En un contexto de crisis económica, que golpea especialmente a los países más débiles de la zona euro, con millones de nuevos desempleados en varios de ellos, Francia presencia una nueva oleada de luchas obreras, que se viene desarrollando desde mediados de enero de este año.
El primero de estos conflictos es el protagonizado por los obreros de Philips, en Dreux, quienes ante el plan de cierre patronal decidieron poner la fábrica a producir para demostrar que la planta podía seguir funcionando y así conservar sus fuentes de trabajo. Luego de diez días de control obrero, lamentablemente la lucha fue desviada por la burocracia, lo que abrió la puerta a una ofensiva patronal de lock out que terminó con el despido de todos los trabajadores. Sin embargo, hoy la lucha continúa afuera de la fábrica. El segundo conflicto es la huelga de 48 horas de 7.000 trabajadores de las cinco refinerías del gigante petrolero francés Total a partir del miércoles 17/02, en apoyo a sus 370 compañeros de la planta en Dunkerque, que han ocupado las oficinas de los directivos en defensa de sus fuentes de trabajo ante la amenaza de cierre.
Para los ministros de economía y jefes de Estado de los países integrantes de la Unión Europea la única “salida” a la crisis es la implementación de reformas draconianas y planes de ajuste con los devastadores efectos en las áreas de salud, educación, pensiones y sector público y subsecuentes recortes como los que han votado para Grecia. Frente a la perspectiva de ajuste de los patrones y sus gobiernos, esta nueva oleada de luchas podría dar cuenta de un nuevo paso en la superación de la subjetividad, paso necesario para presentar una alternativa de los trabajadores frente a la crisis capitalista. Las luchas de los trabajadores franceses muestran que los trabajadores tienen una salida que ofrecer ante el panorama de crisis capitalista. En los próximos números de La Verdad Obrera seguiremos dando cuenta de estos fenómenos.
A continuación queremos reflejar más en detalle la lucha de los docentes del departamento N° 93 y en el barrio de París VIII, que es parte de los fenómenos ya mencionados, con una crónica de Ciro Tappeste, militante de la Tendencia CLAIRE del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) de Francia.
Esta vez parece haber empezado bien y la huelga comienza a extenderse. Aunque los medios de comunicación nacionales se esforzaron por fomentar la confusión sobre el movimiento de huelga del departamento N° 93, mientras exageran cotidianamente los episodios de violencia, en los que los alumnos y el personal son las primeras víctimas, el movimiento del 93 parece ir más allá de lo que dicen los periodistas. Un tercio de los establecimientos de Seine-Saint-Denis está afectado por la huelga.
Sin embargo, nada parecía anunciar semejante movilización. A pesar de la eliminación de puestos de trabajo anunciados, el regreso a clase había sido particularmente sombrío. Los sindicatos docentes, consintiendo como de costumbre en llamar a una tradicional jornada de acción a principios de año este otoño, han esperado hasta el 24 de noviembre antes de llamar a una huelga de 24 horas. Han transcurrido dos meses entre esa fecha y la nueva jornada de movilización del 21 de enero llamada por los sindicatos de la Función Pública, precediendo la manifestación nacional de los docentes del sábado 30/01 de la FSU.
Estas jornadas tuvieron un éxito muy relativo por diferentes razones. Es innegable que, sobre los empleados estatales en general y los docentes en particular, ha influido el peso del reflujo luego del resultado del ciclo de luchas que hemos visto en la primavera de 2009.
Además, en algunos trabajadores del sector público más activos o más militantes, la idea de que la participación en jornadas de acción sin continuidad no tiene otro sentido que el de dejarse engañar por las direcciones sindicales, paradójicamente, ha contribuido a frenar la movilización.
No son motivos de descontento los que faltan, sin embargo, para que los docentes hagan sentir su bronca. Basta pensar en los 16.000 puestos eliminados para el próximo inicio escolar (80.000 en cinco años), en las reformas de la educación, en la reforma Chatel del liceo, en la anunciada supresión de las guarderías, en la creciente precarización del personal mientras que los salarios están estancados, en la ley sobre la movilidad de los empleados; tantos ataques que vuelven aún más difíciles las condiciones de trabajo y anuncian un fortalecimiento del carácter ya profundamente desigual de la educación propuesta a los jóvenes.
Bastó la determinación de algunos establecimientos intentando dar una continuidad a la huelga del 21 para que el conjunto de la Seine-Saint-Denis entre en lucha. Finalmente, luego del llamado realizado el 1° de febrero por la Cité scolaire Henri Wallon d’Aubervilliers, un cierto número de establecimientos en las comunas limítrofes ha comenzado a construir el movimiento, algunos de ellos venían ya de una experiencia embrionaria de coordinación y de Asamblea General de ciudad: Saint-Denis, Pantin, Épinay, etc.
El 4 de febrero 150 docentes que venían de 11 establecimientos en huelga manifestaban en Aubervilliers. Algunos días más tarde, eran 800 en las calles de Saint-Denis, antes de una Asamblea General de 250 personas que representan 53 establecimientos en lucha. El 11 de febrero fueron más de 1.500 los que se dieron cita en París para una nueva jornada de huelga seguida de una nutrida asamblea general en la Bolsa de Trabajo de la capital, en donde estaban representados 75 establecimientos movilizados, de los cuales 63 estaban en huelga parcial o total. Un llamado a la huelga, apoyado ahora por los sindicatos a nivel académico, fue lanzado para el 16 y el 18 de febrero.
La rápida extensión de la huelga no se debe sólo a la estructuración de la AG de ciudad ínter-establecimientos o a la implementación “de equipos móviles de huelguistas” que, retomando la idea de las huelgas “itinerantes”, recorren los establecimientos de un mismo sector para explicar las razones del movimiento a sus colegas y ayudarlos a entrar en huelga. La razón de esta aceleración del movimiento también se debe a la relación existente entre los militantes y los sindicalistas más activos del departamento y los jóvenes colegas que, algunos de ellos, hacen por primera vez una huelga, y son conscientes de la necesidad de luchar por un servicio público de educación de calidad pero se encuentran confrontados a condiciones de trabajo y de enseñanza extremadamente difíciles. Esta mezcla es la que explica la tasa de adhesión a la huelga de más del 60% en algunos colegios y liceos, incluso allí donde no hay presencia militante estructurada. Otros establecimientos están incluso totalmente paralizados a semejanza del colegio Jean Vigo d’Épinay, en huelga al 95% el 9/2 y cuyos docentes votaron la ocupación para el lunes 15/2.
Pero más allá de las especificidades del 93, un departamento en el que los habitantes de los barrios populares, y en consecuencia los jóvenes, enfrentan todos los problemas a los que se encuentran confrontados los trabajadores en Francia (empleo, precariedad, vivienda, represión policial), el alcance del movimiento supera y de lejos las fronteras del departamento. Es en ese sentido, por otra parte, que otros establecimientos de la academia de Créteil también entraron en lucha, como algunas escuelas, colegios y liceos de la academia de París o de Versalles que participarán en las huelgas del martes y jueves próximo.
También en ese sentido se plantea la cuestión de la orientación de las direcciones sindicales de la Educación a nivel nacional. Los principales sindicatos docentes de la academia de Créteil (SNES, Sud y CGT) han comenzado a apoyar realmente el movimiento el 9/2, ocho días después del inicio del movimiento de huelga. La SNUIPP, cuyo peso es central en la primaria, llama desde entonces a unir los establecimientos movilizados el 18/2. No es menos cierto que es la Asamblea General de los huelguistas de los establecimientos en lucha quien debe plantear claramente la cuestión de la orientación de los sindicatos a nivel nacional. Efectivamente, la zona île-de-France entra de vacaciones a partir del fin de semana, la única solución para que el movimiento se fortalezca sería que se extienda progresivamente a las demás academiasque regresan de las vacaciones de febrero para preparar un movimiento nacional duro, continuo y determinado, a partir de marzo. No sólo se trata de una perspectiva deseable si se quiere ganar contra el gobierno, sino también de una necesidad. Todo debería hacerse a partir de hoy con el fin de debilitar a Sarkozy cuando este último ha anunciado querer dedicarse al tema de las jubilaciones a partir de la primavera, mientras que las confederaciones sindicales se reunirán el 15/02 en l’Élysée para recibir su hoja de ruta. Si los docentes logran hacer retroceder a Chatel y Sarkozy, será un triunfo tanto de esta lucha, como para los trabajadores del sector público y privado, que estaremos junto a la juventud en defensa de nuestras conquistas.
En el movimiento de la educación donde los docentes de extrema izquierda a veces juegan un rol dirigente y donde hay numerosos camaradas, la extrema izquierda, empezando por nuestro partido, debería defender de manera coordinada una perspectiva de construcción de la huelga por la base, de fortalecimiento de la Asamblea General en todos los niveles y de clara interpelación de las direcciones sindicales. En ningún caso hay que suscitar ilusiones en los trabajadores respecto de las actuales direcciones sindicales. La única manera de no hacerles el juego y de evitar que no traten de utilizar el proceso actual, atribuyéndose la paternidad del movimiento tratando de desmovilizar con jornadas de acción espaciadas a partir de marzo (este es el sentido de la reunión de una primera intersindical nacional el 10), pasa por la defensa de una línea muy clara con respecto a los sindicatos.
No hay tiempo que perder, es necesario estructurar la Asamblea General de huelguistas de île-de-France sobre la base de la movilización de los establecimientos y de las asambleas generales de ciudad permitiéndoles definir una plataforma reivindicativa que supere ampliamente la ambigüedad sindical sobre muchos puntos (supresión de puestos, precariedad, formación). Este es el medio para hacer del movimiento docente actual un punto de apoyo en lo que debería ser la prueba de fuerzas con el gobierno durante las próximas semanas, poniendo en evidencia la inconsecuencia o la complicidad de los burócratas sindicales nacionales. El Este parisino, que últimamente ha visto la lucha de los trabajadores de Pier-Import y vive actualmente la lucha de los empleados de Ikea, donde uno de los polos más combativos se sitúa precisamente en el departamento N° 93, podría jugar un rol catalizador en esta situación. Es por esto por lo que tenemos que militar. 14/02/2010
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