La CGT no obtuvo lo que quería. Reunida el jueves 4 de noviembre, la Intersindical CGT-CFDT-CFTC-CFE/CGC-UNSA-FSU-Solidaires, en la que FO participa sin firmar los comunicados, no decidió organizar una novena jornada nacional de acciones contra la reforma de las jubilaciones. Al término de una trabajosa reunión de cerca de cuatro horas, se limitó a hacer un acta con una "nueva cita nacional de movilización en la semana del 22 al 26 de noviembre". Su modalidad y su contenido serán fijados en una nueva Intersindical el 8 de noviembre.

Esta cita tardía, que se producirá, sin duda, luego de la promulgación de la ley, una vez que el Consejo Constitucional se haya pronunciado sobre el recurso de los parlamentarios socialistas, muestra las dificultades de la Intersindical para tomar nota del hecho de que la protesta está por finalizar. Esta posición ofrece la ventaja de permitir a cada organización salvar su prestigio, y sobre todo a la CGT, sin romper la unidad sindical. En la antevíspera de la octava movilización, el sábado 6 de noviembre, jornada de manifestaciones, la Intersindical se limita a reafirmar su "rechazo" a la reforma y su "profundo descontento frente a un gobierno que ha elegido el paso a la fuerza", pero se abstiene de pedirle a Nicolas Sarkozy que no promulgue la ley.

SENSIBLE DISMINUCION

Sobre todo, afirma su determinación de “proseguir el trabajo en común sobre el empleo, los salarios, el poder adquisitivo y las condiciones de trabajo”. Una ampliación de las reivindicaciones que fue rechazada por FO. De manera totalmente inhabitual, la CGT había subido la apuesta, el miércoles, al indicar sus preferencias antes de la reunión de la Intersindical. En una entrevista a Reuters, Bernard Thibault se había declarado partidario de "reprogramar otra jornada de movilización interprofesional durante el mes de noviembre". Reconociendo que el movimiento de protesta atravesaba "una secuencia de duda", el secretario general de la CGT quería hacer permanente la protesta de la reforma a través de "una movilización en todas direcciones que sepa afirmarse en el terreno, una protesta más descentralizada, multiforme".

Al mismo tiempo, Eric Aubin, encargado de las jubilaciones en la dirección de la CGT, tomaba la precaución de prevenir que su central no sería seguida inevitablemente por la Intersindical, precisando incluso que "no sería la primera vez que no resulte lo que propusimos al principio porque hay debates sobre las formas de acción y los ritmos". La CFDT y la UNSA no escondían sus reticencias sobre la propuesta de Bernard Thibault, temiendo que en la nueva fase abierta por la adopción definitiva de la ley, y antes de su promulgación, una nueva jornada de acción confirme la disminución de la movilización y sea percibida como un signo de debilidad del sindicalismo. Para François Chérèque, lo importante es mostrar hasta las últimas consecuencias que el sindicalismo ha ganado, frente a Nicolas Sarkozy, "la batalla de la opinión", al poder enorgullecerse de un apoyo sin fisuras de una amplia mayoría de los franceses.

ACCIONES MARGINALES

El 28 de octubre, durante la precedente jornada de acciones, en plenas vacaciones escolares, la disminución había sido muy sensible, con cerca de 2 millones de manifestantes según la CGT – contra 3,5 millones el 19 de octubre – et 560 000 según la policía (contra 1,2 millones). Además, el paisaje global ha cambiado. Con la vuelta al trabajo en las doce refinerías de petróleo, después de 15 días de bloqueo total o parcial, la mayor parte de las huelgas se han detenido. Ya no se observan más que acciones puntuales, muy marginales y minoritarias.

La jornada del 4 de noviembre ha sido, respecto a esto, significativa. Los manifestantes han bloqueado el acceso a varios aeropuertos, en Roissy, Toulouse, Clermont-Ferrand y Nantes. El depósito de combustible de Guéret (Creuse) fue bloqueado durante algunas horas por unos cuarenta manifestantes que terminaron siendo desalojados por las fuerzas policiales.
En los puertos, los sindicatos y la patronal arribaron a un acuerdo sobre la puesta en marcha de un dispositivo de cese anticipado de actividades por trabajo pesado. Luego de este acuerdo, la CGT suspendió su llamado a una huelga indefinida durante los fines de semana que había lanzado a principios de octubre. El día anterior, en Marseille, el sindicato FO de los agentes territoriales, después de haber negociado el fin de la huelga de recolectores de basura, había decidido no manifestar el 6 de noviembre.

Para Marcel Grignard, el secretario general adjunto de la CFDT, la posición adoptada por la Intersindical el 4 de noviembre, es "un compromiso inteligente". Le permite a la CGT no perder prestigio preservando la unidad inédita, que ha sido una de las principales conquistas de los sindicatos desde el inicio del movimiento. También evita que progrese la desmoralización entre los manifestantes, cada vez más convencidos de que no podrán hacer retroceder a Nicolas Sarkozy en su reforma de las jubilaciones y que erosiona el frente sindical. En muchos aspectos, la jornada del 6 de noviembre tiene la apariencia del último combate de una guerra perdida.