Una tragedia naturalmente capitalista
La repetida tragedia nacional de inundaciones y deslizamientos ha segado centenas de vidas en todo el país todos los años. No hay nada de imprevisto ni en las localidades afectadas, ni siquiera en la intensidad y concentración de las lluvias en una u otra localidad. No hay nada de natural en que una lluvia, por fuerte que sea, abata tantas vidas. La comparación con Australia, donde las lluvias aún más torrenciales costaron 50 vidas desenmascara la desidia en Brasil.
La causa de tamaña destrucción es la absoluta anarquía en la organización de los espacios urbanos y rurales bajo el capitalismo brasilero. Según la propia presidente Dilma Rousseff las “viviendas en áreas de riesgo son la regla y no la excepción”. El ministro de ciencia y tecnología, Mercadante, informó a los medios el lúgubre número de 5 millones de personas viviendo en áreas sujetas a inundaciones y deslizamientos en todo el país. Se olvida de aclarar que esto ocurre después de dos gobiernos consecutivos de Lula y el PT que prometían terminar con la pobreza y la miseria. Pero ellos viven en barrios privados y con helipuertos, mientras los trabajadores y el pueblo se desbarrancan.
El Katrina brasilero
Al igual que el huracán Katrina que causó tremenda destrucción y muerte en Nueva Orleans, Estados Unidos, donde era complemente posible evacuar a las poblaciones y donde los muertos y afectados fueron principalmente pobres y negros, la tragedia de la región serrana de Río de Janeiro era absolutamente evitable. Detectadas en la capital de Río de Janeiro al comienzo de la tarde del martes, las poblaciones locales no fueron avisadas, pues el sistema de aviso consiste en el envío de un mensaje de texto de celular a las defensas civiles locales, y éstas, siempre desmovilizadas, o no lo recibieron o simplemente no tenían cómo avisar a la población y menos aún, planes y medios de evacuación. Tal como el Katrina norteamericano cuya devastación aumentó debido a fallas en el sistema de diques y contención de la marea, la prevención brasilera es un verdadero fiasco. El gobierno de Lula gastó menos de R$170 millones en contención de laderas y prevención de inundaciones en todo el país en 2010, un valor equivalente al pagado a los 25 mil tenedores de deuda interna y externa en 10 horas (o ¡R$122 mil millones al año!). El gobierno de Dilma, que viene promoviendo un recorte en el presupuesto, redujo esta suma a R$140 millones. Y ahora quiere engañar a la población con una suma de R$1.000 millones sumando todos los niveles de gobierno para reconstruir las regiones afectadas.
La faceta serrana de una tragedia nacional
Hay un sinfín de desamparados y evacuados en todo el país, concentrados en la más rica región sudeste. Con menor intensidad que en la región serrana, la tragedia que se abate sobre ciudades de la región metropolitana de São Paulo y casi un centenar de municipios en Minas Gerais es producto de la misma lógica capitalista de ocupación de los suelos y la desidia de los gobiernos. El caso de São Paulo es al mismo tiempo emblemático y aberrante. Ciudades como Franco de Rocha están completamente inundadas porque la empresa estatal de aguas, SABESP, bajo la lógica de las ganancias de los gobiernos tucanos (PSDB) han inundado deliberadamente la ciudad para obtener mayor recaudación. En el estado de São Paulo, las represas, incluso las estatales, son remuneradas por el nivel de agua en la misma y la empresa en lugar de verter el excedente paulatinamente de acuerdo a cómo vaya subiendo su nivel en el transcurso de los meses, lo hizo en forma abrupta luego de que el depósito alcanzara casi el 100% para conseguir recaudaciones máximas. ¡La ganancia capitalista mata!
De la criminalización de la pobreza a la militarización de la tragedia
Si en Río de Janeiro habían implementado la “experiencia” adquirida por años de represión a la población haitiana para militarizar las favelas, se trata ahora de garantizar la propiedad privada contra las necesidades de la población. Si en Río de Janeiro se trataba de una faceta particular de un proceso denunciado por diversos movimientos sociales como “criminalización de la pobreza”, ahora se trata de garantizar la misma pobreza y el orden capitalista aún en medio de la tragedia.
Las ciudades de la región serrana están militarizadas con diversos cuerpos policiales estatales y federales, además el ejército, ocupándolas. En el centro de las ciudades y en los supermercados, diversos policías garantizan la continuidad de los precios abusivos fruto del descarado robo de los capitalistas o de la inflación producto de la destrucción y del nuevo aluvión de demanda, por ejemplo, de agua mineral y velas. Las declaraciones de la policía que afirman que detendrán a quienes abusen con los precios son declaraciones al viento, pues garantizan militarmente que aquellos que tienen hambre y no tienen dinero, no puedan tener acceso a lo que necesitan.
– Por un programa de respuesta a la emergencia
Ante este desastre que ya provocó casi 700 muertos, exigimos:
¡Una amplia campaña nacional de solidaridad obrera y popular en cada lugar de trabajo y vivienda, coordinada por los sindicatos, organizaciones de izquierda y asociaciones de vecinos!
¡Inmediata disponibilidad de rescatistas, médicos, enfermeros, psicólogos y maquinaria de parte de todas las grandes empresas como Petrobras y Vale do Río Doce y las universidades!
¡Confiscación de los cuartos de hoteles de esta región turística para garantizar decentes e higiénicas condiciones de vivienda a tantos desamparados! ¡Por la inmediata utilización de los edificios públicos y privados desocupados, para fines de refugio y de las necesidades de la población!
¡Confiscación de los stocks de supermercados, grandes redes de farmacias y todos los productos de necesidad inmediata! ¡Por su distribución racional según planes coordinados por los habitantes, sindicatos y voluntarios!
¡Inmediata desmilitarización de la región serrana! ¡Retiro de todas las tropas!
¡Fin del pago de impuestos a los monopolistas del suelo urbano, especialmente la familia Bragança y Orleans, heredera del trono brasilero, que recibe impuestos por todo el centro de Petrópolis. ¡Por la expropiación de las propiedades de esta familia para fines de vivienda!
¡No pago de las deudas y su inmediata reversión en un plan de obras públicas que comience por la construcción de viviendas con servicios sanitarios, controlado por los trabajadores!
Los trabajadores tienen que dar la pelea en sus sindicatos para que rompan su silencio cómplice en apoyo a “sus” gobiernos y encabecen una campaña por estos reclamos de emergencia. Hay que arrancarle a las direcciones de las centrales sindicales un plan de lucha para imponer esta salida.
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– La actuación de la LER-QI y de la izquierda en esta tragedia
Como era de esperar, la central obrera CUT y su regional CUT-RJ demoraron casi una semana para romper su silencio sepulcral cómplice de las muertes para defender a su gobierno. Ahora organizan cuentas para donaciones e incentivan a los trabajadores a donar en los puestos oficiales. Pero, ¿cómo seguir esta orientación si hasta la Cruz Roja, conocida por “lograr” trabajar con sangrientas dictaduras en todo el mundo, ha denunciado la actuación de la intendencia de Teresópolis por hacer imposible el trabajo humanitario?! Tal como ocurrió en otras catástrofes hay denuncias de corrupción. La izquierda, con un atraso semejante al oficialismo, también demoró días para iniciar una campaña. La LER-QI, junto a compañeros petroleros efectivos y tercerizados pudimos organizar y participar de la inmensa solidaridad demostrada en los Campos Elíseos en Duque de Caxias. Campaña organizada por la CIPA y trabajadores que viven en la región, que logró llevar dos caravanas de donaciones a la población, en particular en el interior de Teresópolis, olvidado por las autoridades. Los petroleros de Campos Elíseos muestran el camino. Por su parte, CSP-CONLUTAS, dirigida por el PSTU y con una importante participación de corrientes internas del PSOL, que reúne destacados sindicatos de trabajadores estatales de Río de Janeiro, inició una campaña de solidaridad obrera y popular para garantizar por sus medios, el envío de las donaciones a las poblaciones afectadas. Saludamos esta primera iniciativa y nos proponemos coordinar acciones comunes. Sin embargo, este primer paso está lejos de las posibilidades de esta corriente nacional. Es fundamental que cada sindicato que dirigen y las oposiciones que integran, organicen una gran campaña en cada lugar de trabajo. Que CSP-CONLUTAS convoque a un plenario estatal para poner en pie un plan de lucha e imponer el pliego de reclamos obrero y popular frente a esta crisis. Necesitamos también organizar manifestaciones en Río de Janeiro y en todo el país, en apoyo a los damnificados y de denuncia del desinterés de estos gobiernos.
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