MIKEL AYESTARáN / SIDI BOUZID (TÚNEZ)
Día 21/01/2011
Tunecinos queman el retrato de Ben Alí
"¡Muerte al RCD!". No hay perdón posible. No hay vuelta atrás ni medias tintas. La gente quiere un cambio total y no acepta el experimento de un gobierno de transición en el que doce de los veinte ministros sean políticos con un pasado marcado por la dictadura. Mientras los gritos de los manifestantes frente a la sede central de la Agrupación Constitucional Democrática (RCD, por sus siglas en francés) se elevaban por encima de los disparos al aire de los soldados que protegen el flamante edificio de veinte pisos, la desaparición del partido del régimen se precipitaba en los despachos.
Primero llegó el anuncio de la salida de la formación de Ben Alí de la totalidad de los ministros del Ejecutivo de transición, siguiendo de esta manera los pasos del presidente interino, Fued Mebaza, y el primer ministro, Mohamed Ghanuchi. Una especie de intento desesperado para intentar sobrevivir políticamente y seguir llevando las riendas del cambio. Poco después el secretario general anunció la disolución del comité político, el máximo órgano de la organización. Los ciudadanos plasmaron esta desaparición arrancando las placas con las siglas RCD de las paredes de la sede central. ¿Aceptará la gente este gesto de sus políticos o exigirá la llegada de nuevas caras, limpias de un pasado vinculado a la dictadura? Es el nuevo capítulo que se vivirá en las calles del país en las próximas horas, porque son las calles las que están marcando la agenda de los acontecimientos.
Con la misma rapidez que la revolución logró enviar al tirano al exilio de Arabia Saudí, el gobierno provisional tomó su primera gran decisión en la que fue también su primera sesión hasta el momento después de 48 de zozobra debido a la renuncia de cuatro ministros de la oposición (un quinto ministro, miembro del RCD, dimitió en la mañana de ayer «por el interés del país»). Un Ejecutivo de circunstancias decidió adoptar un proyecto de amnistía general que incluye a los islamistas presos del partido ilegal Enahda (renacimiento), muchos de los cuales ya habían sido liberados el miércoles por la tarde. Un primer paso para la organización de las primeras elecciones libres en el país después de 23 años de dictadura.
Junto a los movimientos políticos, la Justicia tunecina también trata de responder a las protestas diarias que exigen la investigación de la corrupción del antiguo régimen y por ello filtró a los medios públicos imágenes de las joyas y restos arqueológicos encontrados en las casas de los 33 miembros de la familia del ex dictador apresados en las últimas horas.
Ciudad sin Policía
«Si el partido no desaparece de la escena política viajaremos hasta la capital y haremos lo mismo que en Sidi Bouzid», advierte Ismail Garby, profesor de enseñanza secundaria en esta localidad agrícola del centro del país, doscientos kilómetros al sur de la capital, en la que comenzó el levantamiento popular que acabó con el tirano.
Entre paredes pintadas con el lema «RCD degage!» (¡RCD fuera!) y con la fotografía del mártir nacional, Mohamed Bouazizi, en cada esquina los cuatro mil habitantes de este lugar se han convertido en símbolo de resistencia. Aquí se inmoló el joven informático de 26 años el 17 de diciembre y aquí se perdió el miedo a una policía del régimen que ahora permanece encerrada en la comisaría municipal y apenas se asoma a las calles.
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