En Marsella, ciudad de donde surgió el movimiento social actual con el bloqueo de las terminales petroleras que entran en su 29no día, el conflicto costó más de 600 millones de euros.
El colectivo “No toquen mi puerto”, que reivindica 10.000 adhesiones desde su lanzamiento el pasado lunes, cifraba entonces el perjuicio: 350.000 euros en volumen de negocios y tres empleos perdidos por día de huelga en la terminal de los contenedores de las dársenas internas de Marsella (donde retomaron el trabajo el pasado viernes), 34 millones por la industria petrolera luego de 21 días de bloqueo de las terminales petroleras, 550 millones por la industria química, 4 millones de euros por los comercios afectados por el impacto de la huelga sobre el sector de los cruceros y, por último, 40 millones de euros por los TPE-PME.
Frente a una situación que tiene como consecuencia el bloqueo de 77 buques a la deriva, Patrick Daher, el presidente del consejo de vigilancia del Gran Puerto marítimo de Marsella (GPMM), declaró el viernes: “Ahora, ya es suficiente, estamos hartos. El puerto, nuestra región, las empresas que trabajan con el puerto, la población no puede permanecer eternamente como rehén de un pequeño grupo de individuos que son tratados de forma privilegiada”, anunció. “Se les dio todo, el personal está protegido de por vida. ¿Qué más les podemos dar?”, se preguntaba el director, quien asegura no comprender las motivaciones de la CGT que aún reclama nóminas para los trabajadores que fueron trasladados, lo que legalmente no es posible.
Cierre de la refinería de Reischtett
El puerto de Marsella es el único en Francia donde, en el marco de la aplicación de la reforma portuaria, no se aceptó la privatización de las terminales petroleras como el resto de las terminales, sino que se creó una filial controlada en un 60% por el GPMM. Los 220 trabajadores del puerto que debían ser trasladados consiguieron la garantía de que se iban a mantener sus puestos de trabajo hasta la jubilación y una remuneración al menos igual a la que tenían en el puerto. Tienen también la seguridad que el GPMM será el accionario mayoritario de esta filial durante 20 años.
“Fuimos más allá de lo que querían, tomamos nuestra responsabilidad de dirigentes del puerto, ellos decidirán si quieren mantener un puerto lider en el mundo del petróleo”, agregó Patrick Daher. Y luego amenazó: “Si continúan los bloqueos, deberemos pensar la vuelta a una estricta aplicación de la ley”. En definitiva, la creación de la filial podría ponerse en duda.
Porque la CGT, que quiere conservar su poder sobre el puerto y rechaza la aplicación de una reforma que la va a debilitar, no se mueve de su posición. “Yo llené el tanque, si en ocho días todavía puedo cargar tanque lleno, ya sé que es porque mi puerto está muerto”, se lamentó Patrick Daher. “No quisiera hacer esta demostración absurda, mostrar que Francia puede vivir sin el abastecimiento del Puerto de Marsella.” El anuncio por parte de Petroplus acerca del cierre de la refinería de Reischtett, una de las ocho instalaciones abastecidas por el puerto, es un alerta serio sobre todo sabiendo que hay una decena de refinerías de más en Europa.
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