Diversas noticias, anuncios y rumores en torno a la política cubana confirman lo que sosteníamos en LVO 382 con respecto a que la liberación de los presos políticos cubanos negociados con la Iglesia Católica y el gobierno español, indicaban una concesión frente al imperialismo europeo y un nuevo giro en la política de Raúl Castro hacia la restauración capitalista.
El presidente del Parlamento cubano Ricardo Alarcón anunció el 20/07, que serían liberados todos los presos políticos sobre los que no pesen causas por crímenes de sangre. Según se especula, luego de la liberación de los 52 detenidos tras el acuerdo con la Iglesia Católica cubana y el canciller español Moratinos, quedarían 115 detenidos en las cárceles castristas. Por su parte, los siete primeros liberados llegados a España se han puesto a militar activamente contra el acuerdo alcanzado en La Habana y firmaron una declaración para que la Unión Europea (UE) mantenga sus sanciones contra Cuba, criticando de esta manera la postura del gobierno español quien, como parte del acuerdo con el gobierno cubano, se comprometió a presionar en la UE por el levantamiento de las sanciones contra la Isla. Mientras, las Damas de Blanco se reunieron con funcionarios norteamericanos en La Habana quienes han ofrecido a los liberados el asilo en Miami. La burocracia espera que la decisión de liberar a los detenidos le permita negociar con la Casa Blanca un relajamiento de las condiciones del bloqueo. La nueva situación política tras la liberación ha fortalecido el papel de la Iglesia Católica como interlocutora entre el gobierno, la oposición derechista y el imperialismo.
Ajuste y restauración
El anuncio de Alarcón de liberación de los presos, es acompañado por el inicio de un proceso de ajuste. Según fuentes oficiales citadas por El País de España “habrá una ampliación del trabajo por cuenta propia y sobre todo la cooperativización de algunos servicios; continuarán reduciéndose subsidios y gastos sociales, con el objetivo de hacer sostenible el sistema, y se desinflarán paulatinamente las plantillas, algo que, se sabe, tendrá un impacto social; se avanzará también en la eliminación de la doble moneda y en la renegociación de la deuda con objetivo de aliviar las tensiones financieras”. El mismo diario señala que “En la reunión entre el presidente cubano, Moratinos y el cardenal Jaime Ortega, el 7 de julio, en la que se anunció la excarcelación de los prisioneros de conciencia, Castro se habría mostrado extremadamente claro en este asunto. ‘Dijo que necesitaba solucionar el tema de los presos para poder hacer con tranquilidad las transformaciones económicas que se requieren, y mostró su disposición y preocupación de enfrentar el problema de 1.300.000 trabajadores (cerca de un 30 % de la población activa) que sobran en sus puestos laborales’” .(El País, 18/7).
La burocracia está mostrando así su voluntad de avanzar en un programa de ajuste para descargar la crisis sobre las espaldas de las masas obreras y campesinas, cuyas consecuencias sociales aún son imprevisibles pero que, según todos los analistas, causan alarma y preocupación en el conjunto de la sociedad cubana. Ya dijimos que, un punto clave del acuerdo entre el gobierno castrista y el canciller Moratinos, es el del levantamiento de la Posición Común Europea que sustenta las sanciones de la UE contra la Isla, ya que el gobierno cubano tiene la necesidad imperiosa de acceder al crédito europeo para el financiamiento del estado, acosado por un déficit comercial de 10.000 millones de dólares y por la cesación de pagos de los préstamos que le hicieron China y otros gobiernos.
Burocracia y corrupción
A los anuncios de la liberación de presos y de ajuste económico lo acompaña el escándalo de la corrupción en las altas cumbres del aparato de estado. Las autoridades cubanas llamaron a comparecer al empresario chileno y amigo personal de Fidel Castro, Max Marambio (ex militante del MIR, custodio del fallecido Salvador Allende y director de la campaña presidencial de Marcos Enriquez Ominami) acusado de cohecho, estafa y malversación contra el estado cubano a través de su empresa alimenticia Río Zasa. La noticia tomó ribetes de escándalo por la extraña muerte del gerente general de la empresa el chileno Roberto Baudrand. La corrupción en las cumbres del estado ya había salpicado recientemente a los ministros Jorge Luis Sierra y Luis Manuel Ávila.
Esta situación confirma las denuncias que reprodujéramos en LVO 382 de Esteban Morales, Investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de La Habana, quien fue expulsado del PCC por señalar que “la corrupción (es) la verdadera contrarrevolución” (blog de Esteban Morales, 11/7) y señalando correctamente que la corrupción estatal es la vía de posicionarse para la restauración capitalista de los círculos dirigentes del estado y del PCC.
Burocracia y poder
La reaparición pública de Fidel Castro, aunque no haya hecho declaraciones al respecto, expresa el apoyo del líder histórico a su hermano y la unidad existente en la gerontocrática vieja guardia de la burocracia castrista, cada vez más apoyada en las Fuerzas Armadas Revolucionarias para ejercer el poder con mano de hierro y mantener bajo su control la nueva fase del proceso político cubano. La activa reaparición de Fidel busca ponerle un límite a la sorda pugna entre las distintas fracciones de la burocracia gobernante y disciplinarlas en un momento donde, acuciado por la crisis mundial y el ahogo financiero, el desafío del régimen es el de descargar la crisis sobre el movimiento de masas para dar nuevos pasos en el camino de las reformas procapitalistas.
En este sentido, la liberación de los presos de la oposición anticastrista, lejos de significar una ampliación de las libertades y los derechos políticos de las masas obreras y campesinas de Cuba, para que estas puedan autoorganizarse en defensa de sus conquistas (como planteamos los trotskistas), expresan un intento del régimen burocrático, acosado por el fantasma de la bancarrota financiera, de reforzar una política negociadora haciendo concesiones al imperialismo y las fuerzas restauracionistas -incluidos sectores del exilio que recibieron con beneplácito la liberación de los detenidos- que utilizan las banderas democrático burguesas para liquidar el estado obrero deformado y burocratizado surgido de la revolución de 1959.
Revolución política
Las masas obreras y campesinas de Cuba se encuentran ante la encrucijada de tener que defender las conquistas de la revolución de 1959, enfrentando simultáneamente el criminal bloqueo norteamericano y la política de ajuste que prepara el gobierno de los Castro y la gerontocracia. La lucha contra los privilegios, la corrupción y los nuevos ricos, plantea la necesidad de conquistar las más amplias libertades políticas y de organización, para las masas obreras y campesinas y para todos los partidos, sindicatos independientes y organizaciones populares que defiendan las conquistas de la revolución. Hay que exigir la revisión de todas las reformas económicas procapitalistas tomadas hasta ahora en el camino imponer la planificación democrática de la economía. Este es un programa para rechazar el ajuste que se prepara desde las altas esferas del régimen y está a la orden del día para derrotar a las fuerzas burocráticas y restauracionistas interesadas en quebrar al movimiento de masas para acelerar el retorno al capitalismo.
El surgimiento de posiciones críticas dentro del aparato del PCC como las que expresa Esteban Morales y otros intelectuales, muestran que el monolitismo burocrático está en cuestión y que no hay que descartar que sectores desplazados del aparato apelen a las necesidades de las masas para presionar por las reformas. El surgimiento de una oposición obrera, socialista y revolucionaria a la burocracia exige una posición independiente tanto de las banderas democrático burguesas del imperialismo como del programa de autorreforma del PCC o cualquier variante de perestroika o glasnot a la cubana. Hace falta construir un partido obrero marxista y revolucionario para dirigir una revolución política que salve las conquistas obreras y campesinas de 1959.
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