El domingo 28/11 se realizaron las elecciones generales en Haití. Además del sucesor a la presidencia, se votaron los miembros para un tercio del Senado y toda la cámara de Diputados. El objetivo de los comicios es dar cierta legalidad (y legitimidad) al orden institucional en el devastado país. Sin embargo el proceso está mostrando la imposibilidad de estabilizar un país que permanece ocupado militarmente y donde las grandes mayorías viven en condiciones inhumanas.
Ya antes de terminar la jornada del domingo, había denuncias de fraude y un comunicado de 12 de los 19 candidatos, exigiendo la anulación de los comicios y por la noche hubo protestas callejeras. Tratando de poner paños fríos a la situación, el lunes todos los veedores internacionales se apuraron a reconocer los comicios aún reconociendo “importantes irregularidades” y expresando quejas por la lentitud del recuento de votos cuyos resultados estarán recién el 7/12, según anunció el Colegio Electoral. Sin embargo, en los días posteriores las movilizaciones continuaron y hubo enfrentamientos con las tropas de la Minustah con un saldo de 3 muertos y 15 heridos.
El promotor de las denuncias de fraude había sido un sector de grandes empresarios de las maquilas y tabacaleras al parecer con el objetivo de desplazar al candidato oficialista (y yerno del presidente René Preval) Jude Célestin en torno al cual corrían rumores de que si ganaba permitiría el retorno de Aristide. Los candidatos Mirlande Manigat (favorita en las encuestas) y el cantante Michel Martelly (la sorpresa de las elecciones) primero acompañaron la maniobra y luego la rechazaron ya que tienen “posibilidades de ir a segunda vuelta” como admitió la propia Mirlande.
De hecho, los primeros datos (muy parciales aún) que se dieron a conocer darían el primer y segundo puesto a estos candidatos que irían a segunda vuelta el 16/01/11. El partido de Preval acusó el golpe anunciando por boca de su jefe de campaña que “está listo para aceptar el cambio democrático”.
Los comicios eran por demás antidemocráticos, con el principal partido popular (Lavalas) proscripto y su líder Aristide virtualmente preso en Sudáfrica. Sin embargo, intentaron una farsa electoral con una gran campaña, llenando de propaganda pueblos y ciudades para legitimar y dar cierta institucionalidad a un régimen surgido del golpe de estado orquestado por EE.UU. en 2004 (que destituyó al presidente Jean Bertrand Aristide) y sostenido por completo en la ocupación de las tropas de la ONU (Minustah) comandadas por el gobierno “progresista” del presidente brasilero Lula da Silva.
La ocupación
Tras el velo de una “misión de estabilización” las tropas cumplen desde entonces el rol de policía interna para reprimir a la población y han sido protagonistas de incontables casos de violación de los DDHH y abusos de todo tipo. El trágico terremoto de principios de 2010, debido a las condiciones estructurales de extrema pobreza que sufre el país, causó 230.000 muertes (un sismo similar en Japón casi no causó muertes), 1,3 millones de personas sin techo que debieron hacinarse en campos de refugiados y la destrucción de prácticamente toda la infraestructura.
La ocupación se profundizó a partir de ese momento con la entrada de miles de marines norteamericanos tras una supuesta “misión humanitaria” que en realidad buscaban reprimir un eventual estallido social y reforzar la presencia militar yanqui en la zona.
La epidemia de cólera
Meses después, estalla la epidemia de cólera (una enfermedad erradicada desde hacía 100 años) muy posiblemente, según denunciaron los manifestantes, a causa de las tropas nepalesas que vertieron desechos sobre uno de los ríos principales en el abastecimiento del agua (recurso casi inaccesible para las grandes mayorías). Al día de hoy los muertos por la epidemia ya superan los 1700, hay más de 30.000 hospitalizados y persiste el riesgo de que la enfermedad se expanda hasta unas 400.000 personas.
La situación desató fuertes manifestaciones que exigieron el fin de la ocupación y fueron reprimidas violentamente, con el saldo de dos muertos y varios heridos.
¡Fuera las tropas de la Minustah y EE.UU.!
En este marco indignante se realizaron las “elecciones” avaladas por todos los organismos internacionales como la OEA y el CARICOM. La Conferencia Eurocentroamericana pidió "una salida negociada y urgente" frente al "grave riesgo de un estallido de violencia tras las protestas de los últimos días". Como dijimos quieren recrear cierta “institucionalidad”, legitimar un gobierno títere de la ocupación y garantizar los negocios capitalistas como el que se esconde detrás de la “reconstrucción” comandada por el demócrata Bill Clinton con un fondo de 10.000 millones de dólares.
Ninguno de los candidatos levanta el fin de la ocupación y el retiro de las tropas. Ninguno es alternativa para los millones de haitianos hundidos en la miseria. Sólo la movilización obrera y popular, independiente de cualquier variante patronal, podrá sacar a las masas de la tragedia actual y resolver las demandas más elementales.
|