Publicamos el relato sobre la campaña de solidaridad de trabajadores y trabajadoras de Petrobras con las víctimas de la tragedia y el desinterés de los gobernantes de la región serrana de Rio de Janeiro
El día 14/01 petroleros efectivos y contratados fuimos a Teresópolis a llevar nuestra solidaridad a la población. Llevamos dos camionetas de agua, galletas, pasta de dientes, entre otros productos básicos. Las dos toneladas de materiales que recolectamos es lo poco que conseguimos juntar en dos días. De la empresa solo logramos las camionetas. Esta situación de los trabajadores haciendo el esfuerzo, pero no las empresas y los gobiernos, refleja el drama que también sucede en la región: los habitantes se arreglan solos.
Mientras el centro de Teresópolis ante las cámaras de TV está militarizado, repleto de policías, de soldados del Ejército, y el gobierno busca mostrarse haciendo algo, en las regiones más alejadas y afectadas – los barrios obreros y de pequeños agricultores – son los habitantes y los voluntarios los que excavan con instrumentos improvisados, o las propias manos, que exploran carreteras destruidas y levantan senderos para hacer llegar el agua, remedios, alimentos, velas, a las regiones más afectadas y aisladas. Lugares donde Defensa Civil no realiza búsquedas alegando que no hay sobrevivientes, dejando a las personas sin alternativa para buscar a sus muertos y desaparecidos.
El pueblo de Teresópolis da muestras de una inagotable fuente de solidaridad. Conocemos centenares de personas que están hace días sin dormir buscando sobrevivientes y víctimas u organizando refugios, comedores, etc. Incluso adolescentes tan jóvenes de 13 años están desde hace días sin dormir en esta inmensa corriente para salvar a sus familias, vecinos y ciudad.
Llevando nuestra solidaridad a los barrios que los medios no mencionan
En el camino de nuestra distribución sentimos a los que quieren aprovecharse de la situación, pero también sentimos cómo se levanta este pueblo buscando salvarse, se traga sus lágrimas y pone en su lugar a los más altaneros concejales. Hubo concejales que intentaron aprovecharse de nuestras donaciones y llevarlas a determinados refugios para convertirlos en su unidad base o centro social, sin embargo los voluntarios en este mismo lugar no los dejaron. Hicieron justamente lo que queríamos, tomaron solo lo que necesitaban, ni 100 kilos de materiales, y nos dieron coraje para ir hasta donde no llega ninguna ayuda. De ahí nos fuimos al interior.
En barrios alejados como Bonsucesso el día 14 era el primer día desde las lluvias en el que hubo servicio intermitente de luz eléctrica. Después de este barrio hay destrucción. En Bonsucesso en un refugio improvisado en una iglesia oscura, sin luz, se organizó un gran refugio y centro de distribución para apoyar al fuertemente afectado barrio vecino de Vieira. Ahí oímos el terrible relato de que en Vieira hay al menos 1.000 muertos.
Lejos de los medios y con difícil acceso, se dice que hay camiones enterrados por tanto barro. Los agricultores sobrevivientes, de lo que era el principal polo hortifrutigranjero de la región serrana, se preocupan por su futuro. Casi no quedaron cultivos ni tierras cultivables. “De aquí a dos meses cuando no haya donaciones habrá miseria”, nos decían ya anunciando el abandono de los gobernantes que hablarán de reconstrucción pero no irán más allá de palabras. Con los ojos llenos de lágrimas pensando en los muertos de ayer y en la miseria de mañana esta gente fuerte encuentra fuerzas conmovedoras para abrazarnos y agradecer nuestra pequeña ayuda. Nuestra pequeña ayuda es una gota en un océano. Las personas necesitan muchas más donaciones, necesitan urgentemente velas para poder evitar la especulación que genera precios de $R20 o R$40 por un paquete de este ítem de lujo en barrios arrasados y oscuros. La población necesita rescatistas, alpinistas, choferes para todo terreno, trilladores para llegar donde el gobierno y los medios no quieren hacerlo.
Petrobrás tiene centenares de estos profesionales, es urgente su liberación para estar donde son necesarios. Al contrario, esta empresa estatal sigue su inercia detrás de las ganancias, y sólo envió un email institucional instando a la fuerza de trabajo a donar alimentos y sangre. Nosotros, trabajadores, necesitamos hacer algo distinto, no dejemos a nadie atrás. Como nos dijeron “ayer en Niterói, hoy en Teresópolis, la única cosa que tenemos es apoyarnos unos a otros”.
Redoblemos nuestra solidaridad
Los pequeños pasos que damos en Transpetro Campos Elíseos son una muestra de lo que puede y debe ser hecho. Falta que los sindicatos en cada gran empresa del país se ponga al frente de esta tarea urgente. ¿Por qué las centrales sindicales no se ponen a hacer este trabajo de hormigas que nosotros estamos haciendo de cargar los autos e ir donde los medios no van, estar con nuestros hermanos en Teresópolis, Nova Friburgo? ¿Por qué prefieren callarse y mantener sus pactos con los gobiernos y las empresas? Sigamos nuestra pequeña campaña pero luchemos por una gran campaña nacional de solidaridad organizada por los trabajadores en cada lugar de trabajo. La tragedia de Teresópolis y Nova Friburgo y el coraje y solidaridad del pueblo afectado reafirman que los trabajadores y el pueblo pobre solo pueden contar con sus propias fuerzas.
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