La actual lucha de los trabajadores y jóvenes franceses significa un claro salto con respecto al ciclo anterior de la lucha de clases abierto en 1995 y está anunciando un ciclo superior de la lucha de clases más abierto, más radicalizado y más clásico, es decir con más centralidad de la clase obrera y con un rol protagónico de la juventud estudiantil y en las fábricas. Un nuevo ciclo de la lucha de clases como respuesta a la crisis mundial en curso con repercusiones en Francia y a nivel mundial. La depresión económica en curso impone como única salida a la burguesía el ataque de las conquistas sociales que aún restan del llamado estado benefactor y el empeoramiento de las condiciones de vida de las masas, incluyendo a sectores que en su momento se beneficiaron de las migajas de la ofensiva neoliberal, como algunos de la clase media. En este sentido, por su contexto no tiene punto de comparación con la huelga general de estatales de 1995, en donde la burguesía pudo retirar un aspecto de la aplicación del plan neoliberal ya que este sistema, a pocos años de la penetración capitalista en la ex URSS, China y demás países del este de Europa aún estaba en auge. Tampoco es comparable, con el Mayo del ‘68, un ascenso estudiantil que dispara una huelga general política de masas por varios días, desviada por una concesión salarial y otras conquistas, sólo posible porque aún había para “repartir” debido a los años del boom de la posguerra. Por ende, las luchas actuales serán más parecidas a los años treinta del siglo pasado, más explosivas, más desgarradoras entre las clases y al interior de las mismas, con más violencia, con fuertes elementos de descomposición social por la crisis y frente a gobiernos y regímenes que se irán endureciendo en forma cada vez más bonapartista para liquidar las acciones obreras. No sorprende, que el Frente Nacional que había levantado cabeza frente al régimen de la V Republica salpicado por el affaire Bettencourt(escándalo que mostró los lazos promiscuos entre el dinero y el poder en particular con la UMP de Sarkozy), pero que estuvo en silencio en todos estos días de lucha, haya vuelto a aparecer recién ahora, cuando los sindicatos quieren bajarse de la lucha con las manos vacías, presentándose como alternativa demagógica para los sectores que puedan eventualmente decepcionarse con estas direcciones.
En este sentido, y a 180 grados de esta variante, es necesaria una izquierda dura, que hable abiertamente de cómo derrotar a Sarkozy y a los accionistas del CAC 40 (índice de la bolsa de Paris) y las grandes familias y fortunas que gobiernan Francia. Un verdadero partido revolucionario, que frente a la dictadura inflexible del capital oponga la autoorganización de los explotados, en organismos de contrapoder que derriben al estado burgués. Las dos organizaciones centrales de la extrema izquierda en Francia, el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) y LO (Lutte Ouvrière), deben dejar de jugar a las escondidas, y encaminarse llamando a la unidad de todas las fuerzas que se reclaman de la extrema izquierda para discutir un programa y una intervención a la altura de la crisis capitalista y de los primeros grandes combates que está dando nuestra clase. Desde el Colectivo por una Tendencia Revolucionaria (CTR) del NPA luchamos en su interior para que se oriente en este sentido, abiertamente revolucionario, como muestran las acciones, el programa y la perspectiva que venimos impulsando en la actual conmoción que sufre Francia.
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