WEB   |   FACEBOOK   |   TVPTS

 
El gobierno de la burguesía se apresta a golpear, las direcciones sindicales a negociar
por : Mark Turm

17 Jun 2010 | Mientras algunos sectores de la burguesía estan dispuestos ya hoy a empezar con ataques decididos contra los asalariados otro sector prefiere golpear apoyándose para esto en los sindicatos y en la socialdemocracia.

El resultado de las elecciones pasadas, los roces en la coalición de gobierno, la caída del SPD, la consolidación del LINKE, expresan cambios profundos en la arquitectura del régimen. El régimen de posguerra está en un período de transición producto de las necesidades objetivas del capital de dejar atrás definitivamente el “Estado de bienestar”, más aún en el marco de la crisis económica actual, además del cambio de la situación geopolítica de Alemania en Europa después de la “reunificación” y del consiguiente cambio en la situación geopolítica de Alemania en Europa en la fase de restauración capitalista. La contrarreforma social por su envergadura como por las traumáticas consecuencias que implica en términos sociales ha llevado a una creciente falta de consenso para con las medidas de la burguesía y el andamiaje institucional. Los pilares institucionales del régimen se ven expuestos a un creciente desgaste por la gestión e implementación de los intereses patronales que se ha traducido a nivel superestructural en el surgimiento de nuevas mediaciones como DIE LINKE [1], que dificultan la cración de coaliciones de gobierno estables, la crisis histórica del SPD y la reducción de los márgenes de maniobra de los grandes aparatos sindicales, por un lado, y en términos de movilización al surgimiento de una oposición a la aplicación de planes de reestructuración de carreras y estudio por el estudiantado y, más puntualmente, pero no menos importante, a luchas obreras aisladas como la huelga salvaje de dos días en Mercedes Sindelfingen que han tendido a la superación del marco legal, y que es síntoma de un proceso de cuestionamiento inicial de la política de la burocracia sindical entre sectores del movimiento obrero que se enmarca aún en un cuadro general de baja subjetividad y combatividad obrera y social.

La situación reaccionaria abierta con los ataques propatronales del SPD y los Verdes (Agenda2010 y Hartz4) continúa, sin embargo, invariable debido a la falta de respuesta contundente y coordinada de la clase obrera. La ausencia de ésta es producto de su regimentación a la política de conciliación de intereses (antagónicos) por parte de burocracia sindical y que para el proletariado se traduce en deorientación y falta de confianza en las propias fuerzas. Ante la crisis capitalista la burocracia sindical, por su parte, viene dando saltos en su colaboración con la burguesía.

Las necesidades objetivas del capital alemán ante la crisis mundial

El salto de la crisis europea de la que Alemania con su dura política es uno de los grandes aguizadores de la misma [2], el estancamiento económico interno, la exacerbada competencia en el mercado mundial, del cual Alemania es altamente dependiente y de la cual saca enorme provecho y que se expresa en un abultado superávit comercial - dos de los cinco euros que se ganan en Alemania provienen de las exportaciones, en especial a sus socios europeos - junto a un muy bajo consumo interno, una red social anacrónica para los intereses burgueses hacen necesarias, redefinir su relación con el proletariado y sus organizaciones naturales, los sindicatos (ver artículo al final “Objetivo estratégico de la burguesía hoy: Redefinir las relaciones capital trabajo”).

Asestarle duros golpes a la clase obrera alemana es la úniva vía para imperialismo alemán en su intención de jugar un papel cada vez más determinante en la arena internacional. De hecho, la clave de la recuperación económica alemana antes de estallar la crisis, residía sobre todo en la «gran presión que ha hecho [la patronal alemana] sobre los costos de mano de obra» como decía hace algunas semanas la Ministro de Hacienda francesa Christine Lagarde, o desde el marxismo el profesor Costas Lapavitsas, del Research on Money and Finance (RMF), que en el mismo sentido afirmaba que Alemania había sido capaz de aumentar su competitividad dentro de la zona euro «por la única razón de que ha sido capaz de apretar a sus trabajadores más duramente» [3]. Según datos del Statistische Bundesamt en la industria transformadora y a pesar de la relativa recuperación económica después de la crisis han sido eliminados 242.500 puestos de trabajo, esto es un 4,7 % menos que un año atrás. Según datos del DIHK en el sector metalúrgico la plantilla ha sido reducida en un 8,4% en un año. En el sector automotriz y de construcción de máquinas la plantilla ha sido reducida en un 5% y 5,7% respectivamente. Según los datos del Jahreswirtschaftsbericht del Gobierno Federal se estima un crecimiento de alrededor de un 8,2% de las ganancias empresariales y de las fortunas mientras que se prevé una baja en los salarios de un 0,2% mientras que para este año se estima la pérdida de 200.000 puestos de trabajo más.

Hoy, según la consultora (Unternehmensberatung) McKinsey, Alemania necesita de un crecimiento de alrededor del 3% anual, es decir casi el doble del promedio actual, para mantener su competitividad en los mercados extranjeros, duramente golpeados por la crisis e incapaces de absorver la masa de mercancías alemanas. El estancamiento económico plantea una vez más la necesidad de reformar el mercado laboral, reducir el “Estado de bienestar” a un mínimo indispensable que sirva como colchón ante el descontento social creando las premisas fundamentales para relanzar una política más agresiva en la disputa por mayores cuotas de participación en el mercado mundial ante el desgaste de la hegemonía norteamericana que reactualiza la lucha interimperialista incluso en el seno de la Unión Europea [4]. Y es que Alemania, acorde a su peso económico persigue intereses geoeconómicos bien definidos que influencian tanto su política interna como la relación con sus vecinos. Las tensiones con Francia por el superávit comercial alemán, las desaveniencias con el resto de los países europeos por la estrategia para afrontar el reto griego demuestra que Berlín ha dejado definitivamente atrás la política contemporizadora de los años de la Guerra Fría. [5]. En otras palabras, Alemania ha dejado de ser el actor medio de antaño pasando a ser uno global, por ahora en los marcos de la UE, con ambiciones a nivel mundial y con intereses geoestratégicos sobre todo en Europa del Este, en Oriente Próximo y Medio pero también en África y Asia.

Estas pretensiones globales y la mayor exposición de los capitales alemanes explican también los motivos del interés de la clase dirigente alemana de salvar a como de lugar a Grecia. Y es que, con unos 43 mil millones de dólares, Alemania es el tercer mayor acreedor de Grecia después de Francia y Suiza. De caer Grecia seguiría España, Portugal, Irlanda. para Alemania este escenario representaría una catástrofe pues si estos países no pudieran pagar sus deudas Alemania tendría que dar por perdidos más de medio billón de dólares. Por otra parte, las burguesías alemana y francesa pretenden dar un salto en la regimentación griega a sus dictados. De lograr imponerle a las masas griegas el plan de ajuste las burguesías europeas, con la alemana y la francesa a la cabeza, facilitaría el ataque a sus propios proletariados. Si los trabajadores y masas griegas lograran impedir la aplicación del plan de ajuste, las burguesías del resto del continente tendrían grandes dificultades pues las masas seguirían el ejemplo griego.

Esta constelación es la que explica el hecho de que la crisis griega haya entrado en la campaña electoral deun land alemán. Demuestra por una parte que las burguesías se unen ante el enemigo común, el proletariado, por otra que es necesario dividir a la clase obrera entre nativa y extranjera para garantizar que la crisis la paguen los explotados. La criminalización de la población griega demuestra una vez más la falacia e hipocresía de la burguesía, sus representantes y sus medios.

A esta profunda crisis político ecoonómica se suma la de la del sector exportador que en 2009 tuvo que afrontar su más duro golpe desde la fundación de la República Federal: El volumen de ventas al extranjero se redujo en un 18,4 % a 803,2 mil millones de euros. Según estimaciones la cifra de negocios de antes de la crisis no será alcanzada antes de 2012. Esta brutal caída de la tasa de ganancia de los capitalistas ha de ser contrarrestada por un ataque al trabajo. Ante la perspectiva de una exacerbada competencia y reducción de mercados por la inmensa masa de productos que desbordan el mercado, los efectos de la crisis griega para el Estado alemán, la economía alemana y su importante sector exportador deberán bajar los costos de producción, como de hecho lo viene haciendo, en forma radical para afirmarse permanentemente ante sus competidores. Desde el angulo del capital alemán, a pesar de los grandes avances que ha hecho la burguesía en los últimos años en sus ataques al trabajo, los costos de producción de alrededor 30,90 euros por hora siguen siendo demasiado elevados. Es por esto que la patronal llama al orden en las filas gubernamentales. La patronal necesita de un gobierno fuerte y cohesionado para hacer afrontar el reto de partirle la espalda al proletariado. Es necesario superar la “desorientación que impera desde las elecciones” (BDI-Präsident Keitel) [6].

Tensiones en el campo burgués ante la crisis

Los efectos de la crisis económica mundial dividieron en un primer momento a las diversas fracciones de la burguesía alemana y a sus representantes. Al verse las primeras consecuencias de la crisis financiera las diversas fracciones del capital se peleaban por las ayudas estatales. El Estado capitalista estuvo dispuesto a apoyar al sector bancario, pero no en igual medida al automotriz, como en el caso de Opel, que generó tensiones entre el gobierno norteamericano y el alemán (debido a que Opel es de capitales norteamericanos) o Schaeffler, o comercio como en los casos emblemáticos de Quelle y menos aun a las pymes en general. Estas pugnas por cómo se administra la renta nacional llevó a una disputa - exeptuando claro está la exigencia que la crisis la paguen los trabajadores - entre sectores patronales de cómo hacer descargar sobre los trabajadores los efectos de la crisis económica, con qué ritmos, en qué tiempos, con qué métodos, lo que se expresa en términos de falta de perspectiva política, de divisiones, de luchas internas, en fin de amenaza de parálisis política.

Mientras la CDU (Unión Demócrata Cristiana), consciente de una relación de fuerzas favorable para el capital pero también del profundo malestar y preocupación entre amplios sectores de la población prefería evitar tensionar las cuerdas, el FDP (Liberales) defiendía, en sintonía con su base social - sectores de clase media acomodados - un proyecto de típico corte neoliberal, aunque claro está con intervención estatal para salvar a los grandes empresarios y bancos, pretendiendo que el proletariado y los sectores oprimidos sean los que carguen con los costos de la crisis. Sin embargo su retórica populista y reaccionaria al no tener en cuenta los ánimos entre los explotados en su momento no fue bien recibida por la patronal pues más allá de que su discurso corresponda a los intereses burgueses polarizaba a destiempo. El discurso del FDP se corresponde con los intereses de la clase dirigente pero ante la gravedad de la crisis sus soluciones como la rebaja impositiva son veneno para la consolidación del presupuesto nacional.

Y sin emabrgo, el gobierno de Merkel está llamado a profundizar la obra de Schröder con su Agenda2010 y leyes Hartz, es decir, aplicar la agenda patronal, cuyos ejes fundamentales implican hoy en día acabar con grandes conquistas obreras como la protección contra el despido, la flexibilización del mercado laboral, así como implementar una contrarreforma sanitaria y presupuestaria que enfríe, por ahora, la carga patronal, con el objetivo de liberar a la burguesía de los gastos del “Estado de bienestar”, reduciéndolos a un mínimo indispensable que sirva como amortiguador social.

Después del claro giro a la derecha del SPD la CDU intentó ocupar el vacío dejado por éste por emdio de la asunción de un discurso de tenor socialdemocratizante. Por esto es que la coalición dirigida por Merkel decidió aplazar el anuncio de recortes para después de las elecciones en Renania del Norte Westafalia. Y sin embargo, la ecuación no les resultó. El resultado electoral empeoró la situación de la coalición de gobierno. El auge del FDP ha pasado por ahora a la historia y no pasa día en el cual los liberales no se despedacen verbalmente. Los síntomas de crisis en la CDU se han reforzado como lo demuestra inequívocamente la dimisión del presidente del Gobierno de Hesse. Pero esto no es todo, incluso el Presidente de la República Federal ha renunciaado y en la pugna interna por determinar a su sucesor Merkel no logró imponer a su candidata preferida, Von der Leyen, lo que debilita aún más su posición.

Ahora la CDU se encuentra ante el dilema de deber implementar duras medidas contra los asalariados sin contar, sin embargo, con la estabilidad necesaria para ello en la coalición de gobierno. Peor aún, la coalición de gobierno no cuenta hoy con una mayoría en el Bundesrat (Cámara alta) para no hablar de una basis social amplia. Y sin embargo, ha llegado el momento de pasar a una política de ataques en gran escala que deje atrás el período de ataques selectivos. Los capitalistas quieren por fin un gobierno capaz de actuar, quieren “empeño en las reformas” en vez de “estancamiento”. Y es que a pesar del acuerdo estratégico de que la crisis la paguen los trabajadores, las tensiones en la coalición de gobierno entre CSU y FDP en materia de política sanitaria e impositiva minan la capacidad de gestión del gobierno, las pugnas hacen aparcer al gobierno como un “gobierno reñido sin remedio” (Hundt, 16.03.10) [7]] y que expresan no la vanidad de algunos pocos sino que, por un lado, la creciente dificultad de la burguesía de aplicar sus medidas en forma consensuada y, por otro, reflejan las tensiones entre distintos sectores burgueses sobre la profundidad, los tiempos y los ritmos de los ataques al proletariado.

Mientras algunos sectores de la burguesía estan dispuestos ya hoy a empezar con ataques decididos contra los asalariados otro sector prefiere golpear apoyándose para esto en los sindicatos y en la socialdemocracia. Hay signos de que éste será el rumbo que se impondrá: la preferencia expresada abiertamente por importantes representantes patronales por un gobierno dirigido por el SPD en Renania del Norte Westfalia, para que en ante los profundos recortes sociales que se aprestan puedan aportar tanto la socialdemocracia y las direcciones sindicales. Otro ejemplo es el rápido acuerdo con respecto a la unidad tarifaria entre las patronales y el DGB.

Hay que aprovechar las tensiones en el campo burgués

La carencia de una visión de conjunto de cómo articular los ataques a la clase obrera y la consiguiente falta de homogeneidad en el gobierno potencian las fricciones, minan su capacidad de gestión aumentando la posibilidad de crisis políticas que de desarrollarse lleven a divisiones entre las diversas fracciones de la burguesía y que alienten incluso el surgimiento de una respuesta obrera. La estabilidad del gobierno actual es sobre todo expresión de la pasividad y desorientación en la que se encuentran sumidos los trabajadores y oprimidos.

Los ataques al proletariado orquestados por la Agenda2010 implicaron un retroceso considerable del proletariado, llevando a la impotencia de amplios sectores debilitando aún más su conciencia de clase. La patronal logró extender la diferenciación del mercado laboral, esto es logró avanzar en la precarización laboral, sobre todo en el sector servicios pero también en sectores claves de la economía alemana como el automotriz, manteniendo algunas importantes conquistas obreras para algunos sectores del proletariado. Se trató de golpes importantes que, sin embargo, no alteraron decisivamente la relación de fuerzas existente pues no se trató de una derrota profunda y generalizada de la clase obrera, si no más bien de una serie de derrotas parciales. El resultado fue una regimentación mayor de la clase obrera por el miedo a la precarización y el terror a caer en la desocupación, con la consiguiente miseria que representa vivir de los planes asistenciales de Hartz 4. Esta seguidilla de derrotas parciales fue, el resultado de las repetidas traiciones de la burocracia sindical. A pesar de todo el proletariado no ha sufrido una derrota que hayan alterado cualitativa y duraderamente la relación de fuerzas a favor de la burguesía, si bien ha avanzado bastante. Es más, en sectores claves para la economía capitalista han demostrado, como fue la lucha de los ferroviarios, que es posible imponerle grandes concesiones a la patronal.

Las burocracias sindicales preparan las próximas derrotas

La burocracia sindical por su parte, ante la disyuntiva de defender el empleo y satisfacer las exigencias patronales ha optado por dar saltos en su colaboración con la burguesía. Con esto no hacen más que acelerar las tendencias centrífugas alimentando la desafiliación, hoy en día un tercio menor que en los años 90. Y es que, por poner un ejemplo, un trabajador subcontratado tiene muchas razones para volverle la espalda a los sindicatos con su actual dirigencia. Los burócratas sindicales prefieren estrechar los lazos con las patronales pues ellos aceptan abiertamente el horizonte capitalista como el único viable (en realidad siempre lo han hecho pero ahora debido a la crisis económica es más evidente), lo que por ende hace “inevitable” la necesidad de contrarreformas y de colaboración de clases con la burguesía. Repiten incesantemente el mantra de la necesidad de afianzar el consumo interno, de salvar la Plaza Alemania de la vil concurrencia extranjera -apelando a los resentimientos xenófobos de una parte de la población- de los planes coyunturales (Konjunkturprogramme) en educación, medio ambiente, infraestructura pública etc. sin decir, claro está, quién en última instancia es el que debe cargar con el peso económico de estas medidas. Una vez mas se demuestra, que como planteaba Trotzki en 1938, los sindicatos “[…] En tanto que organizaciones de las capas superiores del proletariado, los sindicatos, como lo atestigua toda la experiencia histórica [...] desenvuelven poderosas tendencias a la conciliación con el régimen democrático burgués…”(L.Trotzki: EL Programa de Transición, 1938).

Como demuestra una vez más el ejemplo de las negociaciones de OPEL, la burocracia sindical está dispuesta a sacrificar puestos de trabajo incluso a sacrificar los aguinaldos navideños y el suplemento de vacaciones de los obreros y obreras por 750 millones de euros para mantener la producción en Alemania. El burócrata sindical comprende la necesidad de desiciones dolorosas (para los trabajadores) pues la lógica de alianza con la burguesía implica actuar en forma “social” y “constructiva”. Esto es, la burocracia está dispuesta a implementar los planes de saneamiento patronal, convirtiéndose en el garante de los intereses patronales, sean estos nacionales o, incluso, extranjeros.

De este modo la burocracia sindical representa hoy en día el mejor garante de contención del movimiento obrero, frenando las luchas donde se desarrollan, descomprimiéndolas donde se tieden a desarrollar y traicionándolas cuando tienden a radicalizarse. Al mismo tiempo, la patronal y el gobierno integran a la burocracia sindical en las grandes empresas y el sector estatal para reforzar su rol de freno del movimiento obrero. Esta operación de freno e integración mayor al Estado burgués implica el peligro de acelerar su desprestigio entre las masas y su capacidad de gestión ante la burguesía que pretende convertirlos en meros interlocutores de la patronal, sin fuerza real para imponer tal o cual exigencia. Por esto es que la burocracia sindical apoya por ejemplo el proyecto de la Corte Federal de Trabajo de abandonar la unidad tarifaria permitiendo en la práctica la aplicación de distintos acuerdos tarifarios en una misma empresa (JungeWelt, 31.03.2010).

Preparemos las luchas defensivas!

Los incesantes ataques del capital al trabajo han generado un creciente descontento entre amplios sectores de la población, sobre todo entre los mas golpeados por las contrarreformas, como los desocupados, los precarizados, la juventud inmigrante. Esta situación dio lugar a un proceso de acumulación de experiencias de lucha, de las Marchas de los Lunes al bloqueo de la marcha nazi en Dreden, de la gran huelga ferroviaria a las huelgas de carácter salvaje en Mahle o Sindelfingen, de las masivas huelgas de aviso en el sector servicios al surgimiento de bloques combativos en las marchas del DGB. Este proceso también se expresa en el rechazo electoral y la crisis de los pilares fundamentales del régimen de posguerra, el SPD y el CDU así como de las instituciones políticas en general (Iglesia, sistema educacional, sindicatos). Junto a las modificaciones en la arquitectura del régimen, esta dinámica da cuenta de grietas importantes que indican una clara tendencia a izquierda de las masas alemanas y que ha redundado en el surgimiento y consolidación electoral del LINKE, en el resurgimiento de Marx en las universidades y en los debates públicos, en el rechazo de la mayoría de la población a la intervención militar alemana en Afganistán, etc. El año pasado la falta de consenso para con las medidas burguesas dio origen a un amplio movimiento de oposición contra los planes de reestructuración de la Universidad que desembocó en importantes movilizaciones. Las luchas estudiantiles del año pasado son, en este sentido, muy significativas pues son la expresión de un profundo descontento social. Las luchas de los estudiantes actuaron como caja de resonancia de las contradicciones sociales y políticas imperantes. De hecho, una de las preocupaciones de la clase dirigente era que las acciones estudiantiles convergieran con las luchas obreras que se venían gestando, como ocurrió puntualmente esn el comedor universitario de la FU de Berlín y el llamado de solidaridad de la ocupación del Aula de Stuttgart con los trabajadores de Sindelfingen. La clase dominante y su gobierno, que en un primer momento apostaron al desgaste de las mismas, ante la masividad y proliferación de las acciones estudiantiles tuvieron que retroceder y acceder al diálogo sobre los aspectos más aberrantes de la contrarreforma educacional, accediendo a algunos cambios cosméticos para descomprimir la lucha.

En términos de lucha, en muchas empresas las medidas anunciadas por la patronal y el gobierno provocaron la ira de los trabajadores llegando a producirse importantes acciones de lucha como la huelga y marchas en defensa de la producción en Daimler en Sindelfingen, de carácter espontáneo y que se dio por fuera del control de los burócratas sindicales y que tendió a superar el marco legal. Las huelgas de aviso en el sector servicios, las luchas de los médicos, ultimamente los pilotos de la Lufthansa, las tensiones por Opel y otras experiencias demuestran en potencia las posibilidades de una respuesta obrera. Sin embargo, esta se ve limitada por el efectivo control que ejerce la burocracia sindical entre los sectores del proletariado organizado sindicalmente y la desorganización y falta de confianza en sus fuerzas de los sectores no organizados.

Y sin embargo, la profundidad de la crisis así como las medidas antiobreras que se preanuncian obligarán a los trabajadores más golpeados por la crisis a responder con la movilización y la huelga los ataques patronales. Los síntomas apuntan en esta dirección y de generalizarse luchas abiertas podría activar luchas por fábricas, ramas industriales, e incluso intersectoriales. La crisis económica en curso y las perspectivas catastróficas para los explotados y oprimidos no sólo en Alemania hacen menester superar el estado de confusión y desorden en las filas obreras.

Las profundos cambios en las relaciones capital-trabajo, los permanentes ataques patronales, la complicidad de las direcciones sindicales con las medidas patronales, que se limitan a administrar los planes de reducción de planta anunciados por la patronal, de recorte de privilegios conquistados con la lucha, de traición de luchas ha creado un profundo malestar entre amplios sectores del proletariado industrial. La reacción hasta ahora ha sido sobre todo la desafiliación sindical. Esta dinámica es expresión del rechazo de los trabajadores, incluso de setores que en su momento fueron parte de los sectores más “privilegiados” del proletariado, la aristocracia obrera a las políticas conciliadoras de las direcciones sindicales. Si en la década de los `90 la afiliación llegaba al 30% hoy a lo sumo abarca el 20% del proletariado. «Trabajadores, hombres, mayores, obreros especializados y nativos están organizados sindicalmente con mayor frecuencia que empleados, (“evidente desproporción de estructura de empleados y afiliados”), mujeres, (“hueco organizativo específicamente de género”), jóvenes (“potencial limitado”), aprendices, mano de obra no cualificada y extranjeros. Además aumenta la parte de los sindicalizados sin trabajo.» [8].

Mas la tarea de reorganización de las filas obreras dependerá en gran medida de si los trabajadores logran sacarse la nociva influencia de la burocracia sindical y de su política socialchauvinista que se condensa en la conciliación de intereses y la lógica de defensa de la “Plaza Alemania”. De si los trabajadores y sectores de vanguardia lograrán superar la división por categorías, sectores, ramas de producción etc. en la que nos sume y mantiene la burocracia depende si nosotros los trabajadores podremos ir abonando el terreno para sentar las bases de una organización clasista y combativa.

Los trabajadores alemanes estamos llamados hoy a superar el estrecho horizonte de las huelgas de aviso, de los golpes selectivos, de la conciliación de intereses. Es necesario levantar una política que denuncie en forma sistemática la política traicionera y derrotera de la burocracia que pretende concialiar los intereses entre clases antagónicas, ésto es la burguesía y el proletariado, que plantee una política de unidad de las filas obreras desenmascarando y evidenciando la responsabilidad de las direcciones sindicales frente a las masas.

Esta política debemos llevarla adelante desde las fábricas, los comités de empresas, el proletariado inmigrante con o sin papeles, entre la juventud precarizada y extranjera, levantando un programa de democratización efectiva de los sindicatos, imponiéndole a la burocracia sindical la libertad de asamblea y de tendencia, la elección del personal administrativo por la base, la elección de cuerpos delegados propuestos y elegidos por la base, la elección de representantes rotativos y revocables en todo momento.

La lucha contra los ataques de la patronal hacen necesaria la lucha por sacarnos de encima la influencia de la burocracia sindical y sus métodos antidemocráticos. La lucha por el mantenimiento de los puestos de trabajo va de la mano de la lucha por democratizar los sindicatos, para que cada lucha se convierta en punto de apoyo para forjar la alianza entre trabajadores y jóvenes en lucha. El objetivo es que las luchas de todos los sectores obreros y juveniles converjan en un único gran movimiento contra los ataques patronales y las medidas de la burguesía para que la crisis la paguen los capitalistas.

· Abajo los burócratas sindicales corrompidos y vendidos a la patronal. Democratización de los sindicatos para convertirlos en verdaderos instrumentos de lucha

· Libertad de tendencia al interior de los mismos

· Defendamos a todos los compañeros combativos perseguidos por los métodos mackartistas de las direcciones sindicales

Para superar el estado de confusión y falta de confianza en las propias fuerzas es necesario pasar

· De la huelga de aviso a la intersectorial. De la intersectorial a la huelga general

Saber mantener las plazas ganadas en el pasado es la precondición para conquistar nuevas. Para ello es necesario articular un programa de exigencias transitorias que, partiendo del nivel de subjetividad actual sepa tender un puente con las necesidades objetivas de los explotados y oprimidos. La lucha contra los despidos y en defensa del empleo es hoy un primer paso, por esto exigimos

· Ningún despido, ni de trabajadores en blanco ni de subcontratados

· Reincorporación inmediata de todos los subcontratados y pase a planta permanente

Junto a estas exigencias es necesaria una campaña contra la obscena situación de que mientras los patrones a pesar de la crisis hacen grandes negocios obteniendo altos beneficios, aumenta la desocupación y el trabajo precarizado, condenando a los trabajadores y a sus familias a la miseria y degradación social.

· Aperura de los libros de contabilidad y abolición del secreto comercial

· Salario mínimo neto de 15 euros por hora

· Escala móvil de salarios y reparto de las horas disponibles de trabajo entre todas las manos disponibles

· Prohibición de despidos y lock-outs : nacionalización bajo control obrero de toda emprese que cierre o despida

Estas consignas y la denuncia de la política criminal de la burocracia sindical no es más que el primer paso para poner al movimiento obrero de pie y que este se convierta en una fuerza hegemonca capaz de ofrecer una salida de conjunto a la crisis capitalista.En ese sentido es necerio dejar atrás toda ilusión reformista como propone Die Linke y avanzar en una verdadera fusión del marxismo revolucionario con la clase obrera que permita a los trabajadores darle nuevamente confianza en sus objetivos de lucha y sobre todo en sus objetivos históricos.

Esta tarea va de la mano de la regeneración del marxismo revolucionario para que esta sea capaz de ofrecer una bandera limpia y ofensiva, luego de los daños a la causa revolucionaria y a la conciencia de los trabajadores que aun perduran que ha provocado el cáncer stalinista, a los trabajadores recreando el único proyecto que puede acabar con las miserias y la degradación del capitalismo: la revolución obrera y socialista. Desde el grupo en torno a la publicación Internationaler Klassenkampf (Lucha de Clases Internacional) intentamos aportar nuestro pequeño granito de arena en este enorme y ambicioso objetivo pero el único por el cual se merece luchar.

 

Suscríbase a nuestra gacetilla electrónica
Online | www.ft-ci.org


Organizaciones de la FT-CI
La Fracción Trotskista-Cuarta Internacional está conformada por el PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) de Argentina, el MTS (Movimiento de Trabajadores Socialistas) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, MRT (Movimento Revolucionário de Trabalhadores) de Brasil, PTR-CcC (Partido de Trabajadores Revolucionarios) de Chile, LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de Venezuela, LRS (Liga de la Revolución Socialista) de Costa Rica, militantes de la FT en Uruguay, Clase Contra Clase del Estado Español, Grupo RIO, de Alemania y Militantes de la FT en la CCR/Plataforma 3 del NPA de Francia.

Para contactarse con nosotros, hágalo a: [email protected]