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Un desastre ecológico
por : Carlos Brown

21 May 2010 | La gran prensa silenció los hechos los primeros diez días. Ya cuando el derrame se transformó en la peor crisis ecológica de la historia, empezó a salir a la luz la barbaridad que cometieron los empresarios capitalistas y el régimen político de Estados Unidos.

La gran prensa silenció los hechos los primeros diez días. Ya cuando el derrame se transformó en la peor crisis ecológica de la historia, empezó a salir a la luz la barbaridad que cometieron los empresarios capitalistas y el régimen político de Estados Unidos.

Según cuenta el diario liberal demócrata Los Angeles Times, la empresa imperialista British Petroleum consignó la construcción del pozo a la norteamericana y tristemente célebre Halliburton. Su CEO (gerente general), el mismo empresario y funcionario del gobierno de Bush, Dick Cheney en persona fue quien firmó el informe ante el Senado sobre las garantías ecológicas del proyecto de perforación en el Golfo de México (a unos 1.500 metros de profundidad), práctica considerada "peligrosa" y rigurosamente prohibida en casi todo el mundo, incluyendo EE.UU., donde hubo que promulgar una reforma de ley desde el senado. Un verdadero lobby político, un gran negociado para favorecer a capitalistas.

Parece una broma de mal gusto. Halliburton es la empresa que un día antes de los bombardeos en Irak fue consignada por el gobierno de Bush pare reconstruir Irak. Además son los dueños de la licencia de Tamiflu, sospechados de promover la crisis de gripe A para vender su licencia en todo el mundo, como a Argentina, que compró 4 millones de dosis. El colmo del cinismo lo dio el patético Wall Street Journal; a 20 días de la tragedia, el diario financiero, referente de la bolsa de Nueva York, apuntaba el crecimiento de las ventas de barreras de plástico para defender la costa de Louisiana. Estos empresarios hacen “grandes negocios” vendiendo cajones funerarios en medio de la guerra. ¡Un negocio asegurado!

Aún es imposible prever las consecuencias que traerá este desastre, más destructivo que Chernobyl. Parece de una película de Hollywood donde la moda es profetizar el "fin del mundo".

El derrame de aceite está fuera de control. Se derraman por día 5 millones de litros de crudo. Ya han pasado veintiocho días desde que empezó y aún no saben cómo frenarlo. No está por demás decir que el conjunto de la clase obrera y el pueblo pobre de la región serán los principales afectados por este desastre, como fue en las inundaciones de New Orleans.

El gobierno de Obama está paralizado. La propia complicidad de los demócratas en generar las “buenas condiciones para los negocios de BP y Halliburton” los hizo primero querer callar el asunto en la prensa y ahora no hacer nada para ir “hasta el fondo del asunto” en el tema. Es necesaria una acción decidida para frenar el derrame y evitar las consecuencias. Sin embargo el gobierno está esperando “y rezando” para que el pozo se agote. La empresa tampoco colabora, diciendo que por la crisis no tiene fondos para investigar cómo tapar el derrame. Todos los intentos fracasaron. Ya no saben qué hacer.

Parece increíble pero están dejando correr la destrucción de un océano completo a manos de los capitalistas. El Golfo de México y el 40% de las reservas de agua dulce de Estados Unidos están en peligro.

Esta crisis ambiental, a medida que pasan las horas y los días sin solución, se va transformando en una gran crisis política para el gobierno de Obama. Junto a la crisis económica, que tiene al país en recesión, donde los que peor la pasan son los trabajadores, de los cuales han perdido el empleo más de treinta millones si contamos a los inmigrantes ilegales, que son parte fundamental de la estructura laboral yanqui y que están luchando en la calle contra las deportaciones racistas. El gobierno de Obama no cumplió ninguna de sus promesas. Los trabajadores y el pueblo de Estados Unidos tienen que salir a la calle a enfrentar la crisis capitalista.

 

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