Otra vez los exabruptos
Ya es sabido que, de diversas maneras, el nuevo presidente uruguayo y ex guerrillero Tupataro, está empeñado en que los militares genocidas de la última dictadura no estén presos ni sean juzgados. Quiere que la sociedad uruguaya se olvide, se desmemorie y se reconcilie con aquellas fuerzas armadas que impusieron a sangre y fuego un modelo económico, al servicio del imperialismo, las mismas fuerzas armadas que hoy se aprontan para reprimir cualquier manifestación popular que se resista a pagar los costos de la crisis que se desarrolla a nivel internacional.
José “Pepe” Mujica busca asentarse como un gobernante capaz de ejercer “autoridad” ante las presiones de sectores burgueses y sobre todo frente a las presiones populares, y para eso quiere ganarse el “respeto” de los grupos de poder: las FF.AA., la Iglesia, las representaciones empresariales, etc., así como ganar base en la opinión pública de clase media, que cede a las campañas reaccionarias de “mayor seguridad”.
Por eso, ha propuesto que los adictos (o consumidores, ya que él no parece hacer diferencia ni le preocupa mucho saber cuál es) deban ser sometidos, contra su voluntad, a una especie de instrucción militar de la que no ha dado muchos datos, pero que en todo caso implica apartarlos de la sociedad, como se hacía antes con la peste. Esta es una política completamente reaccionaria. Con la dureza que no tiene para los crímenes de los torturadores, el “Pepe” intenta “solucionar” el problema de los consumidores y adictos a la pasta base, con represión y mano dura, avasallando los mínimos derechos humanos.
El mismo señor que se siente Juez para liberar a los torturadores (por “viejitos inofensivos”), se cree también médico o psicólogo para definir y decidir tratamientos terapéuticos para los consumos problemáticos de drogas.
No hay ninguna evidencia científica que demuestre que este “tratamiento” dé algún resultado y así lo han reconocido los propios encargados de la política para las drogas del anterior gobierno frenteamplista, que implementaron propuestas desde una perspectiva de reducción de riesgos y daños.
Por otro lado, al pensar que mandándolos a la “colimba” [1] estos jóvenes pueden recuperarse, se da por asimilado el famoso dicho “la letra con sangre entra”, asumiendo como posible forma de re-educación la disciplina autoritaria, tristemente conocida en los regimientos y batallones, acompañada por el maltrato a los subordinados, a la prepotencia de la autoridad y a la represión y discriminación abierta y sostenida. Estas declaraciones muestran la soberbia de quien se cree que se las sabe todas. Nos preguntamos: ¿también irá a militarizar a quienes pidan trabajo digno o mejores salarios?
Además su visión simplifica problemas como las patologías asociadas al consumo de algunas drogas, evitando ver que son también en gran parte consecuencias del capitalismo, y que sólo siguen existiendo por la complicidad policial y gubernamental que les garantiza a los proveedores, de estas sustancias, ingresos altísimos e impunidad.
Nadie que viva en America Latina desconoce que el paco y la pasta base son drogas creadas principalmente para el consumo de los pobres, basta ver quiénes son los más afectados, quiénes son mayoritariamente los que sufren sus daños.
Es imposible no ver que es una problemática social asociada también a la maximización de la ganancia propia de este sistema capitalista (es droga “estirada” a más no poder y mezclada con cualquier porquería).
El comercio y distribución de esta “maldita” droga habla también de negocios de inversores y capitalistas que forman parte de este sistema económico, al que Mujica nos quiere condenar, diciendo que no hay alternativa y del que se ha convertido en su ferviente defensor. Sólo que es la cara “oscura”, “ilegal” y clandestina del capitalismo pero, a la vez es, parte inseparable e intrínseca a él.
Párrafo aparte merece las nuevas disposiciones del flamante, ministro del interior, Eduardo Bonomi, que facultó a la policía a volcar más presencia en las calles y detener a todo aquel que sea “sospechoso”, práctica que no será otra cosa que criminalizar la pobreza y la marginación, con la posibilidad de acusar de “presunción de actividad predelictiva”, cuestión totalmente incomprobable, máxime cuando el testigo es el mismo policía.
Casi en la misma línea de atacar a los pobres y no la pobreza, su antecesor el también frenteamplista, Tabaré Vasquez, vetó la ley que permitía el aborto legal y gratuito (que ya contaba con sanción parlamentaria), aún sabiendo que así condenaba a prácticas abortivas con riesgo de muerte a las mujeres pobres, que son las únicas que no pueden acceder a los abortos seguros, pero inaccesibles por sus costos. Menos mal que son gobiernos progresistas, supuestamente populares y con “sensibilidad” por lo social y la pobreza.
Mujica se pone así a la altura de cualquier derechista que, sin empacho, pide mano dura y más seguridad para enfrentar los problemas sociales. Y lo hace muy suelto de cuerpo, cansado de esos “abogados que sólo piensan en los Derechos”.
Y acá viene otra grave amenaza: el desprecio que está mostrando por los derechos democráticos, al afirmar en una entrevista que “El problema es que hoy te tiran una parafernalia de derechos, que no sabés lo que es; me rindo. ¡Hay una producción abogadil en este país, brutal!”, ridiculizándolos como si simplemente fueran obstáculos para sus opiniones y proyectos, y que se pueden borrar, de un plumazo, y por su simple capricho.
Es llamativo y peligroso, a la vez, para un gobierno que descalifica sistemáticamente los reclamos de los trabajadores (a los empleados públicos los trata de privilegiados y acomodados que no quieren trabajar), pero no deja de hacerle todos los mandados al imperialismo y la burguesía, no deja de garantizar cuantiosas ganancias a los agroexportadores, a la banca financiera y sigue haciendo acuerdos económicos y comerciales, con países como Israel, donde la tortura y la pena de muerte son legales, y actualmente, se encuentran en una ofensiva sobre terrenos árabes ocupados por palestinos.
Con una política independiente, enfrentemos esta ofensiva reaccionaria
Los trabajadores, los luchadores populares, los jóvenes deben sacar las conclusiones de estas posiciones que atacan los derechos democráticos y muestran la verdadera cara de Mujica y el FA.
Sabemos, que muchos trabajadores y trabajadoras mantienen ilusiones en que Mujica sea más sensible a la realidad social y a los problemas de los más pobres. Nosotros no tenemos ninguna confianza en que Mujica y el FA, atados a las estructuras de poder capitalistas, puedan resolver estos problemas. Las demandas obreras y populares sólo se podrán imponer con la movilización. Sin embargo, quienes luchamos por un Partido Revolucionario que levante una salida de fondo, obrera y socialista, estamos dispuestos a acompañar la exigencia que se le haga al gobierno del FA.
Proponemos a los organismos de DD.HH., a los sindicatos, a las organizaciones juveniles y vecinales, iniciar una amplia campaña nacional contra la criminalización de la pobreza, por el pleno respeto de las libertades democráticas, por encarcelar a los milicos y por acabar con la impunidad. Ninguna reconciliación.
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