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Brasil: Lulismo y poslulismo
por : Leandro Ventura, Rio de Janeiro

08 Oct 2010 | Las elecciones en Brasil estuvieron marcadas por un clima social continuista, reformista, el lulismo. Lula, el PT y sus partidos aliados fueron los mayores ganadores de esta elección, a pesar del revés táctico sufrido de tener que pasar a la segunda vuelta electoral producto de la importante votación de Marina (...)

Las elecciones en Brasil, como adelantamos en el artículo del anterior LVO, estuvieron marcadas por un clima social continuista, reformista, el lulismo. Lula, el PT y sus partidos aliados fueron los mayores ganadores de esta elección, garantizando casi la misma votación (47%) que obtuvo Lula (48%), a pesar del revés táctico sufrido de tener que pasar a la segunda vuelta electoral. Este revés fue producto de la importante votación de Marina Silva (más del 19%) y no de Serra y del PSDB que retrocedió obteniendo un 8% menos de votos que en el 2006 (41% a 33%), e inclusive en su bastión, San Pablo, donde retrocedieron de haber obtenido 4,1 millones más que Lula a solamente 760 mil más que Dilma. No eran pocos los analistas que apostaban a la explosión del partido de José Serra frente al fracaso electoral y, ahora, aún debilitado, dependiendo del resultado del segundo turno, puede salir fortalecido.

La victoria de Lula y sus candidatos en diversos estados y en el legislativo parece en el papel un gran logro para un futuro gobierno Dilma, una garantía -argumentan- de establidad. Este razonamiento conmemorado por los petistas esconde la dependencia de un ejecutivo fuerte para la estabilidad de este régimen, y que Dilma no podrá ser como Lula en su capacidad de tejer alianzas y menos todavía en la relación que mantiene con el movimiento de masas y sus organizaciones, condicionando incluso la virulencia de la oposición de derecha, que Lula podía controlar. El fortalecimiento de candidatos mas moderados dentro del PSDB, como Aécio Neves, las importantes victorias del PSB en el Nordeste apareciendo como un partido lulista pero no petista (son notorias sus tentativas de unir al PT con el PSDB) e inclusive Marina Silva que ataca y reivindica a los dos principales partidos del país, son todas muestras de dos rasgos fundamentales de esta elección: consolidación del lulismo y tendencia al centro, una búsqueda de mantenimiento de la estabilidad política, económica y social que garantice la continuidad de los buenos negocios capitalistas. Estos elementos, combinados con la politización en torno a temas como el derecho al aborto o el papel de los medios, hacen que en Brasil se expresen de forma distorsionada, temas políticos candentes de toda América Latina.

El gran resultado de Marina Silva debe ser entendido en este marco de tendencia al centro, siendo opositora, pero no tucana [1], de la situación, pero no petista, percibida por las masas como vagamente “de izquierda” y al mismo tiempo la mas ferviente crítica al derecho al aborto, capitalizando el descontento conservador y fomentado por los medios contra Dilma por esta cuestión [2]. La imagen de Marina como una renovación de la política y con un programa de capitalismo ecológicamente sostenible, son expresiones también de una subjetividad de masas para la cual son posibles cambios graduales. En suma, un voto muy ambiguo desde posiciones antipetistas, a variadas posiciones centroizquierdistas. Los aspectos de centro-izquierda de su voto hicieron que la extrema izquierda tuviera una muy baja votación que, desafortunadamente, tampoco fue compensada por una buena propaganda de los principios del marxismo y defensa de los luchadores.

Frente a la presión del clima social de gradualismo, del propio PT, de Dilma y aún de Marina Silva, como fuertes candidaturas que aparecían como mejorías graduales, la izquierda se quedó sin espacio para recoger los votos de centro izquierda que Heloisa Helena había conquistado en 2006, y en un esfuerzo electoral se adaptó aún más a este espectro, sobretodo en el caso del PSOL. Recogiendo 880 mil votos (contra los 6,5 millones del 2006) no logró elegir a dos de sus principales figuras, del ala derecha de su organización, aun con Heloisa Helena apoyando y siendo apoyada por Marina, pero que fue terriblemente derrotada porque sus adversarios explotaron antiguas declaraciones de ella contra Lula. Luciana Genro (MES, ligada al MST argentino) tampoco logró ser electa aun habiendo retirado la candidatura de su regional al senado, para apoyar a Paim del PT. Los candidatos que se eligieron o hicieron alianzas con partidos burgueses, como el senador por Amapá que fue apoyado por el PTB del ex presidente Collor, o no mencionaban a Lula y sus aliados locales y se presentaron como “los más activos” y “propositivos” legisladores. Sus electos son los más ligados a la izquierda católica y con más relaciones con el PT y el régimen. No disminuye su bancada numéricamente pero toda la sobrevivencia de este partido parlamentario se reduce a los sucesos del ala interna más “petista histórica”, la Acción Popular Socialista (APS). El PSOL, pero sobrevive al lulismo, pero cada vez más distanciado de ser un partido anti-capitalista, y en una profunda crisis que significa tener un partido parlamentario sin sus dos principales figuras nacionales (Heloísa Helena y Luciana Genro) en el parlamento. El PSTU fracasó en su tentativa de hacer frente al PSOL, no solamente por recoger en el país un cuarto de los votos del candidato mas votado del PSOL a diputado federal, sino también por su orientación. Haber sacado apenas 84 mil votos nacionales (frente a los 400 mil de 2002) en una campaña revolucionaria que defendiera a los luchadores, que expresase la necesidad de la organización independiente de los trabajadores, la defensa de los campesinos y sin tierra, de la alianza obrera-campesina y popular, que se apoyase en su peso histórico y actual en los sindicatos sería una cosa, aun obteniendo pocos votos. Pero fue otra cosa, al centrarse en mostrar lo que podía haber sido Lula si hubiera querido y en una propaganda abstracta del socialismo. La expresión más gráfica de esto es la poca vinculación con Conlutas y cómo en medio de una huelga nacional bancaria sus dirigentes bancarios históricos como Dirceu y Cyro Garcia no fueron el centro de agitación en apoyo a esta dura lucha. El PCO tuvo una derrota electoral todavía más aguda al sumar solamente 12 mil votos nacionales, y políticamente dio un giro de 180 grados al oportunismo. Después de años llamando a toda la izquierda “traidora”, igualando a todos con el PT, pasó a llamar sin ninguna crítica a todos, incluyendo al PSOL, a construir frentes únicos.

La vanguardia de los jóvenes y trabajadores, que se expresó en las candidaturas independientes de la burguesía del PSTU y PCO, necesita mucho más que eso. Más allá de diferenciarse de la centroizquierda, de mostrar que Dilma no es una alternativa a los trabajadores y de hacer una campaña por el voto nulo en la segunda vuelta, como ya inició el PSTU, con lo que tenemos acuerdo, necesita realizar este balance de las elecciones avanzando en las consideraciones sobre el rol de los trotskistas y las tareas planteadas para próximo período, comenzando por el balance de los años de actuación durante el gobierno de Lula y pasando por el balance del propio PT y su intervención dentro y fuera de ese partido que moldeó las generaciones de dirigentes y gran parte de los cuadros de estas organizaciones. Es notorio cómo ninguna organización surgida durante este período como el PSTU y el PCO, haya hecho hasta hoy un balance crítico del Lula de los orígenes, ni siquiera de su actuación en el mismo período, desarmando a la vanguardia para los nuevos embates.

El entrismo sui generis de largos años en el PT significó no solamente la falta de una batalla contra Lula y no para influenciarlo, sino también un derrotero estratégico para ese trotskismo: de las absurdas formulaciones electorales de alianza obrera y campesina “Lula con vice del MST” del PSTU de los ’90, a todos los largos años de llamados a la “izquierda del PT” para que hicieran un partido “socialista” común. Muchos de estos “socialistas” hoy son ministros o gobernadores con Lula, otros salieron del PT para formar un nuevo partido cada vez más de centro izquierda como el PSOL, y el PSTU revive su formula morenista de “luche y vote” cada vez más como caricatura y con menos “luche”.

La LER-QI lucha para poner en pie una nueva tradición, para recomponer y refundar el trotskismo en nuestro país rescatando críticamente ese pasado, corrigiendo sus errores y aprendiendo las lecciones de la lucha de clases. La fusión de jóvenes trabajadores de la USP y otras categorías, estudiantes y dirigentes trotskistas que fueron fundadores del PT, de la CUT y la CUT Por la Base junto a intelectuales que provienen de las filas del trotskismo es desde donde partimos para confluir con otros sectores para lo que más hace falta en la realidad nacional: un partido revolucionario, es decir trotskista, que haga de las luchas puntuales y espacios para propaganda como las elecciones, verdaderas escuelas de guerra y tribunas revolucionarias sin perder este tiempo preparatorio para moldear no solamente los generales, comandantes, la estrategia, sino también el temple del ejército, que las futuras batallas exigirán.

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