraviesa al conglomerado, y el ex presidente Ricardo Lagos, ha llamado a “darle la posta” a las nuevas generaciones. Por otra parte, las tensiones entre el PS y la DC –los partidos que han constituido el “eje” de la Concertación- comienzan a incrementarse, producto de recriminaciones mutuas respecto a las responsabilidades de la derrota. Que la Concertación haya sido derrotada y su crisis se acelere, implica que se abre un proceso de reconfiguración de la centroizquierda patronal, cuyo “final” no es posible prever en sus detalles. En este proceso, también se pondrá en juego la política del Partido Comunista –partido obrero con una política y una estrategia de colaboración de clases- que durante los últimos años vino apostando por una “política de alianzas” con la Concertación, hoy en crisis. Y permite pronosticar que los organismos de la clase obrera y el pueblo oprimido, mientras se resuelve la crisis de los partidos, cobrarán más peso en la vida política nacional.

Aun habiendo triunfado y encontrándose la Concertación en crisis, la derecha no cuenta con las suficientes fuerzas para implementar los ataques a la clase obrera y el pueblo pobre de manera directa. Desde el punto de vista electoral, si comparamos la cantidad de votantes de Piñera, en la segunda vuelta del 2006 contra Bachelet -3.236.394 personas-, con la reciente -3.582.800- vemos un incremento de 346.406. votos. Esa cantidad no constituye una ampliación significativa de la base social derechista. Una parte de ese incremento, se explica por un desencanto con la Concertación, que le permitió a la derecha obtener votaciones relativamente importantes en algunos sectores empobrecidos –en quienes caló el discurso de “protección social” derechista, como el bono anunciado para marzo-, aunque en éstos la tónica fue el triunfo de Frei. Pero si observamos el cuadro de conjunto, el grueso de la votación derechista se concentró en las comunas que concentran a las capas medias profesionales y los sectores más ricos de la sociedad. Por otra parte, en las ciudades obreras, como en Antofagasta, la derecha perdió ante Frei. En relación al régimen, aun con el proceso de crisis de la Concertación en pleno desarrollo, la derecha no cuenta con una mayoría tajante en el parlamento, que le permita “ejecutar” sin contrariedad sus políticas. Incluso la prensa derechista reconoce que Piñera “deberá negociar” y llegar a acuerdos. Por ello su discurso fue el de la “unidad nacional” y el de “reeditar” la “política de los acuerdos” que implementó el primer gobierno concertacionista.

Ante los desafíos que abre la asunción de Sebastián Piñera, es necesario fortalecer las organizaciones de la clase obrera. Los trabajadores, durante los últimos años, vienen recomponiendo sus fuerzas, con importantes procesos huelguísticos, de sectores estratégicos como los mineros de Chuquicamata o Escondida, y sectores precarizados como los subcontratados de Codelco y la industria forestal, y con la recuperación de sus métodos históricos, como la toma de los lugares de trabajo. Para responder a las medidas patronales, será necesario extender la sindicalización y fortalecerlas desde la base, constituyendo cuerpos de delegados en cada lugar de trabajo, con derecho a fuero. También es necesario exigir el derecho a negociar colectivamente por rama de trabajo y el derecho efectivo a huelga. La unidad de obreros, estudiantes, mapuche y pobladores, también es necesaria en este escenario. Y por último, impulsar movilizaciones por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, para cuestionar los enclaves autoritarios que por ejemplo, le niegan la posibilidad a los dirigentes sindicales de ocupar cargos parlamentarios; y el conjunto de la obra neoliberal, en la perspectiva de luchar por una solución íntegra y efectiva de estos padecimientos, que para nosotros vendrá de la mano de una República de Trabajadores basada en organismos de autodeterminación de la clase obrera y el pueblo pobre. Ante la crisis de la centroizquierda patronal, y los movimientos que se incrementarán en la política nacional, también es necesario discutir la necesidad de poner en pie una Izquierda Obrera y Socialista. Llamamos a los militantes de izquierda, a los dirigentes sindicales, a los trabajadores, estudiantes, mapuche y pobres, a discutir como ponerla en pie.

21 de enero de 2009

 

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