Vengo de un país continente donde se concentra la clase obrera más numerosa de América Latina, que a fines de los años ‘70 puso en pié un Partido de Trabajadores. Hoy son noventa millones de asalariados con el componente de un proletariado joven, precarizado y súper explotado, en su mayoría negros y de un campesinado que tiene como una de sus banderas históricas la lucha por la reforma agraria. Frente a esta composición social potencialmente explosiva, la burguesía utilizó a Lula, un dirigente sindical y político de los metalúrgicos surgido a fines de los ‘70, que logró transformar el Partido de los Trabajadores, en un instrumento al servicio del capital. Cumplió un gran servicio para los capitalistas utilizando su origen obrero contra los trabajadores, como hizo recientemente atacando el derecho de huelga de los estatales.
Los trabajadores de la Universidad de San Pablo y las estatales paulistas, estuvimos 57 días de huelga contra los planes de privatización de la universidad, en un país donde menos del 1% de la población tiene acceso a la universidad pública. Con los métodos combativos de la clase obrera: piquetes, cortes de calles, y finalmente tomando el Rectorado, logramos poner una huelga ejemplar en las tapas de los grandes medios. Los intelectuales de la burguesía decían: “es preciso acabar con el fantasma del año ‘68”, porque una vanguardia estudiantil pro-obrera cortó calles en defesa de los trabajadores. El gobernador de San Pablo, nos comparó con el joven chino que en el ‘89 en Tiananmen se paró sólo frente a los tanques. Pero, al mismo tiempo, nuestra lucha en defensa de la universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo logró el apoyo de los principales intelectuales de izquierda que declararon en el principal periódico de la burguesía brasileña que hay que aliarse a los trabajadores de la USP, porque “hacen historia con su lucha”.
La LER-QI, cumplió un papel destacado desde la dirección del Sindicato. También nuestros estudiantes fueron fundamentales para crear una nueva tradición clasista, que lucha por un ala revolucionaria en el movimiento obrero.
Durante la huelga, se hizo un encuentro, el CONCLAT, para fundar una nueva central sindical de izquierda, reuniendo 3.000 delegados de todo el país, que podría haberse transformado en un organizador de esta vanguardia obrera. Lamentablemente, las direcciones mayoritarias del PSTU y el PSOL le dieron la espalda a la lucha de clases y el encuentro terminó estallando en una despolitizada discusión sobre el nombre.
Con nuestra lucha, enfrentamos la campaña anti huelga de Lula que declaraba cínicamente: “Hice huelgas mi vida entera. Yo nunca pedí el pago de los días parados, porque huelga es guerra y no vacaciones”. Los trabajadores de la USP logramos imponer el pago de los días descontados contrariando el discurso de Lula, cuando decenas de sindicatos en Brasil sufrieron el descuento.
Las lecciones de esta lucha ejemplar deben ser tomadas por la clase obrera para enfrentar a los ataques que van a venir sea con Dilma (PT) o Serra (PSDB) que disputan las elecciones presidenciales este año. Por representar los intereses de los capitalistas lo único que pueden ofrecer es un proyecto de Brasil potencia para compartir, como socio menor del imperialismo, los frutos de la expoliación de los pueblos latinoamericanos, utilizando el Mercosur como plataforma.
Frente al proyecto de unidad burguesa del Mercosur, sólo los trabajadores pueden presentar una alternativa enfrentando a los capitalistas y sus gobiernos, aliándose a los trabajadores de Argentina y de toda Latinoamérica, actualizando la perspectiva de Trotsky de construir una Federación de Repúblicas Socialistas de Latinoamérica y el Caribe!
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