El 23 de diciembre pasado un electricista, empleado de la televisión pública rumana, se lanzó desde el primer piso del parlamento rumano en plena sesión, justo antes de que comenzara el discurso del primer ministro, Emil Boc. El gesto desesperado de este trabajador se produjo para protestar contra las medidas reaccionarias y antipopulares que el gobierno rumano viene tomando ante la crisis económica en la que se encuentra el país. En efecto, este hombre, padre de dos niños, de los cuales uno es autista, denunciaba el recorte por parte del gobierno de un tercio de la pensión que recibe para tratar a su hijo: “Ustedes la han robado el pan a nuestros hijos”, dijo antes de saltar. Afortunadamente, su vida esta fuera de peligro.
Otro acto de desesperación se produjo esta vez en Túnez, el 17 de diciembre, cuando un vendedor ambulante, al que la policía le confiscó la mercadería, se inmoló en signo de protesta y ante la imposibilidad de conseguir un trabajo. Su gesto fue imitado el 22 de diciembre por otro joven que se subió a un transformador eléctrico también para denunciar el desempleo que golpea a los jóvenes de ese país (30%). Ambos fallecieron lamentablemente. Estos gestos han desatado grandes movimientos de protesta contra el gobierno a lo largo y a lo ancho del país. En el funeral del vendedor ambulante hubo alrededor de 5000 personas. Le Monde de hoy (6/1) titula “Es un movimiento sin precedentes en Túnez”; el gobierno despliega sus “perros de caza” de la seguridad en medio de los manifestantes para intimidarlos.
Estos gestos de desesperación son el reflejo claro del grado de descomposición del capitalismo y de la barbarie que representa este sistema. Pero también son una prueba más de la imperiosidad que hay en organizar a la clase obrera mundial en grandes partidos de trabajadores revolucionarios en cada país, coordinados en una internacional revolucionaria. La burguesía cuanto mas bajo cae, mas violenta se torna. En estos tiempos de crisis se preparan todo tipo de ataques a las condiciones de vida, ya precarias, de la inmensa mayoría de la humanidad para que los parásitos sigan disfrutando del fruto de nuestro trabajo; para que se sigan despilfarrando vidas destruidas por la miseria, el hambre, las deudas, el desempleo…
El hecho que el gesto desesperado del vendedor ambulante tunecino haya desatado una ola de protestas, es un buen signo. Los gritos de “trabajo para todos”, “abajo las coimas” y de “Túnez libre, fuera Ben Ali [el presidente]” de los manifestantes muestran el camino a seguir. Solo el movimiento de las masas revolucionarias auto-organizadas puede poner fin a este sistema putrefacto. Es necesario luchar por el resurgir del marxismo revolucionario, por un “renacimiento” de la perspectiva de la revolución socialista.
¡La única perspectiva verdaderamente emancipadora para las masas trabajadoras!
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