El 21/6 en Bangladesh, más de 50.000 trabajadores y trabajadoras se movilizaron en las afueras de la capital Dhaka. Esta movilización, que bloqueó una de las principales autopistas que conectan la capital con el norte del país, fue la culminación de 2 semanas de protestas, paros y acciones callejeras en los principales distritos industriales.
Ashulia, hogar de las principales fábricas de la poderosa industria textil, fue uno de los focos centrales de las protestas contra la patronal de estas verdaderas maquilas que producen para grandes marcas como Zara, Carrefour, Wal-Mart y otras. Las condiciones laborales casi esclavistas, con jornadas laborales que van desde las 12 hasta las 18 horas diarias, y los salarios de hambre colmaron la paciencia obrera que estalló en bronca y movilización. Casi sin participación de la federación nacional de trabajadores del vestido, que se limitó a emitir un memo por las duras condiciones laborales, los trabajadores y trabajadoras del sector organizaron paros y se enfrentaron con la policía en las puertas de las fábricas de grupos como Ananta Groups o Ha-Meen.
Este sector, que emplea cerca de 4 millones de trabajadores y trabajadoras (el 40% de la clase obrera industrial), paga salarios miserables que alcanzan los 25 dólares mensuales. Pero un gran sector no alcanza siquiera esta suma ínfima: el salario de las obreras y obreros no calificados llega con suerte a ¡los 11 dólares mensuales! Al mismo tiempo, el sector textil representó en 2009 el 80% de los 15.560 millones de dólares en exportaciones de Bangladesh, que tienen como destino principal grandes marcas estadounidenses y europeas.
Para los empresarios hay mucho en juego, por eso la asociación patronal BGMEA (por sus siglas en inglés) se queja y ve con preocupación la reciente ola de protestas. Ante las primeras movilizaciones, varias fábricas cerraron sus puertas con la esperanza de parar el efecto contagio. Sin embargo, la medida fue contraproducente, provocando mayores protestas y la unificación de las luchas en la calle tras una misma consigna “Aumento del salario mínimo”. Es que los salarios de hambre coronan la tragedia de una inflación creciente: durante la última década el costo de vida aumentó un 94% mientras los sueldos sólo crecieron un 24%.
Los paros y marchas generaron tal preocupación que el ministro de Trabajo se vió obligado a anunciar que el gobierno revisaría el salario mínimo, que varias organizaciones sociales y políticas exigen que alcance los 70 dólares.
La situación es insostenible para millones de familias obreras, en un marco de pobreza generalizada (más de la mitad de las personas en Bangladesh viven debajo de la línea de la pobreza).
Las protestas se dan además cuando crece la tensión entre el gobierno y la oposición del Partido Nacionalista de Bangladesh (PNB), que pide elecciones anticipadas y convocó un Paro el 27/6 pero sin incluir la demanda de los obreros y obreras textiles de aumento salarial y mejores condiciones laborales. Esto demuestra que tanto oficialismo como oposición están de acuerdo en mantener la estructura de superexplotación y salarios miserables, en lo que se considera uno de los países con los sueldos más bajos del mundo.
Bajar costos de producción: mujeres y niños primero
El 70% de la ropa del mundo se fabrica en países como Bangladesh (también en Turquía y Marruecos), donde se pagan salarios de hambre y se trabajan hasta 18 horas diarias. De esto hablan los patrones cuando hablan de ”ventaja” y “competitividad” y “costos de producción” bajos, garantizados por las facilidades que les brindan los estados capitalistas, con “seguridad jurídica” y Cmercados laborales flexibles”. Esto se traduce en aberraciones como el empleo sin contrato, obra social ni beneficios de los sectores más explotados de la clase obrera: las mujeres, la juventud y en muchos países los niños y niñas. En Bangladesh, como en otros países, 3 de cada 5 mujeres trabajan en el sector textil en condiciones infrahumanas, llegando a trabajar más de 24 horas seguidas para cumplir con los pedidos de stock de las grandes marcas. En India, 50 millones de niños y niñas trabajan en la industria textil. Estos pequeños trabajadores en muchas ocasiones cobran menos de 1 dólar diario (cerca de 10 dólares mensuales).
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