En medio del anuncio del plan de recortes por parte del gobierno de Berlusconi, enviado al congreso, que consiste entre otras cosas, de un ajuste de 24.000 millones de euros entre 2011 y 2013, con una importante reducción del gasto público y las jubilaciones, con un congelamineto de los suledos de los trabajadores estatales por tres años y la elevación la edad jubilatoria hasta los 65 años para 2016 entre otras cosas, la central obrera CGIL (ex comunistas) convocó el viernes 25 a un paro.
La huelga de la CGIL contó con importantes manifestaciones a lo largo de la península en las principales ciudades del país: en Roma la manifestación llegó a alrededor de 40.000 personas; en Milán 70.000, la misma cifra en Nápoles, y unas 25.000 en Palermo, por nombrar algunas ciudades. El acto central se desarrolló en la ciudad de Bologna, con una concurrencia de alredeor de 100.000 manifestantes
El paro fue de ocho horas para el sector público y de cuatro horas para el sector privado y afectó principalmente al transporte, incluyendo una importante cancelación de vuelos.
Hay que destacar la manifestacion en Nápoles, a la cual acudieron los obreros de la planta de Fiat de Pomigliaro d´Arco, donde se realizó un referéndum organizado por la patronal, que no contó con el apoyo del sindicato metalmecánico FIOM junto con SlaiCobas (sindicalismo de base), que denunció al mismo como ilegal y que iba contra las leyes laborales italianas.
El referendum es en realidad un verdadero chantage, donde a cambio de mayores invesiones y que no se pierdan los puestos de trabajo, la empresa propone rebajas en los derechos y conquistas de los obreros. Esta canallada de la Fiat se realiza en medio de la crisis que recorre a la península y al continente europeo.
Si bien el resultado del referendum fue de 60% a favor de la propuesta de la patronal, éste no fue el resultado que Fiat esperaba: según el sindicato FIOM, un 40% de los trabajadores votó en contra, ya que a pesar de la campaña por el sí al acuerdo, que fue agitada por la prensa y que contaba con el apoyo de otros sindicatos, el acuerdo no cuenta con el “consenso” necesario para aplicar el plan.
En medio de estas condiciones se pudo constatar que un sector importante de obreros no están dispuestos a entregar sus conquistas.
Esta es la verdadera cara política patronal, que se expresa también en el plan de ajuste descripto más arriba, para que la crisis que la paguen los trabajadores y el pueblo con pérdidas de derechos, salarios y conquistas. Tanto el paro como la resistencia de los obreros de Fiat en Nápoles, muestran que existe la disposición a enfrentar los planes de ajuste que quieren imponer, pero al mismo tiempo muestra la política impotente de la dirección de la CGIL, cuya política es que el ajuste sea más equitativo, cuando en realidad lo que tiene planteado el movimiento obrero italiano es una plan de lucha que logre ponerlo a la altura de las circuntancias y enfrentar hasta el final estos planes de ajuste, exigiendo en primer lugar que la crisis la paguen los capitalistas.
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