El 27 de enero de 2010 falleció el historiador y activista estadounidense Howard Zinn. Hijo de una familia obrera de origen judío que llegó a Estados Unidos al estallar la Primera Guerra Mundial en Europa, Howard Zinn nació en Brooklyn (Nueva York) en 1922.
En su juventud, durante la Segunda Guerra Mundial, Zinn se enroló en el ejército norteamericano, experiencia que más tarde marcaría su oposición a la guerra.
A su regreso, Howard Zinn utilizó su beca como veterano de guerra para ingresar a la Universidad de Nueva York donde se graduó como historiador, y más tarde en la Universidad de Columbia donde consiguió su doctorado. Su actividad académica siempre estuvo ligada a investigar y difundir la historia de la clase obrera, los sectores populares y sus luchas en Estados Unidos. Zinn fue un activista por los derechos civiles, militante antiguerra y participó en numerosas huelgas de profesores universitarios y en apoyo a los trabajadores de varias universidades. Su último día de trabajo como profesor universtario, antes de jubilarse, lo pasó en un piquete en solidaridad con una huelga de enfermeras.
En la década de 1960 apoyó activamente a las estudiantes negras de la Universidad Spelamn de Atlanta, institución de la fue despedido por unirse su movilización. También fue un gran opositor a la guerra de Vietnam y participó en el movimiento antiguerra activamente uniéndose a las marchas y actos, siendo uno de los primeros intelectuales de renombre en criticar la política exterior de EE.UU. en Vietnam, oposición que le costó varios arrestos y despidos.
En medio de un mundo académico signado por la apatía, Zinn insistió durante toda su carrera como profesor en alentar a sus estudiantes a participar activamente en las movilizaciones contra la guerra, en defensa de los trabajadores y por los derechos civiles.
Uno de sus trabajos más famosos, La otra historia de los Estados Unidos, planteó una crítica a la herencia esclavista y la historia oficial del imperialismo, que recupera la historia de los pueblos nativos de Norteamérica, las luchas de los esclavos negros, las mujeres, la clase obrera y la lucha por los derechos civiles.
En la última década, también fue parte del movimiento contra la guerra de Irak. Aunque se sumó junto con otros sectores progresistas y de izquierda al apoyo de la campaña de Obama, fue crítico de la política guerrerista del nuevo gobierno demócrata, que continuó y escaló la “guerra contra el terrorismo” iniciada por George W. Bush.
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